CAPÍTULO|32

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KIN

Noah se acercó a mí.

-Te lo dije Kin -menciono por lo bajo con voz de regaño.

Jaló de mi brazo y me abrazó, me empujó para caminar y yo volteé hacia tras para ver a Donovan irse con paso apresurado.

No podía evitar sentir ese horrible malestar de tristeza, a pesar de todo, de como lo traté y como lo alejé, él hizo todo aquello por mí, él plantó cara y me ayudó.

No podía culparlo por haberse alejado de esa forma y me quedé con la idea de que al fin nos habíamos roto el corazón mutuamente.

Morfeo nos siguió en silencio y se sentó a lado de mi mientras esperábamos a que nos diera la hora del resultado.

En todo ese tiempo no solté una sola lágrima, estaba tan cansada que seguramente si lo hacía terminaría desmayada de nuevo y me recosté en el hombro de mi amigo en silencio; me hubiera encantado quedarme así por más tiempo cuando dieron aviso de que el juez estaba a punto de volver.

Si eso salía mal, si en ese instante escuchaba que Anthony quedaba libre y era absuelto de todos los cargos, estaba segura que iba a morir ahí mismo. Le recé a Temis para que viera por mí, necesitaba una buena noticia, necesitaba paz.

Escuchar todo el proceso fue una tortura, las palabras saliendo de la boca del juez sonaban tan despacio que era como si se quedara sin voz y de no ser por mi hermano que me abrazó con euforia y me cargó por el aire no me hubiera enterado que habíamos ganado.

«Gracias, gracias, gracias.» Pensé mirando al cielo y pensé que sin importar el que, me habría gustado que Donovan estuviera ahí para abrazarlo y agradecerle también.

Mi corazón estaba acelerado por la emoción, pero intenté mantener la compostura, busqué con la mirada a Anthony y sus ojos me apuntaban con deprecio y furia. Yo le sonreí, pero no con malicia o en forma de burla, lo hice cómo lo habría hecho la Kin de hace más de un año. Feliz, radiante, inalcanzable, eso le dolería más que cualquier acto cruel en su contra.

Al salir de los juzgados sentí que el aire era más puro, que mis pulmones respiraban mejor y que mi cuerpo incluso se sentía más ligero.

Iba de la mano de Morfeo por la calle, insistió en que fuéramos por un chocolate caliente para festejar, había invitado a los demás, pero ellos debían regresar al despachó.

Yo que había pedido un par de días libres en el trabajo no tuve ningún problema, acepté porque de verdad lo necesitaba, sería mi primera comida del día y además esperaba que el chocolate curara al menos un poco el cachito de corazón partido que me quedaba.

Se suponía que debería de estar más feliz, que esa victoria debería de saberme a gloria pero sin Donovan que había sido una pieza importante en todo, no era lo mismo, aun así intenté sonreír.

-... ¿escuchando? -la voz de Morfeo interrumpió mis pensamientos.

-Discúlpame, si, por supuesto pide lo mismo para mí.

Él me sonrió y una vez que nos quedamos solos me tomó de la mano.

-Hay algo de lo quiero hablarte -su rostro se transformó, se puso bastante serio-. Es sobre lo que sucedió la otra vez.

Mis mejillas se encendieron rápidamente al recordar todo.

-No te preocupes, ambos tuvimos la culpa y...

-No me arrepiento Kin -soltó rápidamente-. Me gustas mucho y la verdad es que te quiero demasiado.

Quedé de boca abierta, creía saber a dónde quería llegar mi amigo.

DETRÁS DE ESA SONRISA -Libro 2-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora