Capitulo 10: "The Runaways" (Pt 1)

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A pesar de ser ciudades vecinas nunca había visitado Basali por más de dos días seguidos, incluso de niña, cuando venía a jugar con Cal solo pasábamos aquí los fines de semana como máximo antes de volver a Bonticeou. Así que descontando los eventos de espionaje recientes —pues no pude conocer más que viejas bodegas y matones— se puede decir que soy una completa foránea.

Caleb nos conduce por las calles con total habilidad, moviéndose como pez en el agua llevándonos a un lugar desconocido. Pienso que después de lo que ocurrió hace un par de horas su padre seguro ya sabe que todo se ha destapado y supongo que lo último que hará será llevarnos a su casa, por lo cual me sorprende al girar en su calle y estacionar en la acera justo en frente de su viejo rancho de dos pisos.

—¿Qué hacemos aquí? —No puedo evitar preguntar mientras me quito el casco y bajo de la motocicleta.

—Solo será una breve parada. Tengo que ir por algo de dinero y ropa. —Me mira fijamente y sonríe sin que ese gesto alcance sus preciosos ojos.

—¿Y tu padre? —Inquiero nuevamente.

—Debe estar muy ebrio para notarme, o debe estar en camino a encontrarse con Nora después de lo que pasó, no te preocupes. —Se quita el casco y baja de la motocicleta rápidamente antes de alcanzarme y besar mi frente brevemente.

—Espérame aquí. —Dicho esto se escabulle dentro de la ahora pequeña casa.

Cuando era más pequeña solía pensar que su casa era preciosa, como las típicas casas de campo césped verde y animales para jugar, no había necesidad de una sala enorme llena de cuadros y muebles o tres pisos llenos de vacío, pues tenían una vista preciosa sobre la colina y podían disfrutar de una paz inimaginable lejos del ruido del centro de la ciudad. Ahora me doy cuenta que es más un diminuto rancho de madera y cemento que a penas puede mantener el segundo piso en pie con el techo sumido, en lugar de verdes pastos hay tierra seca y unos cuantos atisbos de hierba amarilla, y en lugar de estar sobre una hermosa colina lejos del centro, me doy cuenta de que en realidad están del lado más desfavorecido de la ciudad viviendo casi junto al basurero.

Seguramente alguna vez si fue como lo recuerdo, pues con Jocelyn no habría podido ser de otra manera. Ella era la luz de este lugar, fue quien convirtió este lugar en un verdadero hogar.

Supongo que por eso me gustaba venir, sentía una calidez que invadía el lugar tan pronto como bajaba del auto, como si la vida fuera antepuesta sobre un filtro llamativo, lleno de colores vibrantes y cálidos. Ahora me doy cuenta que el hogar eran ellos dos, y que sin ella aquí, Caleb no tenía razones para quedarse.

Mi pobre Caleb.

Pronto soy sacada de mis cavilaciones y mis recuerdos de la niñez al darme cuenta que han pasado más de quince minutos y Caleb sigue adentro.

¿Por qué tarda tanto?

Casi en el mismo instante en el que más mente formula la pregunta escucho un estruendo proveniente del interior del rancho, es un ruido sordo como si un yunque de una tonelada hubiera caído contra el piso, seguido de un sonido de cristales rotos.

La alarma y el pánico se apoderan de mí, y llevando la contraria a la orden de Caleb decido dejar mi casco sobre el asiento trasero y acercarme sigilosamente a la casa.

A medida que me acerco empiezo a escuchar los gritos y las maldiciones lanzadas al aire que se combinan con los golpes sordos que reconozco como puñetazos. Me apresuro a entrar entonces, encontrándome con un Caleb iracundo y casi poseído que se erige sobre su padre asaltandolo a puñetazos mientras que un Gasper más viejo y acabado trata de defenderse poniendo sus manos alrededor del cuello de Caleb.

La sangre de los puñetazos está por doquier; sobre sus rostros, manos, ropas, sobre los cojines del sofá y el piso.

—¿¡Qué demonios!? ¡Caleb, dejalo! —Me abalanzo sobre ellos arrojando mi mochila al suelo, intento apartar las manos de Gasper del cuello de Caleb, pero es inutil. Es como si no estuviera allí. Ambos continúan enfrascados en su propia pelea.

—Veo que trajiste a tu zorra. —Escupe Gasper con una sonrisa lacónica después de mirar brevemente en mi dirección. —Oh, pero si es Jules. ¿Ya te acostaste con ella? Las Cohen siempre han sido buenas en la cama.

Caleb gruñe improperios inentendibles pero antes de que pueda darle otro puñetazo, soy yo quien lo alcanza con mi puño cerrado, golpeando su pómulo derecho.

—Maldita basura. —Gruño y cuando estoy a punto de lanzarle otro directo al otro, Caleb por fin parece consciente de mi presencia.

—Jules, Jules, déjame esto a mí. —Ladra en mi dirección antes de seguir golpeandolo.

—¿Para qué? ¿Para que lo mates? —Pregunto desesperada. —¡Cal! ¡Cal! ¡Mírame! ¡Para, para ahora! ¡Basta! —Detengo sus manos con las mías y logro por fin que voltee a verme. —Te lo ruego. —Imploro como último intento, haciendo que al fin reaccione. Me mira adivinando mi expresión horrorizada, acto seguido mira sus manos ensangrentadas y su padre casi inconsciente debajo de él.

Se aparta asqueado y empieza a pedirme perdón.

—Jules... No sabes cuanto lo siento. Lo perdí, lo perdí. —Su voz es apenas un susurro.

—Solo... Vámonos. —Lego a él y lo tomo del brazo, untandome un poco de la sangre que lo salpica. Nos giramos y empezamos a caminar a la salida, donde deje la puerta abierta y justo cuando me separo un poco para recoger mi mochila su padre nos alcanza.

—No tienes los huevos para matarme, ¿No? ¿Que eres ahora? ¿Su mascota? —Me toma violentamente por el brazo y me mira con altivez. —Eres casi tan linda como ella. —Puedo sentir por primera vez el olor a alcohol que sale de su boca al hablar y siento unas náuseas instantáneas. Intento salir de su agarre pero es más fuerte de lo que imaginaba.

—Sueltala. —Gruñe Caleb con cólera creciente. —Sueltala, hijo de puta. —Gruñe de nuevo y lo empuja por el hombro.

—No me hagas repetirlo de nuevo. —Advierte levantando las cejas.

Su padre solo sonríe y gira de nuevo en mi dirección.

—Eres casi tan linda como Nora y creo que también igual de deliciosa. —Se acerca peligrosamente a mí, soltando su aliento cargado antes de pasar su lengua por mi cuello.

Me siento aturdida y lenta cuando Caleb lo aleja de mí de un empujón que los lleva a ambos en picada sobre la mesa de cristal ubicada al centro de la sala. Tan solo unos segundos después los cristales están volando por todo el lugar salpicados de sangre como diamantes rojos.

—Repítelo. Repite lo que dijiste, hijo de puta. —Habla Caleb elevando su voz sobre el estruendo de los cristales rotos antes de levantarse, dejando a su padre retorciéndose como un gusano en el piso.

—Cal, ya, vámonos. —Llego a él y lo tomo del brazo, sintiendo el líquido rojo y espeso escurriéndose sobre su piel, —Cal, tu brazo. —Susurro horrorizada. Los cristales se han clavado profundamente en el costado de sí que impactó el cristal, tanto que creo que necesitamos ir al hospital.

—Si te vuelvo a ver... Si te vuelvo a ver, maldito hijo de puta. —Advierte apuntando con su brazo libre en dirección y escupe saliva mezclada con sangre en su dirección.

Su padre, aun retorciéndose en el suelo sobre los cristales rotos suelta una risita irónica.

—¿Por qué no me matas de una vez? —Caleb no responde, pero lo sostengo del brazo un poco más fuerte para evitar que se lance de nuevo sobre Gasper y él suelta una risa aún más fuerte. —Que lindo perrito faldero.

—Ya, déjalo. —Imploro y por fin logro que sus pies cedan, sacándolo de la vieja casa, dejando todo patas arriba y a su padre casi muerto sobre los vidrios rotos.

La noche que nos cubre ahora parece más fría de lo normal mientras nos alejamos del rancho en su Ducati, él permanece en silencio mientras se desahoga con el acelerador y yo tengo que empezar a rezar a los angeles por mi integridad física.

C O U S I N S [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora