Mirando desde lejos su corazón se partía en dos, los labios le temblaban, las lágrimas no paraban de caer por sus ojos miel. Un hueco se le formaba en el pecho, el nudo en su garganta dolía a mas no poder, la impotencia se apoderaba de él.
¿Por qué no soy yo?
Se preguntó observando con recelo cómo besabas a otro, sentía como las piernas le fallaban, su fantasía se estaba desmoronando, se estaba quedando sin aire.
No podía ser verdad.
Tomando entre sus manos el relicario que le diste se desplomó, no podía aguantar más, lloraba desesperado, el corazón le dolía, sentía como se iba apretando, la respiración se estaba acortando.
Con el cuerpo débil se retiró tambaleante, pretendiendo que todo estaba bien fingió una sonrisa, quería irse de ahí lo más pronto posible, pero el mundo tenía otros planes y sin previo aviso se desmayó.
Despertó con dificultad, unos cables estaban alrededor de su cuerpo, podía escuchar como el respirador hacia un molesto sonido. Miró a su alrededor, no había nadie en la habitación más haya de él.
El recuerdo de ti pasó por su cabeza, las lágrimas salieron por sí solas, era tan injusto, por qué tenía que pasar esto ¿No podías simplemente quedarte a su lado?
Te fuiste con alguien que no te merecía, un idiota que te fue infiel más de mil veces y tú como estúpida corrias tras él, cada vez que te prometía no hacerlo de nuevo le perdonabas.
No querías quitarte una venda de los ojos, no podías ver al chico que siempre estuvo enamorado de ti, el que siempre te consoló cuando más lo necesitaba, quien todo el tiempo trató de sacarte una sonrisa en tus peores momentos.
Ni una sola vez lo fuiste a visitar cuando estaba en el hospital, vinieron tantas personas, pero tú nunca asomaste la cabeza por el lugar, ni siquiera tuviste la decencia de preguntar por su estado.
Todos los días esperaba expectante que atravesaras esa puerta y lo cuidaras tanto como él te cuidó. Escuchar aunque sea un mejorate pronto, pero nada de eso le diste.
Hiciste que una obsesión desesperada creciera en su cabeza, desde ese fatídico día se juró a sí mismo que lo mirarias con los mismos ojos que él.
Estaba enloqueciendo, ésto no estaba saliendo como quería. Tus llantos constantes, lo enfurecian ¿Por qué no podías amarlo? No te bastaba verlo suplicarte día, tarde y noche que lo amaras.
- ¡Cállate! - te gritó al borde del colapso, no parabas de llorar e intentar alejarlo, no lo querías cerca.
¿Qué tenía que hacer para que lo amaras? Todos sus intentos habían sido en vano, no podía tenerte, no podía estar en tu corazón.
Mil ideas pasaban por su cabeza, intentó ser bueno contigo pero no le sirvió para nada, le escupias en la cara, le insultabas al punto de hacerlo llorar. Quizo ser paciente, pero ya no podía más, si no ibas a amarlo por las buenas entonces sería por las malas.
- ¡Suficiente! ¡Ya cállate de una vez! -
Una rabia desesperada se apoderó de él, tomó con fuerza tu cuello en sus manos, hacia cada vez más presión no podía pensar con claridad no quería seguir escuchando como le insultabas como le despreciabas no quería seguir sintiéndose así quería que todo esto parara.
Dejaste de forcejear, ya no te movias, no te quejas, estás tan tranquila como él quería. Te miró, estuvo así unas horas, no se movía de su posición.
Con calma te tomó entre sus brazos, te apretó en un fuerte abrazo, besó con amor tu cabeza fría, acarició suavemente tu cabellera.
- Me alegra tanto que por fin me ames - dijo mirando a la nada, con los ojos desorbitados y una gran sonrisa en su rostro. Ya no sentía ese horrible pesar en su corazón.
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Look at me please love ~