CAPÍTULO|40

3.1K 404 117
                                    

DONOVAN

No quería discutir con Kin y tampoco tenía la suficiente cabeza para hacerlo por lo tanto, ni si quiera proteste o me negué.

Me tomó de la mano y me empujó hasta la puerta, ya íbamos de salida cuando Noah salió de su recamara.

-¿Qué está pasando? -preguntó con el ceño fruncido-. ¿Han arreglado tan rápido todo y ahora se van así nada más?

Me miraba sobre todo a mí, no parecía contento con lo que estaba pasando.

-Esto es importante Noah, por favor, déjanos ir. Te lo explicaré más tarde.

-¡No te lo permitiré! -alzó los voz y me pareció ver al Noah que había conocido hace más de un año.

-¡Su hermana murió! -soltó Kin con el mismo tono de voz así nada más y el rostro de Noah se ensombreció rápidamente, volteó a mirarme cómo si hubiera cometido la peor cagada de su vida.

-Dioses..., lo lamentó hermano -me dio una palmada-, pero de todas formas no puedo permitir que te la lleves así nada más y menos en su condición.

Ambos volteamos a verla.

-¿De qué hablas Noah?

Lo miré confundido y de regreso a Kin que abrió sus ojos como platos y palideció.

-Yo..., yo... -intento decir ella, pero la voz le fallaba.

-¿De qué habla? -volví a preguntar mirándola con insistencia.

-¿No te lo ha dicho todavía? -cuestionó él más disgustado que antes.

Kin abrió la boca pero no expresaba palabra alguna, incluso me dio la impresión de que había comenzado a temblar.

-Es que yo... -su voz titubeaba.

-Sus malos hábitos le está pasando factura. El día del juicio se desmayó y no ha estado muy bien de salud desde entonces.

¿Pero que mierda? Esa información no lo sabía ¿Por qué Noah no me había hablado de aquello antes? Volteé y miré a mi sol que en realidad parecía un poco más relajada que algunos segundos atrás como si lo que había dicho su hermano fuera para menos.

-Si, pero ya estoy mejor y las vitaminas me están ayudando mucho y presiento que solamente es un bajón momentáneo, lo juro. A ambos.

Suspiré e hice un espacio en mi cabeza para pensar las cosas.

-Está bien pero... ¿Puedes darnos un minuto, Noah?

-Pero nada de irse, por favor.

-Gracias.

Volvió a su recamara y hasta que estuvimos solos volteé a ver a Kin. Tomé su mejilla con cuidado y su rostro ya se dibujaba afligido y desilusionado porque sabía cuál era mi decisión.

-Lo siento -comencé-, pero si vuelves a desmayarte o terminas de nuevo en un hospital por mi culpa no me lo podría perdonar. ¿Lo entiendes verdad?

Tan sólo afirmo con la cabeza de forma desganada y me abrazo.

-Lamento mucho lo de..., Scarlett.

Sabía que para ella había sido difícil mencionarlo pero lo hizo.

-Gracias. Y lamento que no podamos hablar.

-Está bien. Ya será después, si ya hemos esperado todo este tiempo, creo que podemos hacerlo un poquito más.

-Pronto será la feria y tal vez podríamos tomarnos ese tiempo para nosotros. Te veré ahí ¿Cierto?

Ella se separó de mis brazos y afirmó con la cabeza y una media sonrisa.

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora