CAPÍTULO|24

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KIN

-¿Lo sientes? -preguntó Donovan sobre mi boca-. Esto...

El movimiento de sus dedos hundiéndose adentro de mi me hizo gemir al momento. Ahí tenía su respuesta y menos mal pues estaba tan concentrada en la placentera forma en la que estaba tocándome que no se me venía ni una palabra a la mente.

Intercalaba la forma de sus caricias de lento a rápido, afuera y adentro, concentrándose en mis puntos más sensibles como el buen conocedor que era de mi cuerpo a pesar de todo el tiempo que estuvimos separados.

Mi cuerpo tenía mucho calor, poco a poco comencé a sudar y entre gemidos y besos cuando creía que la situación ya no podía ser más intima, siempre había algo que lo superaba.

-Estas tan cálida -lo escuché decir y al abrir mis ojos lo encontré deleitándose visualmente con mis gestos y los movimientos de su mano en mi centro, haciéndome tan suya, siendo partícipe de mi intimidad y mi vulnerabilidad.

Me acerqué más a su rostro y pasé mi lengua por sus labios, Donovan alcanzó a morderla para atraparla y unirla con la suya en una sensual lucha que nos alejó de toda realidad.

Dejamos que todo fluyera y que nuestros instintos mandaran y entre nuestro beso simplemente hubo un momento en el que Donovan se hundió dentro de mi y no fuimos consientes si no hasta que el placer de su primer embestida comenzó a apoderarse de nosotros.

Mi gemido y su gruñido sonaron al mismo tiempo y se sellaron en nuestras bocas que seguían unidos.

Motivado tal vez por mis gemidos o por la sensación caliente de nuestra unión, Donovan comenzó a moverse con más intensidad.

Estando encima de mi era fácil verlo a los ojos y ver reflejado en ellos todo el amor que me profesaba; ahora ya no era una lata intentar mantener los ojos abiertos cuando me estaba haciendo el amor de esa forma tan deliciosa porque era muy gratificante conectar nuestras miradas mientras lo hacíamos.

Nuestra piel tan caliente comenzó a sudar y para entonces ya me era imposible estar callada, cada empuje dentro mío me hacía gimotear su nombre un poco más fuerte.

-Por los dioses... Kiny -se pronunció Donovan con una voz cargada de deseó y entre pausada-. Calla ya o no podré contenerlo.

¡Joder! Que satisfacción y que caliente había sido escucharlo decir eso y no iba a resistirme a seguir llamándolo por lo alto mientras siguiera introduciéndose dentro de mi con su perfecta manera pero él me silenció con su boca pegada a la mía.

El arrebató de pasión se extendió un poco más cuando cambiamos de posición y que placer era sentir su mano caliente mientras se movía en dirección a las manecillas de un reloj sobre mi clítoris que estaba a punto de explotar de deseo mientras que fieramente me embestía al mismo compás.

No tardé demasiado en apretarme y el agradable cosquilleo cada vez más intenso que se extendía en mi centro indicaba que estaba a punto de tener un orgasmo.

-Hazlo nena, puedo sentirlo... quiero que te vengas para mi.

La voz de Donovan terminó por romper mi última barrera hacia la gloria y fue como pulsar el botón rojo para que todo en mi cuerpo perdiera el control por ese breve instante y cómo si eso no pudiera ser mejor, el quejido de placer que lanzó Donovan mientras sus movimientos disminuían me informaron que él también había obteniendo los placeres de un orgasmo y sin más ni más unas cuantas lágrimas comenzaron a resbalar por mi rostro de la nada mientras nuestras satisfacciones se mezclaban.

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora