CAPÍTULO|11

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DONOVAN

Amaba la reacción sorprendida de Kiny con sus benditos ojos abiertos de par en par y la forma de sus labios entreabiertos. La abrace y bese su cuello muy lentamente hasta llegar a su oído.

-Ya sabes que hacer -le susurré y ella sin una pizca de duda apoyó sus manos sobre la ventana empañada, abrió ligeramente sus piernas y se puso de puntas para darme acceso a su cuerpo.

Aunque moría por unirme a ella de esa forma, calme mis instintos y me senté en la cama para admirar mejor tan perfecta visión. Amaba sus pechos bien parados por su excitación, ese culo de infarto que se le hacía al ponerse en esa posición y su piel con algunas marcas de la vida que la hacían ver tan guapa y única..., que la hacía Kin. Mi Kin.

Y no. No hablaba de ella como mi propiedad, si no yo de la suya. Era la dueña de mi alma y mi corazón, de mis pensamientos y de mi cuerpo, de esa erección que estaba volviéndose loca por hundirse y unirse con ella.

¡Joder! Si no la hacía mía iba a explotar y no de la forma que a mí me gustaría.

Volteó a mirarme con sus ojitos deseos y confundidos.

-¿Pasa algo?

-Pasa todo Kiny -respondí con tanto deseó en mi voz para luego abalanzarme a su cuerpo y conectarnos con una perfecta y cálida embestida.

¡Por Zeus! Era exquisitamente caliente y ese gemido que soltó cuando estuve hasta adentro me puso un poco más alterado.

Que ganas tenía de moverme más rápido pero, necesitaba desearla más, disfrutarla y endulzarme los oídos con sus gemidos gloriosos llamándome por mi nombre.

-¡Donovan!

-¿Si?

-No pares...

-Mandona.

-Aprendí..., del mejor.

Escucharla así me ponía un poco más pervertido de lo habitual, esa nueva fase de Kin me calentaba de más y debía controlarlo o me volvería loco.

Cambiamos de posición y busqué su boca preciosa y roja mientras volvía a hundir dentro de ella.

Se columpiaba en mis brazos con firmeza y astucia. Recordé el día que le enseñé a moverse de esa forma tan sexy y ahora era toda una experta; se sentía tan bien estar así, moviéndonos con un ritmo peligroso. Fue tanto el impulso que caímos a la cama y si creí que eso iba a detener a la dulce y tierna Kin, estaba muy equivocado porque ni bien se acomodo comenzó a cabalgarme cual jinete de campeonato.

-¡Oh mi sol! Por Zeus no pares.

Se sonrojo al escucharme llamarla así, pero no pude evitarlo, ella era el día, yo el anochecer y había un punto que nos unía cuando su puesta llegaba y era hermoso y perfecto como este momento.

Y cuando lo escribí en mi libro, secretamente hablaba de cuando hacíamos el amor pero de una forma sutil y romántica que la pervertida entendió seguramente de inmediato. Sus ojos pícaros me lo decían todo, no hacía falta preguntárselo.

Un rato después y con una sonrisa en los labios terminamos tendidos sobre la cama. Me faltaba el aire y tenía sus dedos marcados sobre mi pecho, podía sentir sus piernas temblando todavía.

Nos quedamos en silencio por un rato y me acerqué a besar su hombro. El dulce olor de su cuerpo me embriagaba y ella me miró con dulzura como tantas veces lo había soñado, su mejilla eran los pétalos más bonitos rojos y vivos.

Mis dedos viajaron por sus clavículas y su cuello mientras me acercaba a darle un beso lento y sé que le agradó pues me dio espacio para continuar.

Cuando menos me di cuenta de nuevo estaba encima de ella como la vez en el lago y nos quedamos mirando firmemente a los ojos por un buen rato como no lo habíamos hecho en mucho tiempo. Entonces abrí la boca y simplemente solté una pregunta que llevaba torturándome desde hace mucho tiempo:

-¿Todavía me amas?

Sabía que era el sexo, coger, follar o como cada quien lo quiera llamar, después estaba hacer el amor, donde había una unión más halla que lo carnal pues había cariño de por medio pero, ahora después de un año separados no sabía si era algo que teníamos todavía nosotros dos y no pude evitar cuestionármelo.

KIN

Su pregunta me tomo tan desprevenida que me levante a prisa y provoque que nos pegáramos en la cabeza. Obviamente los dos nos quejamos por el dolor y él se hizo a un lado al instante.

-Lo siento -comencé a sobarme al igual que Donovan.

-Lo siento yo. Se que fue repentino pero necesito saberlo.

Volteo a mirarme dejando el dolor de lado y sus ojos profundos me pusieron tan nerviosa que tomé la sabana para cubrir mi cuerpo.

Negue con la cabeza y agache la mirada, no podía mirarlo a los ojos de inmediato.

-No es tan fácil.

Hubo un silencio frío e incómodo en el lugar, no sabía si en parte se debía al clima pero incluso comencé a temblar.

-Si lo es Kin. Sirve un sí o un no, aunque con tú actitud puedo saber la respuesta.

¡Oh mierda! Como odiaba eso de él. Donovan no podía saber sobre mis sentimientos de alguna forma. Voltee a verlo un poco molesta y mi ceño fruncido no me podía dejar mentir.

-Tú no sabes nada.

-Por supuesto que lo sé. Tu actitud dice más que mil palabras.

Lo vi levantarse y ponerse la ropa, pero no. Yo ya no era la Kin que se quedaba como tonta sin luchar sus batallas y también me levanté y lo encaré. Hice lo mismo que él y lo sostuve de las mejillas para obligarlo a mirarme a los ojos.

-¿Sabes cuánto extrañe esto? Todo este tiempo ha sido una horrible tortura entre quererte y odiarte. Después de lo que vi esa tarde en tu casa ¿no creíste que iba a olvidarlo tan fácilmente o sí?

-¡Pero leíste el libro! -intentó defenderse.

-¡Si! hace unos cuantos días y aún hay mucho que procesar. Tus estúpidos secretos me hicieron mucho daño y eso no se puede borrar de la noche a la mañana.

-¿Entonces por qué estás aquí?

-¡Por que todavía te amo! Estúpido tonto egoísta... -Donovan abrió los ojos redondos como platos y podría jurar que tal vez nunca había logrado ese efecto en él-. ¡No necesitas una respuesta para saberlo cuando todo de mi lo grita, pero sigues siendo un imbécil para darte cuenta de que tienes que confiar en mi!

A esas alturas ya había agachado su mirada.

-¿Hubiera podido confiar en ti si te hubiera contado todo sobre Scarlett? -su voz se apagó y esa profundidad dolía en mi corazón.

-Hubiera sido mucho más fácil que encontrarte como te encontré y..., pensar que estabas cogiendo con tú hermana pero ahora no lo sabremos porque no confiaste en mi...

Donovan no contesto, se quedó mirando al suelo y yo lo tenía que sacar, necesitaba saberlo, ya no podría soportarlo por más tiempo:

-Es cierto lo que escribiste... ¿Ella te iba a violar? ¿Por eso terminaste en el hospital?

Solamente lo vi hacer una mueca de dolor y apretar los ojos como si intentara cancelar esos recuerdos, luego apretó sus puños hasta poner los nudillos en blanco y así lo supe.

¡Por Atenea!

🤍Al menos ya hablaron ¿no? Nunca espere que esta escena fuera muy dulce sobre todo porque se iban a tocar temas muy fuertes.

Espero que el capítulo les gustara y de nuevo gracias por su apoyo, si todavía no me siguen recuerden hacerlo tal vez así si les lleguen las notificaciones y por favor un voto y/o un comentario me ayuda mucho a saber que tal va esto. Nos vemos en el siguiente capítulo.

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora