CAPÍTULO|10

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KIN

No era tequila pero como si lo fuera, uno de los besos de Donovan resultó más que suficiente para olvidarme de mi tristeza y mi miedo.

Nuestros labios se separaron lentamente mientras ambos nos mirábamos y fuimos de regreso a la camioneta, me ayudó a subir y abrigó mi cuerpo con una chaqueta que llevaba en el asiento trasero.

-¡Váyanse a un hotel que aquí estorban! -gritó alguien mientras nos esquivaba.

-¡Que te follen! -se defendió Donovan enseñando el dedo medio antes de subir al auto y no pude evitar reírme un poco con su reacción.

Continuó la marcha y afuera seguía lloviendo pero con él manejando me sentí más segura, aunque había todavía algo que me estaba molestando y no pude evitar preguntarlo.

-Y... ¿Cómo supiste lo del accidente?

-Por papá. Él y Noah se acompañaron en la sala del hospital mientras estábamos internados.

-¿In-Internados? ¿Te refieres a que tú también...?

De pronto me vino a la cabeza la charla con Noah al salir del hospital sobre el hombre que se acercó a despedirse de nosotros. «Un tipo que conocí en la sala de espera. Nos hicimos compañía la primera noche y sin querer comenzamos a conversar, su hijo casi muere de sobredosis.»

Sentí un hueco en el corazón ¿Entonces aquel hombre el padre de Donovan? ¿Donovan había estado a punto de morir?

-Y no te enojes con tu hermano, seguramente él tampoco se enteró de la coincidencia -interrumpió mis pensamientos-. Todo fue de último momento y cuando yo y mi padre nos dimos cuenta de que estuvimos todo ese tiempo en el mismo lugar ya era demasiado tarde..., ya te habías ido.

Donovan se mantenía sin expresión mirando al frente. Quería seguir preguntando pero sabía que mientras más supiera más iba a doler, y no me arriesgué.

Nos mantuvimos en silencio lo que resto del camino y si había oportunidad volteábamos a mirarnos de vez en cuando y me tomaba de la mano si no era necesario tenerla al volante.

No estaba segura de a dónde íbamos pero tampoco me interesaba saber, estar ahí, así y con él se sentía hermoso y no quería que terminara nunca.

Cuando estuvimos al fin sanos y a salvo en el estacionamiento de su hotel, automáticamente Donovan se deshizo del cinturón de seguridad y se abalanzó sobre mi boca que con cierta tención le correspondió.

Una tención sexual que electrificaba nuestros cuerpos y que nos siguió hasta el elevador y no se rompió hasta que entramos a su habitación.

¡Como pesaba nuestra ropa mojada! Lo bueno es que no era difícil quitar.

Salió volando mi pantalón y también su camisa, le siguió mi suéter y su cinturón, cada cosa eso si sin separar nuestros labios.

Me cargó y me subió al tocador, mi espalda desnuda chocó con un espejo muy frío que sólo logró levantarme más los pezones y ponerme la piel de gallina pero Donovan se encargó rápidamente de aliviar esa sensación con el toque de sus manos tibias por toda mi piel.

Mis gemidos rompían el silencio con sus caricias, sus gruñidos me secundaban y cuando ya estaba protegido volteó a mirarme y me ordenó:

-Dime que lo quieres.

Por Eros que si lo quería, apenas habíamos hecho nada y ya estaba tan mojada como él erecto y perfecto sólo para mí y esos ojos, como había extrañado la forma en la que se oscurecían cuando me iba a hacer el amor.

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora