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La fiesta había terminado y era hora de ir a la cama, mis damas me habían preparado sobre lo que vendría, me quitaron el vestido cuidadosamente y me metieron a una tina para lavar mi cuerpo, mientras ellas me tallaban me explicaban lo que sucedería cuando estuviera a solas con mi ahora marido.

Cuando salí de la tina, ellas secaron mi cuerpo, soltaron mi larga cabellera y me pusieron una bata blanca que llegaba hasta mis pies. Janine me comenzó a amarrar los hilos de enfrente de mi camisón, cuando en eso se abrió y la puerta y nos topamos con la figura de Octavius

—Luces magnífica— dijo parado atónito, yo rápidamente doble mis rodilla para hacer una reverencia entonces el se acerco a mi y con sus manos me tomó del mentón y me puso en pie. Mientras el ponía sus ojos sobre mi yo quería correr a cubrirme pues no estaba en condiciones de recibir vistas y menos de un hombre, pero su fuerte presencia no me dejaba siquiera moverme.

—No puedo creer que te deje casar... eres impresionantemente hermosa—dijo mientras me sujetaba el mentón y su mirada me recorría de los pies a la cabeza—Solo he venido a explicarte, tal vez no tengas idea de que es lo que sigue ahora, pero lo que él hará ... será cogerte— dijo en un tono frío, mientras me veía a los ojos. Pase saliva y me quedé en silencio ante su penetrante mirada, entonces el soltó mi rostro y alejándose un poco —Se rumora por ahí que es un hombre con grandes dotes, por lo que tengo que decirte que probablemente dolerá... al fin y al cabo es un salvaje— dijo abriendo sus ojos mientras reía—Especialmente en la cama— dijo haciendo una mueca de desinterés y fue cuando me recorrió nuevamente con la mirada y se comenzó a acercar mi, donde yo permanecía inmóvil.

— Iorak es un hombre con mucha suerte... no puedo creer todo lo que le estoy entregando—dijo acercando sus manos a mi cuerpo el que estaba a centímetros de tocarlo, entonces su feroz mano deshizo uno de los amarres arriba de mi pecho dejando una parte de mi seno descubierto, me quede quieta como si una espada me estuviera apuntando para no moverme.

Escuché cómo su respiración se aceleraba y su mano derecha la pasaba por esa zona sin que sus manos la tocaran, yo pase saliva y fue cuando el me miro a los ojos. Octavius se encontraba tan cerca de mi rostro y fue cuando dijo —Debes complacerlo, debes obsesionarlo contigo, debes dejar que él haga contigo lo que quiera, haz todo lo que él te pide sin negación alguna... recuerda que esto lo haces por nosotros, por la familia, por nuestros padres— dijo en un susurro.

El dirigió su mirada a mis labios que se encontraban tan cerca de los suyos y se comenzó a acercar en lo que yo creería que terminaría en un beso, pero al ultimo momento subió su rostro y me beso la frente —Suerte— dijo dando un fuerte suspiro y alejándose bruscamente de mi, para después gritarle a mis damas que terminaran de prepárame, que debía quedar perfecta.

Ellas me acomodaron el cabello, perfumaron mi cuerpo y a acomodaron el vestido blanco, antes de salir di un último vistazo a mi habitación pues esa sería la ultima vez que la vería, al otro día me iba a Norduslark, mi nuevo hogar.

Mis damas me llevaron hasta la nueva habitación, yo entre algo miedosa, mientras estas cerraban la puerta por detrás de mí. Cuando me adentre me tope con la figura de Iorak, el parecía ya esperarme; cubría su cuerpo con una bata roja con bordados en dorado y un cuello de piel de zorro café y con su mano derecha sujetaba una copa con alcohol. Me mantuve en silencio y solo baje mi mirada entonces el fue hasta mi, dejando aquella copa de lado y sin decir nada simplemente comenzó a besarme fuertemente, yo me quede sorprendida y me aleje un poco de él, haciéndome hacia atrás topando con una mesa la cual tumbe con mi cuerpo.

El me vio extrañado y fue cuando me tomo de la cintura, y me cargo, con sus fuertes brazos, yo me sorprendí e intente zafarme, pero cuando el me bajo al suelo, me moví en una dirección opuesta a el, tumbando los licores de cristal, puesto que el me seguía. El parecía no entender mi reacción, ni por que yo huía asustada, por lo que cada vez que se acercaba a mí, lo hacía con movimientos más bruscos. Asustada intenté correr hacia el otro lado de la habitación, pero el me atrapo y pego su cuerpo al mío, me dio la media vuelta, a lo que yo me sujete de una de las cortinas de la cama, la cual tumbe de la fuerza y entonces él tomó mi cuerpo y lo aventó a la cama de colchas blancas, yo me quedé estupefacta, él comenzó a romper los amarres de mi bata semitransparente, mientras yo me quedaba quieta recordando las palabras de mi hermano, sin saber bien qué hacer.

Sentí como el toco todo mi cuerpo y fue cuando el se desnudo. Levante mi vista para evitar verlo, pero mire de reojo su desnudez y vi aquella cosa que colgaba entre sus piernas, rápido pensé en Ocatvius y como había descubierto que el tenia la misma cosa cuando nos bañaban de niños.

Comencé a respirar aceleradamente y el se poso sobre mi cuerpo frágil y desnudo, mientras el recorría mi cuerpo con sus fuertes manos extasiado de poder verlo y recorrerlo, abrió mis piernas a lo que yo no me negué y solo mire en otra dirección y fue cuando introdujo aquella cosa en mi. Grite de dolor he intente zafarme de él casi al instante, moviendo mi cuerpo hacia arriba para sacar aquella cosa de mi, pero al ver mi reacción el me tomo de mis pequeños hombros y evito que me alejara, entonces comenzó a meterse una y otra vez. Por mas que intentara alejarme, el me sujetaba para que no lo hiciera, yo intentaba empujarlo pero era imposible el era extremadamente fuerte y alto, jamás podría zafarme de el, cuando vio que yo hacia esto, el me sujetó del cuello, para así inmovilizarme.

Duró un largo tiempo haciendo aquellos movimientos, que yo solo gire mi rostro mientras lloraba en silencio por el dolor. El hizo con mi cuerpo lo que el quiso, hasta que termino. Cuando el lo hizo, rápido me escabullí de su agarre; adolorida me aleje de el para esconderme en un rincón, mientras me sujetaba las rodillas intentando cubrir mi desnudo cuerpo. El cansado y con la respiración acelerada vio lo que hice y no dijo nada, entonces se comenzó a acercar a mi, pero yo escondí mi rostro. El cubrió su cuerpo con la bata roja y tomó mi vestido para dármelo, se acercó a mi lentamente, estirando su brazo, me entregaba mi ropa, yo lo mire sin entender y el tampoco dijo nada, entonces yo temerosa y temblando me estire para alcanzarla y la tome para rápido cubrirme con ella. El estaba serio y se quedó viéndome ahí por unos segundos intentando descifrar mi comportamiento y entonces salió de la habitación.

Me subí a la cama, abracé mis rodillas intentando hacer que el dolor se fuera, pues me encontraba realmente adolorida. Ni siquiera quería llorar, simplemente no entendía nada de lo que acababa de suceder, solo sabía que aquello dolía y que Octavius me advirtió de este dolor.

ROSA INVERNALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora