CAPÍTULO|43

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DONOVAN

Por la madrugada comencé a sentir un poco de frío, abrí los ojos y descubrí a Kin que entre sueños intentaba obtener un poco del calor de mi sabana de hospital.

Estaba en una muy mala posición y estaba seguro de que por la mañana iba a terminar con un horrible dolor de cuello.

Con cuidado acaricié su espalda y le llamé, le costó trabajo, pero volteo a verme con sus ojos adormilados.

-¿Está todo bien? ¿Quieres que llame a alguien?

Le sonreí y negué con la cabeza. Se veía demasiado tierna con su abrigo marcado sobre su mejilla en un intenso rojo y el patrón de la tela.

-Ven aquí.

Me hice a un lado y le di un par de palmadas a la cama.

-Pero Donovan, no creo que sea buena idea. Podrían regañarnos.

-Más vale pedir perdón que permiso.

-Necesitas descansar.

-No lo haré con este jodido frío de hospital. Necesito tu calor.

Kiny sonrió y se sonrojo, también esquivó mi mirada, al parecer había mal entendido mis palabras.

Bueno..., ese tipo de calor tampoco era mala idea, pero a decir verdad si me sentía un poco cansado todavía y el dolor de cabeza no desaparecía por completo. Estando tan jodido no podría darle el tipo de "calor" que ella se merecía.

Sonreí para mis adentros esperando que mi sol no tuviera alguna clase de súper poder con el que hubiera escuchado todos mis sucios pensamientos.

Volteé a verla y la vi quitarse los tacones e intentar acomodarse a lado de mí. Entre pequeñas sonrisas nos acomodamos en la cama individual y quedamos uno frente al otro.

Su hermosa mirada que domaba a cualquier bestia tan sólo se dedicó a contemplarme de tal forma que me hacía sentir como una bola de helado derritiéndose ante su brilló.

-Te extrañé -susurró.

Iba a responderle que el sentimiento era mutuo pero sus labios se pegaron a los míos y comenzaron a moverse con urgencia; no pude evitarlo, le correspondía al instante y mientras nuestro beso se prolongaba más había una fuerza que nos empujaba e intensificaba la situación.

Cuando menos me di cuenta Kin ya está sobre mí, la sábana se había caído el suelo y su falda estaba levantada hasta sus muslos y mis manos aferradas a ellos.

Volteamos a mirarnos y el aire nos faltaba y sus labios habían quedado tan carnosos y rojos, su mirada brillaba y que jodido choque de amor sentí en ese instante.

Se suponía que yo no estaba del todo bien, se suponía que algo así no pasará y ambos debimos de tener cabeza fría en un momento y lugar como en el que estábamos, pero junto a ella todo se olvidaba, ya nada dolía, nada importaba, éramos dos cuerpos encerrados en un pequeño universo acogedor.

Y volvimos a besarnos mientras ambos luchábamos para quitarle su abrigo, también nos deshicimos de su camisa y en la pequeña pelea salvaje terminaron volando un par de botones.

Traía un sostén tan sexy y al verlo sonreí al instante como si fuera un niño premiado con un chupete nuevo.

-¿Te gusta? -joder, Kiny se había dado cuenta, me mordí el labio y solamente pude afirmar moviendo la cabeza para después seguir besándola hasta llegar a su cuello.

¡Mierda! Estaba tan caliente, ya no podía negarlo y sabía que ella lo sabía pues la sentí apretarse más sentada sobre mí y ese gemido tan lindo que salió de su boca...

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora