Hace mucho frío para ser finales de julio.
Jules no sabe si es por el ambiente poco festivo en el que se encuentra o por el final inevitable del verano. Las hojas pardas y naranjas caen por todos lados formando pilas y pilas de hojas que le provocan correr en su dirección y lanzarse sobre ellas para hacerlas volar por los aires. Sin embargo no puedo hacerlo, debe permanecer junto a su madre entre las lápidas que parecen dientes torcidos aguantando sus zapatos de charol que le aprietan demasiado y le empiezan a hacer ampollas en el talón.
No se imaginó que volvería a verlo y mucho menos bajo estas condiciones. Pero ahí está.
Caleb se encuentra del otro lado del féretro incapaz de levantar sus ojos del piso.
Él sabe que ella lo está viendo pero no tiene tiempo para lidiar con una niña inmadura, cuando alguien tan importante se encuentra a punto de ser enterrada cinco metros bajo tierra. Él tampoco pensó que volvería a verla, menos después de tanto tiempo.
Su madre Jocelyn ha fallecido hace solo tres días, a causa de una enfermedad desconocida, según los médicos. Para él, culpa del elitismo médico que se negó a atender a su madre por su falta de recursos económicos.
Su padre, Gasper, no se había dignado a aparecer y fue su abuela, madre de Jocelyn, quien tuvo que lidiar con todo el papeleo para poderle dar una despedida decente, mientras Caleb se encargaba de recibir el pésame de todos los familiares y amigos, dándoles una sonrisa consoladora, en vez de ser consolado por ellos.
El reverendo da unas palabras sobre la vida eterna y la recompensa a quienes sufren en el Reino de los cielos, pero Caleb no parece estar escuchando, su mirada se mantiene fija en el suelo escogiendo el montón de tierra más bonito para lanzarlo sobre la tumba de su madre antes de que la empiecen a enterrar.
—Lo lamento mucho, Cal, si hubiera sabido antes lo de tu madre yo... —La voz de Nora se quiebra y se limpia las lágrimas con un pañuelo antes de que salgan por las esquinas.
—Lo hubieras sabido si hubieras contestado sus llamadas, Nora. —Ataca Caleb. Tiene casi catorce años, pero habla con el odio y el rencor de un adulto.
—Juro que... —Intenta defenderse ella, pero Caleb ataca de nuevo, dando la estocada final.
—Ella murió diciendo que te quería a su lado Nora, eras su maldita hermana. Pero es muy tarde ya, ella no está y tus lágrimas de marca Chanel no la traerán de regreso, así que te pido que por favor te vayas de este lugar.
Puede que las facciones de Caleb sean suaves, pero sus ojos marrones tienen un tono severo, hace que Jules quiera dar un paso al costado y salir huyendo.
Nora es incapaz de decir otra palabra. Indignada, se da la vuelta y se gira sobre sus talones para salir de la vista atónita de quienes pudieron escuchar su pequeña conversación. Jules, por otro lado, y en contra de las ganas que tiene de salir corriendo, se queda de pie frente a él.
—Lamento mucho lo que le pasó a tía Jocelyn, Cal. Sabes que puedes contar conmigo.
Jules sentía que las palabras no eran suficientes, sabía que nada de lo que dijera iba a traerla de vuelta o iba a hacerlo sentir mejor. Su intento de reconfortarlo había sido inútil, y ella quería patearse por eso.
Caleb ni siquiera había procesado sus palabras, estaba mirando hacia el piso, viendo como el viento formaba pequeños remolinos con la tierra seca, como si ella no estuviera ahí, como si ella no existiera.
Jules esperó junto a él un par de segundos, pero él ni sé inmutó, así que, tratando de recoger algo de la dignidad que le quedaba, decidió darse la vuelta e irse.
Ella solo quería darle su apoyo, quería estar con él en los momentos difíciles como cuando eran niños. Cómo aquella vez que Caleb se raspó los codos al caer del Rodadero y Jules había conseguido agua oxigenada y un par de banditas adhesivas para curarlo.
Pero por más que Jules o incluso alguna parte perdida de Caleb lo desearan, los tiempos fáciles habían terminado y era imposible volver allí.
—Adiós, Caleb. —Susurró Jules, de espaldas al chico sin esperar que la escuchara de verdad.
Se dirigió al ataúd de su tía Jocelyn y se despidió de ella para siempre, dejando que unas cuantas lágrimas salieran por las esquinas de sus ojos.
—Te va a echar mucho de menos. —Dijo refiriéndose a su ahora indefenso pero agresivo primo y se alejó del lugar con las manos entre los bolsillos y los hombros encorvados para cubrirse un poco del frio.
No se molestó en mirar atrás.
Caleb tampoco se molestó en mirarla, no se dio cuenta de la roca con forma de la cara Michael Jackson que ella sostenía entre sus dedos aferrándose a ese tiempo pasado donde todo había sido mejor para ambos.
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C O U S I N S [TERMINADA]
Roman pour AdolescentsNo saben en qué parte de la biblia está escrito, que su amor está prohibido e incluso aunque lo intenten no pueden evitarlo, así se caiga el cielo, así se vayan al infierno. Saben que los pecados nos condenan a la desgracia y ellos ya tienen un asie...