CAPÍTULO|31

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DONOVAN

En toda la noche no pude pegar el ojo por los jodidos nervios que me cargaba y ya no tenía caso que siguiera dando vueltas en la cama por lo que preferí salir antes de casa y tal vez esperar tomando un café.

Necesitaba que ese juicio saliera bien para que Kin al fin pudiera estar tranquila y protegida de ese monstruo.

Era la primera vez en todo ese tiempo que íbamos a volver a vernos y me estaba matando saber que no podría tener contacto con ella.

Por Eros y Ares que adentro de mi había una guerra entre el amor que toda mi vida sentiría por Kin y lo que su hermano me había pedido que hiciera para no comprometer el caso y que todo marchara a su favor pero de solamente pensarlo tenía miedo de como fuera a reaccionar y se me revolvían las tripas.

Ya había llegado al juzgado cuando vi una motocicleta estacionándose frente a mí, el vehículo no era nada inusual pero mis ojos se jalaron hacia el conductor que se quitó el casco y se quedó mirándome de frente.

Estaba un poco sorprendido de ver a Morfeo ahí y a la vez no, era obvio que Kin le importaba mucho.

Iba a ignorarlo y seguir mi camino, pero su voz me detuvo.

-Hola de nuevo...

Con una ceja levantada volví mi vista hacia él.

-Es muy temprano para que estés aquí ¿No? -respondí.

-Acabo de salir del trabajo y decidí llegar antes.

-Ya... -mencione con indiferencia. Me quedé mirándolo fijamente, pero él no parecía nada intimidado, incluso me sonrió.

-Iba a comprar un café por lo mientras. ¿Gustas acompañarme?

Miré hacia todos lados meditando si era buena idea aceptar su invitación y la verdad es que daba igual, ya no tenía ganas de romperle los testículos y si ahora estaba ahí para apoyar a Kin, la culpa no era suya si no mía de cierta forma por entregársela en charola fina.

Ambos caminamos en silencio hasta una pequeña cafetería donde nos atendieron de inmediato. Nos sentamos uno enfrente del otro y el ambiente no podía estar más tenso, lo que me importaba una mierda pero a él...

-No esperaba verte aquí -parecía que Morfeo no soportaba los silencios largos y saqué una sonrisita levemente sarcástica antes de responder.

-Vine a testificar a favor de Kiny.

Morfeo le dio un sorbo a su café mientras miraba hacia la calle.

-Ya veo. Ella va a valorar mucho eso, eres una pieza importante en todo esto.

Fruncí mi ceño al escucharlo mencionar esas palabras y no disimule mi disgusto cuando volteó a mirarme.

-¿Entonces ya lo sabes todo? -lo cuestioné.

-Kin me lo contó. Todo. Y movido por la curiosidad, también me leí tú libro, mira -lo vi sacar un ejemplar de su mochila y ponerlo sobre la mesa-, me contó que lo escribiste para ella.

-¿A sí?

-Si y estoy demasiado asombrado. Nadie podría competir contra semejante carta de amor..., por eso no puedo entenderlo.

-¿El qué?

Por primera vez el idiota tuvo el valor de mirarme a los ojos y no me gusto para nada lo que encontré en ellos.

-¿Cómo dejaste ir a semejante mujer por...,? Lo siento, no sé cómo debería llamar a esa persona por la que las cambiaste -su voz comenzó a escucharse más golpeada-. ¿Sabes por todo lo que ha pasado Kin en este tiempo por tu culpa?

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora