CAPÍTULO|4

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DONOVAN

Tal vez nadie lo sabía pero poseía el don de tener sueños demasiado lúcidos y aunque por muchos años lo sentí más como una maldición que una bendición esa noche me alegre por tenerlo.

Fue como una señal de los dioses para avisarme lo que se avecinaba, un juego de Afrodita o su hijo Eros que me susurraron al oído el último recuerdo preciado que tuve con Kin.

Fue en nuestra última cita. Kin y yo estábamos dentro de mi camioneta riéndonos como locos.

Tal vez era porque habíamos tenido un día maravilloso en el lago aquella tarde, tal vez porque la lluvia casi nos mojaba mientras dormíamos o simplemente porque éramos muy felices.

-Te amo Donovan.

Todavía me acuerdo la forma en la que me miraba y cuando se terminaron las carcajadas simplemente se acercó a mí y me beso.

Sus labios iban al compás de la ligera llovizna que había afuera y sus mejillas enrojecidas contrastaban con sus labios que tanto había mordido.

Era tan hermosa, la veía perfecta y cualquier de sus caricias me volvía loco, incluso en ese momento me hizo gruñir sobre su boca, no importaba que más temprano hubiéramos estado juntos, la deseaba siempre, la deseaba en ese instante así cómo estaba, con mi estúpida camisa que más bien se le veía como un vestido y sus pezones levantados por la sensación de frío clima.

La admiré por completo mientras ella se perdía mirando por la ventana. Mi tierna y dulce Kiny ¿Cómo carajos la podría olvidar?

Ella se dio cuenta y sonrió.

-¿Qué piensas? -amaba esa coqueta sonrisa.

-En ti.

-Si estoy aquí a tu lado.

-Y no te imaginas lo mucho que me encanta.

Su mirada se encogió y de forma traviesa señaló mi entrepierna que no podía ocultar lo duro que estaba por tan sólo verla.

-Puedo notarlo -mordió sus labios con lo mucho que eso me enloquecía y ella lo sabía.

La jale con firmeza hacia mi lugar y ella no opuso resistencia, le besé la boca como si supiera que no habría mañana y ella estaba muy ansiosa también, se notaba en la forma en la que movía sus caderas encima de mí.

Se sentía fabuloso no era algo que pudiera hacerme resistir mucho más.

Sujeté su rostro y la miré fijamente a los ojos mientras afuera el cielo tronaba, sus labios se entreabrieron dudosos si debían hablar.

-Hazme el amor como si fuera la última vez.

Su voz sonaba un poco tímida pero no me importó, tenerla y escucharla era un sueño, quería cumplir todos sus deseos sin saber que se iban a hacer realidad.

-Ahora vas a saber lo que es que te follen de verdad en un auto.

Ella solamente sonrió, sabía perfectamente de lo que hablaba y simplemente nos acordamos de su patético ex por esos segundo solo para reírnos de él.

Le quite la camisa de un tirón y sabía que ella moría de ganas porque me metiera a la boca sus pechos, pero no se lo iba a poner tan fácil y tan sólo alcance a tocarla con mi aliento, mientras que mi mano se introducía dentro la ropa interior.

¡Dioses! Estaba tan mojada ya.

Ella tampoco me la ponía fácil a mi más sin embargo mantuve la calma y le seguí metiendo la lengua a la boca al compás que mis dedos de movían en su interior.

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora