El golpe es seco y contundente, el dolor no tarda en expandirse por todas mis extremidades, haciéndome ver lucecitas de colores.
—Maldita perra. —Suelta Gian y espero que haya sido suficiente para noquearlo, pues yo también estoy cayendo en la inconsciencia.
—Corre, Jules. Corre. —Escucho a Caleb por encima del pitido de mis oídos e intento hacerle caso. A pesar de que mis piernas parecen haberse desconectado de mi cerebro logro dar un par de pasos antes de escuchar un disparo seco a mis espaldas, seguido de un cuerpo cayendo sobre el suelo repleto de hojas y ramas casi al mismo tiempo en que yo pierdo el conocimiento.
No sé cuánto tiempo pasa antes de volver a abrir los ojos, pero me cuesta acostumbrarme a la luz cegadora del sol por encima de mi cabeza, debe ser más de medio día. Parpadeo un par de veces antes de poder abrir finalmente los ojos. Las copas de los árboles se extienden sobre mi cabeza con asombrosa lejanía y a su alrededor observo un cuadro negro, como si estuviera viendo todo a través de una pantalla, es entonces que me doy cuenta que estoy en el una fosa.
Los recuerdos me invaden como una ola chocando contra un acantilado, impidiéndome respirar; las fotos, ser secuestrada, estar amarrada, el bosque, el arma, el disparo.
El pánico se extiende rápidamente por cada una de mis células. Palpo mi cuerpo con urgencia buscando la sangre, el orificio que la bala debió dejar en mi cuerpo.
Nada.
¿Qué estoy haciendo aquí?
¿Dónde está Caleb?
Como si estuviera leyéndome la mente escucho su voz fuera del cuadro:
—No te molestes en salir, volverás de todos modos y me ahorrarías mucho trabajo si no tengo que arrastrar tu culo muerto de vuelta aquí. —Su voz suena resulta, como si lo tuviera todo fríamente calculado.
—¿Dónde está Caleb? —Pregunto, tratando de seguir la dirección de su voz.
—Después del lindo hueco que deje en su pecho no debe estar muy lejos de aquí, pero lo encontraré pronto.
Las lágrimas se agolpan detrás de mis ojos y no puedo evitar pensar en su cuerpo inerte desangrándose en algún lugar cercano.
—Oh, pero no llores, podrán estar juntos después de todo. Justo aquí.
No puedo verlo con claridad, por la luz cegadora que se sobrepone a él, eclipsándolo. Pero sé que se refiere a que, una vez se deshaga de nosotros, arrojará nuestros cuerpos a la misma fosa.
—¿Por qué no me matas de una jodida vez? —Ladro, completamente herida y derrotada.
—Eres agradable de cierta manera. —Dice y casi puedo verlo frunciendo los hombros con desdén. —Entiendo la fascinación de Caleb por ti. Sigo pensando que es algo morboso e incestuoso, pero... eres linda.
—¿Por qué quieres hacerme daño entonces? —Pregunto.
—No hay nada que pueda tomar para hacerle daño a Caleb, excepto tú. Su madre está muerta, su padre es un alcohólico que se acuesta con tu madre y lo echó a la calle. Así que... ¡Bingo! tu eres como su kriptonita. —Explica con paciencia.
—Él contaba contigo Gian. Tu y tu padre son lo más cercano a una familia, por favor...—Suplico y él suelta una carcajada.
—Pobre perdedor. ¿En serio piensas que vas a conmoverme con eso? Debió haberlo pensado antes de intentar traicionarnos.
Escucho como se pone de pie y camina alrededor de la fosa, con creciente impaciencia.
—Acabo de tener un déjà vu... ¿Tú no? —Trago saliva. —Odio perder el tiempo, creo que ya sabes eso. Así que, sin más preámbulos... —Escucho como quita el seguro del arma y busco encontrarlo con la mirada, pero el maldito sol no me deja ver más allá de mis propias narices.
El sonido ensordecedor de un disparo resuena justo atrás de mi nuca, los animales se quejan en respuesta y las aves de cincuenta metros a la redonda salen despavoridas antes de que todo se vuelva negro.
Este es el fin.
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C O U S I N S [TERMINADA]
Novela JuvenilNo saben en qué parte de la biblia está escrito, que su amor está prohibido e incluso aunque lo intenten no pueden evitarlo, así se caiga el cielo, así se vayan al infierno. Saben que los pecados nos condenan a la desgracia y ellos ya tienen un asie...