CAPÍTULO|37

2.9K 381 167
                                    

KIN

Retrocedí unos cuantos pasos hacia tras por la impresión y me quedé de piedra.

El habla se me fue, mis pensamientos también y solamente me aferre a mi barriga y el bolso que traía mi gas pimienta.

-No tengas miedo...

Scarlett intentó acercarse a mí pero yo saqué rápidamente el gas y lo apunté a su dirección.

¿Por qué nadie estaba pasando por ahí para auxiliarme?

-No por favor, es..., es sobre Donovan. No voy a hacerte nada, lo prometo.

Se giró y se levantó la polera que vestía.

-¿Puedes ver? Estoy limpia.

Su mirada no se veía arrogante o maníaca, más bien parecía igual de asustada que yo y su voz temblaba.

Aun así, no deje de apuntarle pero me tomé el tiempo de mirarla de pies a cabeza, de la chica elegante y con mucha confianza que había conocido hace más de un año ya no quedaba nada, se veía demasiado demacrada y en su rostro no había chispa, no parecía ser la señorita perfecta, en realidad parecía bastante normal e indefensa pero eso no me hizo cambiar de parecer.

-¿Q-Qué quieres? ¿Cómo me encontraste?

-Solamente deseo hablar y digamos que Donovan con el corazón roto es un poco despistado, me costó un poco encontrarte, pero lo logre.

Mis ojos de abrieron de par en par.

-¡No! Aléjate o llamaré a la policía.

-Es sobre él de quien quiero hablar, nada más.

-¿Qué hay con él? -las lágrimas amenazaban con salir se mis ojos.

-Se que está sufriendo.

-¿Por qué? Por estar pasando el tiempo contigo ¿O me lo vas a negar? Es más ¿Por qué estás aquí? Seguramente viniste a conocer su bonita casa nueva.

Scarlett no parecía preocupada, más bien se mostraba afligida.

-Doni no sabe que estoy aquí.

¡Por Zeus! Eso sonaba mucho peor.

-Ni si quiera hemos hablado después del incidente y la última vez que lo vi fue cuando estuvo ayudando a papá para encontrarme. Me escapé hace un par de meses y terminé hospitalizada unos días después al intentar quitarme la vida -se encogió de hombros-, él no tiene la culpa de nada.

El cuerpo comenzó a temblarme.

-Cuando desperté por completo lo primero que hizo fue reprocharme todo lo que he hecho desde el día que nos conocimos hasta ese momento.

-Ya no importa... -respondí con dureza.

-Sea como sea estoy segura de que solamente estaba ahí para asegurarse de que no volviera a escapar.

Nos quedamos en silencio, mirándonos.

-Una noche lo escuché llorar y aunque yo estaba postrada sobre la cama casi inconsciente, no me costó trabajo deducir que estaba así por ti.

Abrí la boca para decir algo pero nada me salía. ¿Y si decía la verdad? Aunque tratándose de ella, tenía mis dudas.

-Mira, no tienes que creerme ni decir nada, sé que tratándose de mi es difícil hacerlo -vaya, era igual de perspicaz que su hermano-. Solamente vine a decirte que lo perdones por lo que sea que esté sucediendo entre ustedes dos, no sé si esto se deba a lo que paso hace un año o hay algo más, pero es obvio que él todavía te ama.

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora