[22] Chismosos y desgraciados

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❝ 𝑬𝒍 𝒄𝒉𝒊𝒔𝒎𝒆 𝒆𝒔 𝒍𝒂 𝒓𝒂𝒅𝒊𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝒅𝒊𝒂𝒃𝒍𝒐 ❞

—George Harrison

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—¡Au! —Me quejo en el instante que la aguja me pincha en el dedo. Le había pedido a Selene que me ayudara a aprender a coser, ya que me sentía verlas coser todas y cada una de mis prendas que solían agujerearse en los entrenamientos con Eliana. Aunque no se me da muy bien, pero hago mi mejor esfuerzo. Miro a la mujer con mi ceño fruncido—. ¿Cómo lo haces tan perfecto? Yo siempre me pincho todo el raro... —gimo de mala gana, mientras la mujer adulo en silencio paciencia infinita que tiene ella siempre conmigo en todos mis intentos.

Ella me quita el trozo de tela y me enseña la aguja con el hilo, hace un dobladillo, y después marca los puntos con un rotulador negro. Me mira, quiere que esté atento a todos y cada uno de los pasos que me enseña, y yo asiento en silencio; tan rápido como clavo la mirada, ella pasa rápidamente la aguja por las marcas sin equivocarse en ningún momento. Frunzo el ceño. Selene es impresionante en todas y cada una de las cosas que hace, como si las hubiera repetido desde su propio nacimiento: Cocina endiabladamente bien, cose sin pincharse jamás por muy rápido que lo haga, la ropa se entiende el doble de rápido en el caso de que intente hacerlo yo, limpia a una gran velocidad hasta que todo quede pulcro... Es una ama de casa envidiable. A veces mi imaginación me hace preguntarme si es un robot por su nivel de perfección, hasta que llega la primavera y atisbo en ella un atontamiento suave y soñador cuando ve las mariposas acercarse a las flores de las ventanas.

—Muchas gracias, Selene —respondo con una pequeña sonrisa en cuanto me ofrece la tela, esta vez para que intente acerco yo con cuidado; supongo que necesito practicar muy de seguido. Sin embargo, temo confesar que no estoy siendo muy lúcido últimamente; desde que escuché la conversación de las lobas semanas atrás, algo dentro de mí parece hacerme más torpe y ausente.

Una niña... Eso le gritó Emma a Eliana... ¿Estará embaraza? ¿Cómo puede ser eso? 

Hasta donde yo tenía entendido, dos mujeres no podían embarazarse, o al menos eso me explicó mi madre cuando era niño. Utilizó, obviamente, ejemplos bastante infantiles aunque mi padre no estuviera de acuerdo; y cuando llegó el turno de mi padre mi cara se desencajó al saber su versión. Fue brusco a la hora de decir como todos los hombres podrían embarazar a cualquier mujer siendo humanas, pero existían "mujeres especiales" en las que sólo se quedaban "en cinta" en eventos muy concretos. Tuvo que explicarle a un niño lo que era un preservativo —una goma que se colaba en el pene del hombre para que ningún espermatozoide invadiera el cuerpo de la mujer—, que una mujer no se preñaba si le mordías en los senos o le lamías entre las piernas... Creo que incluso comencé a marearme pese a que él hinchara ese enorme pecho con vello negro, esbozando la sonrisa más orgullosa del mundo.

Me resultó repugnante, y juré jamás practicar algo así cuando fuera adulto.

¿Quién querría ponerse una goma ahí abajo? ¿Por qué tenías que lamer lo que tenían las mujeres entre las piernas, si de ahí ellas hacían pis? ¿Cómo podía ser posible que un líquido blanco se transformara en una persona? ¿Por qué razón tenías que morder los senos de una chica, si de ahí bebían los bebés?

Tenía muchísimas preguntas, y en ningún momento se me pasó por la cabeza preguntarle a mis padres: Mi madre a lo mejor le daría vergüenza si empleaba las mismas palabras que mi progenitor; y mi padre, posiblemente me ordenaría que me callara y dejara de hacer "preguntas estúpidas" mientras fuera un niño. 

𝓗𝚎𝚕𝚕𝚏𝚊𝚗𝚐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora