CAPÍTULO|27

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KIN

El aliento de Morfeo era tibio y olía a menta, sus ojos cálidos miraron los míos con insistencia y después mi boca.

No parecía muy seguro de dar el siguiente paso y yo por supuesto me volví de piedra en cuanto noté la intimidad de la situación.

Aun así mis manos comenzaron a sudar y mi corazón palpitaba con la suficiente fuerza para delatar lo nerviosa que estaba y recordé las palabras de Donovan:

«-¿Has llegado a pensar que serías más feliz con alguien cómo Morfeo? Creó que te sientes atraída por él.»

Eso no podía ser, no estaba para nada bien aquella situación pero como dije antes, estábamos a un respiró de aquel beso y cuando ni él ni yo pudimos contener el aire más, nuestras bocas se unieron.

Fue tan lento y tan suave el toque de sus labios, no hubo urgencia en la forma en la que se movía, era una caricia del alma, el toque de una pluma sobre mi piel desnuda que se conjugó con la forma en la que sus brazos me estrecharon todavía más fuerte y sin pensarlo cerré los ojos y me dejé llevar.

Mi boca temblaba, la de él también y solamente nos tomamos un respiro para volvernos a ver.

-¿Debería llevarte hasta tu puerta?

-Por favor -me apresure a decir.

Nos tomamos de la mano y fuimos hacia el elevador que estaba abierto de par en par, a esas horas de la noche ya nadie los solía usar.

Entramos y en cuanto las puertas se cerraron, volvimos a unir nuestras bocas con mayor urgencia.

La mezcla de su perfume con su chaqueta de motociclista era fabulosa. Sentí su mano deslizándose por mi cintura, mi cadera y fue bajando lentamente hasta colarse bajo mi vestido y apretar la piel de mis muslos.

Un gemido salió de mi boca y me volví un poco loca cuando sus labios besaron y chuparon mi cuello. Se sentía demasiado bien.

Llegamos a mi piso, pero nada paró ahí, en cuanto salimos la pared alcanzó a sostener nuestro deseo y termine acorralada por los brazos de mi amigo, amaba como respiraba y sus labios estaban todavía un poco picantes por culpa del gas.

Él me cargó, me sujetó con fuerza del culo y en el contacto pude sentir su firmeza entre mis piernas demostrando su poderío. Seguimos basándonos hasta que de pronto sentimos algo tibio y húmedo tocando nuestras mejillas.

Eran lágrimas frágiles y silenciosas, mis lágrimas.

Nos separarnos al mismo tiempo y Morfeo con una mirada preocupada y melancólica me volvió los pies al suelo, tan sólo se limitó a buscar mis ojos esperando que yo..., no lo sé. Después de todo lo que le había contado seguramente habría pensado que estaría llorando pensando que aquello había sido un error y no tardó mucho en expresarlo:

-Lo siento -agachó su mirada.

¿Qué debería de contestarle? Estaba perpleja, me sentía confundida, asustada..., asustada por lo que me hizo sentir.

Aunque no estaba segura de que era aquello.

Iba a limpiar mis lágrimas pero él me ganó y pasó ambos pulgares cuidadosamente sobre mis ojos; mientras lo hacía me atreví a contemplarlo y parecía tan asustado como yo, avergonzado de verdad y sus orejas estaban rojas incluso.

Volvió a abrazarme pero no con la misma intensidad, sus manos simplemente se mantenían en la misma posición sobre mi espalda aguantando la catástrofe de ese cúmulo de emociones que nos rodeaba.

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora