Capitulo 2: "Escapando a la verdad" (Pt 1)

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No tengo la necesidad de apagar el despertador, mis sueños intranquilos color avellana me obligan a levantarme de la cama temprano. Doy gracias a la divina providencia por mis obligaciones académicas, pues representan la excusa perfecta para desaparecer de casa un par de horas y escapar del ambiente tenso e insufrible que me impacta la cara tan pronto como asomo mi cara al corredor.

La mañana es húmeda, pero por alguna razón el hecho de saber que Caleb está a dos habitaciones de distancia hace que el ambiente a mi alrededor caiga a veinte grados bajo cero.

He empezado a sentirme como una intrusa en mi propia casa y no sé cómo actuar al respecto. Doy cada paso con cautela, como si estuviera escapando de una prisión, pero en realidad solo intento llegar a la cocina por algo de comer para mi estómago famelico.

—Así que no sabe la clase de porquería que eres. —Dice Caleb en tono sarcástico justo cuando estoy por entrar a la cocina. Me detengo en seco.

—No sabes lo que dices Caleb y por favor baja el tono de voz, las paredes son de papel en este lugar. —La voz que le secunda me sorprende, es mi madre, habla con él susurrando, como si no estuviera a salvo en su propia casa.

—¿Qué te preocupa Nora? El que nada debe, nada teme, ¿Verdad? —Le pregunta y no tengo que estarlo viendo para saber que en su rostro se ha formado una sonrisa lacónica.

—Dime la verdad, ¿A qué viniste a esta casa? No es como si hubieras necesitado supervisión desde que Jocelyn se murió. —El tono de mi madre me toma por sorpresa, es despectivo, como si tía Jocelyn no le importara nada, como si las condiciones deplorables en las que creció Caleb no significarán nada para ella.

—Vine a desenmascararte de una vez por todas Nora. Jules no merece seguir en la oscuridad... No quiero que se convierta en alguien como tú. —Finaliza y su tono es completamente sombrío. Me congela la sangre.

¿Pero de qué va todo esto?

¿Que están ocultándome?

Me obligo a mi misma a seguir escuchando, a no moverme de dónde estoy a pesar de que mis pies quieren salir corriendo, no puedo creer lo que estoy oyendo, mi mamá es la mejor persona que conozco, no puedo imaginar que ella alguna vez haya hecho algo malo, y menos algo en contra de Caleb.

—Ella jamás va a creerte. —Le reprocha mamá. —Mirate, pareces un matón, un ladrón de poca monta, eres ridículo, igual que tu madre. —No puedo creer que la voz que escucho sea la de mi madre, debe ser alguien con su voz, una broma de mal gusto.

Decido dejar de estar en las sombras y comprobar con mis propios ojos que es lo que está pasando; al entrar en la cocina me encuentro con un Caleb de ojos abiertos y cautelosos, con la mandíbula apretada y el cabello desordenado. Está de pie a solo unos metros de mi madre, aferrándose tan fuerte a la barra de mármol que pienso que puede romperla. Él está hecho un lío, todo lo opuesto a mi madre. Ella se encuentra sentada frente a él, con su levantadora de satín cubriéndose del frío, cabello rubio de bote recogido despreocupadamente con una pinza y una taza de café humeante sobre sus labios mientras le da un sorbo. Diría que se ve radiante, pero sus hombros han adquirido una curva que delata algo de tensión.

—Cariño buenos días. —Saluda mi madre y me da una sonrisa radiante que no alcanza a tocar sus ojos. —¿Hace cuánto estabas de pie allí? —Pregunta curiosa, pero presiento algo mucho más sombrío entre los matices de su voz.

—Acabo de llegar, desperté hace cinco minutos. —Finjo somnolencia y espero que pueda creerme, así como yo quiero creer en ella, en verdad quiero hacerlo. Ella es mi madre no es ninguna aparecida, todo esto debe ser parte de mi imaginación, de una confusión. —¿De qué hablan? —Intento indagar de la manera más estúpida que se me pudo ocurrir.

—Tía Nora tiene un día ocupado, me estaba pidiendo el favor de llevarte a la escuela hoy. —Caleb miente con total naturalidad, no puedo evitar sentirme estúpida e ignorante sabiendo que ambos me están mintiendo. —¿No es verdad? —Pregunta dirigiendo su mirada a mamá, ella asiente a regañadientes.

—Tengo que cerrar el negocio con la familia de la casa Limestone, los cite a las nueve, pero pasaron la cita a las siete. Lo siento mucho cariño, pero Caleb tendrá que llevarte. —Acto seguido se pone de pie y se escurre pasillo abajo no sin antes fusilar tres veces a Caleb con la mirada.

—Sabes perfectamente que puedo ir sola, mamá. No soy una niña. —Respondo y me doy la vuelta tratando de escapar de este ambiente y del sentimiento de estar sumergida en la ignorancia mientras que ese par saben algo que yo ignoro y que ocultan de manera consciente.

—Es una lástima, incluso accedió a prestarnos su auto. —Dice Caleb haciéndome detener mi huida, incrédula. —Te espero en media hora frente a la entrada, no quiero que llegues tarde. —Sé que tiene una sonrisa suficiente en el rostro.

—Es lo más ridículo que he escuchado. Ahórrate tus chistes de mal gusto Caleb, gracias. —Le digo sin girarme y le muestro el dedo medio antes de empezar a caminar de nuevo.

—Buenos días, Julsie, linda pijama. —Anota refiriéndose a mi pantalón de chándal desgastado, con hoyos en las rodillas y a mi camiseta tres tallas más grande con el logo de mi escuela.

—Callate, insecto. —Finalizo elevando la voz antes de dar un portazo en mi habitación.

Treinta minutos después me encuentro uniformada, lista y arreglada frente la puerta de mi casa, subiéndome al auto de mamá que Caleb maneja.

—Qué puntualidad. —Dice Caleb maravillado mientras hace rugir el motor del vehículo y lo pone en marcha.

No digo nada, no me molesto en dirigirle la palabra porque seguramente sin importar lo que diga él termine encontrando una manera de burlarse y arruinarme el día.

El resto del camino permanecemos en silencio e intento mantener mi vista fija en la ventana, pero es inevitable dirigir una que otra mirada curiosa a Caleb, quien cada que puede me mira abiertamente. Cuando finalmente llegamos a la escuela me apresuro a huir del vehículo infernal, pero en cuanto intento abrir la puerta Caleb le pone el seguro, bloqueandome la salida.

—¿Que demonios estás haciendo? —Pregunto exaltada. Jalando compulsivamente la manija de la puerta para intentar abrirla sin éxito.

—¿Que fue eso tan malo que te hice Jules? —Escucho a Caleb a mis espaldas, hablando como si fuera un niño indefenso. —¿Hasta cuándo estarás molesta?

—No puedo creer que tengas el cinismo de preguntarlo Caleb, revisa tus mensajes, eso responderá tus preguntas. —Acoto refiriéndome a mis mensajes ignorados. —Y puede que sea menor que tú, pero no soy estúpida. No me trates como tal. —Intento jalar la manija de la puerta pero, él no cede.

—Jamás he pensado que seas estúpida, Julsie.

—¿A qué viniste? —Pregunto incapaz de disimular la cólera. Tratando de sacar algo de información, tratando de atar cabos después de lo que escuché está mañana

—Queria ver a mi prima favorita. Extrañé tenerte cerca todos estos años. —Dice al fin, su tono suena sincero, pero sé que miente, eso no fue lo que escuché hace un par de horas.

—Pues tenerte cerca es lo último que quiero, ahora déjame salir, tengo clases. —Finalizo el tema sin siquiera mirarlo a la cara, sin creer ni una sola de sus palabras y él parece entender finalmente que no puede obligarme a permanecer más tiempo con él pues levanta los seguros y me deja salir del auto.

Azoto la puerta y me adentro en el viejo edificio dando gracias por primera vez en la vida de poder estar en la escuela.

C O U S I N S [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora