Camino hacia los casilleros con prisa huyendo del fantasma que ha dejado su rostro en mi mente como si aún estuviera allí.
—Buenos días estrellita, el mundo te dice hola. —Saluda Dustin con tono amable dándole un poco de paz a mi cuerpo.
—Hola Dust. —Le devuelvo el saludo sin animo.
—Lamento ser el portador de malas noticias pero, luces terrible. —Su tono de voz es preocupado.
—Dime algo que no sepa. ¿Puedo ir a tu casa después de clases? —Pregunto adelantandome a los hechos, no quiero volver a casa hoy. No quiero ver a Caleb ni tener que pensar que mi madre está ocultándome algo.
—Jules, nena, ¿Ocurre algo? —Se acerca a mi y pone su mano sobre mi hombro, reconfortandome.
Él es y ha sido mi mejor amigo desde hace casi once años cuando lo encontré en el parque tratando de elevar una cometa que era más grande que él, el pobre estaba tan desesperado que me tuve que subir a un árbol con su cometa y lanzarla desde ahí para que pudiera alzar el vuelo. Desde ese momento me convertí en su heroína, y hemos sido inseparables hasta hoy. Él es la prueba viviente de que la amistad entre hombres y mujeres es posible sin que nadie salga lastimado. Me gustaría contarle todo lo que está ocurriendo y no tener ningún secreto con él, pero estoy muy abrumada ahora.
—No quiero hablar de eso ahora, Dust, solo no quiero ir a casa ahora.
Justo cuando está por responder con un comentario lleno de lastima y compasión desvía su mirada sobre mi hombro y de repente sus ojos se iluminan al tiempo que una sonrisa bobalicona se le dibuja en la cara, seguramente Cristal acaba de hacer su aparición coreografiada por la esquina del pasillo.
—¿Buenas, hay alguien en casa? —Pregunto burlonamente agitando mi mano frente a su cara sonrojada.
No responde, sigue embobado con la rubia a unos metros de distancia que bate sus pestañas exageradamente mientras camina junto a nosotros seguida por su séquito de plásticas. Así les decíamos con Dustin antes de que a Cristal le salieran senos, se operará la nariz como regalo de quinceañera, justo entonces él perdió su consciencia frente a sus piernas y desarrolló un crush patético del que no se ha podido recuperar y que he tenido que aguantar porque soy una buena amiga.
—Dust, son las mismas piernas que te patearon en tercero después de que tropezaste con ella en el pasillo. —Intento traerlo de vuelta a la consciencia, pero su cerebro se encuentra desconectado. —Esto no tiene sentido, vamos tarde a clases ¡Despierta ya! —Le doy unos pequeños golpesitos en la cara hasta que finalmente parpadea y me mira confundido, reaccionando al fin.
—¿La viste, Jules? ¿Viste lo hermosa que está? Mira sus ojos, mira su cabello, mira su sonrisa... —Pone sus manos anudadas sobre su corazón y se deja caer sobre los casilleros con dramatismo exagerado.
—Si, Dust, es lo mismo que nos ofrece todos los días... —Le sigo la mirada rodando los ojos con impaciencia pero también con algo de envidia, reconozco que es hermosa, mucho más que cualquiera de las chicas normales de secundaria, ella ha pasado por la secundaria sin esfuerzo, con su sonrisa encantadora ha conquistado al profesorado y a más de la mitad de los chicos de esta escuela, lo que nos deja a las chicas comunes y corrientes fuera de combate y con cero posibilidades de experimentar las mieles del amor adolescente. Ella lleva su vida en modo automático, pareciera que las puertas se abren a medida que se acerca a ellas, no tiene que golpearlas, no tiene que ensuciar sus manos, porque hay cien personas dispuestas a ensuciarse las manos por ella, su vida va en modo fácil, solo por ser atractiva.
—Parece que camina en cámara lenta. —Susurro con envidia.
—Jules, hola. —Saluda cuando llega a nosotros. Su tono es dulce, pero la he oído lo suficiente para saber que finge.
ESTÁS LEYENDO
C O U S I N S [TERMINADA]
Teen FictionNo saben en qué parte de la biblia está escrito, que su amor está prohibido e incluso aunque lo intenten no pueden evitarlo, así se caiga el cielo, así se vayan al infierno. Saben que los pecados nos condenan a la desgracia y ellos ya tienen un asie...