CAPÍTULO|7

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DONOVAN

La cosa es que, la mayoría de las veces nada sale como uno quiere.

Todavía estaba un poco enojado por lo de anoche, no lo voy a negar.

Ver a Kin con ese idiota bailando de esa forma tan sensual..., joder, me había vuelto loco.

¡Jodidamente celoso! Para que negarlo, quería levantarme y meterle un golpe a la cara a ese niño bonito: Morfeo ¿Qué clase de estúpido nombre era ese en primer lugar?

Y todavía como si no fuera suficiente ella y ese beso que me robó me tenía tan esperanzado y vuelto loco todo para que al final lo desestimara como si no hubiera sido la gran cosa.

«Si no hubieras sido tú, le habría tocado a Morfeo» Kin sí que había aprendido a hacer buenas heridas.

O tal vez era porque simplemente me lo merecía..., después de todo el daño que le había causado con mis secretos ahora me estaban pasando factura.

Cuando llegue al lugar de la presentación ella estaba sobre la acera esperándome con el teléfono en la mano y una jodida indiferencia que casi me rompe el corazón.

Que patético era que incluso con esa seriedad pensará que se veía muy bonita.

-¿Estas listo?

-Simplemente hagámoslo...

«De verdad. Hagámoslo...» dije en mi mente y una sonrisita se me salió justo cuando ella me observó.

-Adelante -rápidamente me esquivó la mirada y caminó adelante de mi para llevarme hasta donde sería la presentación.

Era una librería magnifica; eso de entrar y ser recibido por ese perfecto olor de libros recién impresos me traía siempre nostalgia, mis días trabajando como vendedor en un lugar muy parecido o mi época de estudiante de universidad en la biblioteca..., escondido con Kin entre todos esos libros.

Casi iba flotando con mis recuerdos cuando choque con ella y me pare de golpe, su cuerpo quedo atrapado entre una estante y yo, pude oler el perfume de su cabello cuando volteó y nos quedamos mirando fijamente por un momento.

-Para mi, el beso de anoche si importo, niña tonta.

Sus ojos abrieron de par en par y sus mejillas estallaban en rojo, se veía preciosas, igual que nuestra primera vez en la biblioteca y ese recuerdo fue más que suficiente para que me armará de valor y la besé.

Inmediatamente de tocar su boca una explosión agradable se extendió por todo mi cuerpo. ¡Carajo! Los labios de Kin de sentían fabuloso, era un beso tierno comparado al feroz que ella me había dado anoche, pero sentí que era la única forma de transmitirle lo imbécil que me tenía todavía y creo que lo estaba comprendiendo porque ella me correspondió.

Entonces su estúpido celular sonó y nos interrumpió. Fue muy graciosa la forma en la que bufó antes de darse la media vuelta y contestar con mucha seriedad aunque todavía se le notaba un poco aturdida.

-Estamos listos chicos, Dono... Pearlman está aquí si, detrás de los estantes altos.

Colgó y soltó un suspiro.

-¿Pearlman? -pregunté-. Tú puedes llamarme por mi nombre, ya lo sabes.

-Si, pero ellos no ¿Y entiendes que estamos trabajando? Me gustaría estar tan fresca como la mañana como lo estás tú.

-Bueno, yo no soy quien bebió como cosaco a noche.

Me encogí de hombros y preferí mirar tras los estantes repletos de libros que nos separaban de la multitud porque estaba casi seguro de que Kiny me estaba asesinando con la mirada.

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora