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Había terminado de bañarme cuando Agda entro a mi habitación diciendo que el emperador había mandado a llamarme, cuando ella se fue, una de mis esclavas fue hasta mi para cubrir mi cuerpo y secarlo mientras pensaba que era el momento de que yo también disfrutara y no dejar que el me tome por la fuerza.

Mis sirvientas solo cubrieron mi desnudo cuerpo con un abrigo de terciopelo rojo que me llegaba hasta los pies, acomodaron mi cabello en un larga trenza y me perfumaron. Mientras ellas cantaban felices pues significaría la creación del nuevo heredero. Me acompañaron hasta la habitación compartida, la llamaba así pues esa habitación era solo para que el emperador y la emperatriz durmieran juntos. Cuando las puertas se abrieron me tope con una fogata al centro de la habitación y al final de esta, la enorme cama que era cubiertas por la piel de un animal café, la habitación era cálida y acogedora, mientras yo observaba escuche como las puertas se cerraron por detrás de mí, pero no veía la figura de Iorak por ningún lado. Voltee a ver las puertas cerradas, vi la figura de Iorak, quien también parecía cubrir su cuerpo con una bata, la cual se quitó rápidamente para acercar su desnudez a mi.

Los nervios me ganaron y comencé a dar pasos hacia tras, pero el me tomo entre sus brazos, vio mi rostro unos segundos, parecía contento, como si lo hubiera extrañado; mientras su larga y grande mano me retiraba un mechón dorado de mi rostro, para después acariciarlo, el tomo mi cabello, deshaciendo mi trenza para tomar grandes mechones y comenzar a olerlo, mientras yo observa cuidadosamente cada movimiento que hacía. El acerco su rostro a mi cuello para olerlo y plantarme un beso, yo comenzaba a sentir ciertas mariposas en el vientre, por la suavidad de su tacto, pero entonces todo se volvió brusco y el Iorak que me había tomado la primera vez volvió, el deshizo el nudo de mi bata velozmente y me la arrebató con fuerza dejándome desnuda ante el.

Pegó su cuerpo aún más junto al mío y sentí como aquella cosa que plantaba la semilla estaba dura, entonces el me cargó y me llevó hasta la cama, pero no me dejó sobre esta, sino a los pies de la cama. Me planté sobre mis pies y entonces él bruscamente me dio la vuelta, yo me sujete de uno de los cuatro postes de madera de la cama, mientras el me tomo del cuello he intento agacharme, entonces yo grite —No— el se detuvo unos momentos al escucharme hablar y fue cuando el me tomo de las caderas y comenzó a separar mis piernas, pero yo junte todas mis fuerzas y voltee mi rostro—No— volví a gritar.

 El se sorprendió tanto que pude ver como sus ojos se abrían de la sorpresa, pero eso no lo detuvo, nuevamente intentó doblegarme y fue cuando yo me volteé y quite sus manos de encima de mi. Entre el forcejeo de ambos, nos quedamos por unos momentos viéndonos al rostro, principalmente el sorprendido por la nueva yo. Sin pensarlo el me cargo y me dejo sobre la cama, mientras yo forcejeaba. El se poso sobre mí y entendí que pasaría y así fue, mis manos pararon de moverse y simplemente reposaban, mientras el me daba duro.

 Duramos así un rato cuando el término. Mientras el salía de mi, yo cerré mis piernas y levanté un poco mi vista para ver a donde iría, entonces vi que el desnudo fue y se sentó cerca de la fogata a descansar, regrese mi mirada al techo y no sentía tristeza, por primera vez no lo hacía, sino sentía enojo, conmigo y con el, mientras tenia mil pensamientos, me di la media vuelta sobre la cama y pase a dormirme.

A la mañana siguiente cuando mis sirvientas entraron yo ya las esperaba con mi bata puesta, para mi sorpresa fue que ellas me contaron que mi esposo si paso la misma noche en mi habitación, pero a decir verdad no lo hizo junto a mi, pues yo no sentí su calor en toda la noche. Ellas me bañaron y vistieron para tomar el desayuno al cual Iorak no asistió pues se había ido de cacería con sus guerreros. Le conté a Aynur lo sucedido y ella me dio mas consejos para evitar que sucediera los mismo, pero yo ya había formulado mi plan, sino entendió de esa forma tendría que ser más directa, le hablaré.

Iorak había llegado a la mañana siguiente y yo había pedido un desayuno privado. Me puse un vestido color crema casi volviéndose amarillo, este se ajustaba a mi figura, por encima me había puesto un abrigo cafe de piel que llegaba hasta mis rodillas, un cinturón de oro se ajustaba a mis pequeñas caderas, me colocaron un pequeño sombrero blanco que se sujetaba a la coronilla de mi cabeza y trenzaron mi cabello en una larga trenza con pequeños detalles en rojo y naranja.

Yo ya lo esperaba en la mesa a solas, con solo un sirviente cuando el entro, me hizo una reverencia con su cabeza y tomó asiento, pidió un vaso con agua y comenzó su desayuno. Los dos lo hacíamos en silencio, mientras el observaba los jardines a través de la ventana, yo no para de pensar como lo haría, pero lo hice.

—Es una espléndida mañana ¿no lo cree? —dije mientras lo volteaba a ver, la habitación se quedó en silencio y el me volteo a ver, yo le mire a los ojos y mis labios dibujaron una pequeña sonrisa, entonces él bajó su mirada y algo confundido dio un bocado más a su platillo. Yo regrese mi mirada a mi plato algo ofendida y triste, pues el no me había contestado. Extendí mi mano para alcanzar la copa de cristal y beber agua, cuando de la nada escuché su fuerte voz.

—Pienso lo mismo— dijo secamente, solo así, el dejo aun lado su plato y se puso en pie, pero antes de salir el se despidió con una reverencia y salió de aquel pequeño salón.

Aquella pequeña interacción hizo mi día, mi semana, pero que digo el mes completo. Todo ese día no paré de sonreír, pues me había probado a mi misma que era valiente y que las cosas eran diferentes, que no seguiríamos las reglas.



ROSA INVERNALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora