Treinta minutos después está aparcando su moto a la entrada de un centro comercial algo viejo y desgastado, pero espero poder encontrar lo que busco para está noche: un vestido y maquillaje que digan Zorra lo suficientemente fuerte como para lograr pasar desapercibida en La caja. El plan que hemos ideado con Cal es bastante sencillo, él se concentrará en mantener a Gian y a su padre ocupados mientras yo me escurro escaleras arriba en su oficina, tomando fotos y recolectando el material necesario para poder amedrentar a Baxter y así lograr algo de tiempo para que Caleb pueda salir de aquí, pero sé que muy pocas veces todo sale como se quiere, así que... veremos.
—¿De veras no puedo acompañarte? —Pregunta haciendo un mohín decepcionado con los labios.
—Tenemos que conseguir un teléfono, Cal, para reponer el que sigue estando secuestrado en casa.
—¿Y? —Pregunta desentendido.
—Que faltan dos horas para que empiece esa dichosa fiesta y no nos da tiempo. —Explico por milésima vez y él rueda los ojos, resignado.
—Te espero aquí en noventa minutos, entonces. —Concede y nos separamos.
Camino un poco sin rumbo al principio, perdiéndome en la arquitectura setentera del edificio hasta que por fin encuentro el pasillo de Ropa de stripper perfecto para el look que quiero tener esta noche. Camino hacia la primera tienda y una vez puertas adentro empiezo a rebuscar entre los vestidos en oferta, sin encontrar nada particularmente llamativo, salgo un poco decepcionada y repito el proceso con la segunda y tercera tienda del pasillo. Cuando llego a la cuarta tienda —Sin ninguna esperanza en particular— me encuentro con el vestido perfecto; Un trozo de tela de sesenta centímetros de largo, imitación de seda color lavanda con destellos de color azul cuando se pone a la luz. Es increíblemente delgado y las tiras que lo sostienen sobre los hombros son tan delgadas que dan la impresión de poder romperse en cualquier momento.
Es perfecto.
Camino al vestidor y me lo pruebo rápidamente, sintiéndome completamente extraña por llevar algo así, cuando me miro en el espejo es como si fuera alguien completamente diferente, una versión más salvaje y nada santurrona de mi, de Jules Cohen.
Me miró en el espejo de múltiples ángulos del vestidor, analizando mis piernas, mi busto, mis brazos y mi abdomen, buscando encontrar una pizca de mi, pero no puedo encontrar nada. Pienso en dejar el vestido de vuelta en la vitrina donde lo encontré, pero entonces recuerdo que la idea de esto es precisamente no parecer yo así que dando un largo suspiro me aventuro fuera del vestidor, con el trozo de tela puesto sobre mi cuerpo.
Luego de encontrar un par de tacones a juego y con el atuendo completo me dirijo a la caja para poder pagarlo.
—Vaya, vaya, el cambio de look te sienta niña, por un momento creí que eras monja. —Me dice la cajera del otro lado del mostrador quien me vio entrar hace unos minutos; es una morena imponente de unos veintitantos, llena de tatuajes y perforaciones. —Son 90 pavos niña. —Pongo el dinero sobre su mano y casi de manera inmediata escucho su voz detrás de mi espalda, sobresaltándome.
—De ninguna manera permitiré que vayas así. —La voz de Caleb es apenas un susurro, pero es tan siniestra que hace a un escalofrío recorrerme de pies a cabeza.
—¿Disculpa? —Pregunto tratando de mantener la compostura, dándome la vuelta. Está a solo unos pasos de mí.
—Uffff. —Silva la chica detrás del mostrador. —Creo que necesitan un momento a solas. —Anuncia y sale del mostrador pasando por la mitad de los dos, pero se acerca a mí y dice: —Dejalo linda, no pierdas el tiempo.
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C O U S I N S [TERMINADA]
Novela JuvenilNo saben en qué parte de la biblia está escrito, que su amor está prohibido e incluso aunque lo intenten no pueden evitarlo, así se caiga el cielo, así se vayan al infierno. Saben que los pecados nos condenan a la desgracia y ellos ya tienen un asie...