CAPÍTULO|19

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DONOVAN

Con las manos atadas sobre la espalda y ese tierno sello de timidez combinando con lujuria que a mí no me podía ocultar y lo era todo, Kin se me quedo mirando desde arriba.

Sonreí cuando la noté respingar al entender lo que iba a pasar y sus piernas temblaban incluso antes de que yo la empujara hacia mi cara y la comenzara a saborear.

Estaba cálida y muy mojada, su sabor era perfecto.

Y esos quejidos ¡Joder! De sólo escucharla mi erección se hacía más intensa.

-Donovan ¡haa! Donovan por favor...

Me habría encantado poder contestarle, pero mi boca estaba extremadamente ocupada en algo más importante.

Estaba tan concentrado en hacerla vibrar que me tomó un poco por sorpresa cuando sentí que ella comenzaba a menearse por sí sola y lo que amé más es que al parecer Kin tampoco lo había notado.

Se mecía lentamente con los ojos cerrados, mordiéndose ese labio con lo loco que me volvía que lo hiciera y la dejé ser, me satisfacía mucho su iniciativa y lo deliciosa que ella era; mis dedos enterrados en su cintura mientras le iban llevando el paso, sus gimoteos no cesaban y de vez en cuando pequeños espasmos la detenían y la hacían estremecer.

-Creo que ya voy a llegar... -mi sol iba a brillar y su voz sonaba como miel derramándose, cristalina y dulce-. ¡Haaaaaa!

Dioses. Que espectáculo: su perfecto gemido al llegar, su cuerpo trepidante, sus piernas apretándose sobre mi rostro y su centro palpitando todavía sobre mi boca que saboreaba el néctar de su orgasmo. Su respiración agitada y la forma en la que miró hacia el techo haciendo que se le marcaran las clavículas, sus manos seguían fuertemente atadas por ese inocente listón para cabello, su respiración todavía no se regulaba y en su frente aún estaban formadas pequeñas perlas de sudor.

No pude esperar a que su cuerpo estuviera pasando los efectos del orgasmo, me arrodillé a su lado y la abrace, nuestros rostros quedaron muy unidos, Kin contemplo mi boca con curiosidad.

-¿Ya quedó claro lo que pasa si te portas mal?

Me miró con ojos aún coquetos y su rostro sonrojado.

-Con ese tipo de castigos creo que podría volverme un poco más traviesa.

Me hizo reír y volví a besarla de felicidad porque solamente los dioses sabían cuánto les recé para que esos momentos se hicieran realidad.

-Fantástico.

-¿Ahora ya me puedes desatar?

-Lo siento, pero si no has aprendido la lección el castigo todavía no termina.

Su rostro de sorpresa era algo digno de contemplar y tomé un extenso vídeo mental mientras escondía una de mis manos entre nosotros y un par de dedos recorrían el suave camino entre su vulva hasta hundirse dentro de ella: cálida e hinchada todavía.

Un suspiro se le escapó a al sentir la suave caricia y otro a mí al sentir su calidez.

-Caliente sol -pronuncie sobre su boca roja y deliciosa.

La empine bocabajo sobre la cama con mucho cuidado y la ayude a que levantara ese culo tan lindo que tanto me gustaba.

-Espera Donovan ¿Qué vas a hacer? -su voz temblaba y se veía tan apetecible con su mejilla aplastada sobre el colchón intentando mirarme mientras me posicionaba detrás de ella.

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora