[16] 𝚁𝚒𝚟𝚊𝚕𝚒𝚍𝚊𝚍𝚎𝚜 𝚎𝚡𝚝𝚛í𝚗𝚜𝚎𝚌𝚊𝚜

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❝ 𝑳𝒂 ú𝒏𝒊𝒄𝒂 𝒇𝒐𝒓𝒎𝒂 𝒅𝒆 𝒔𝒆𝒓 𝒎á𝒔 𝒍𝒊𝒔𝒕𝒐 𝒆𝒔 𝒆𝒏𝒇𝒓𝒆𝒏𝒕𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒂 𝒖𝒏 𝒐𝒑𝒐𝒏𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒎á𝒔 𝒍𝒊𝒔𝒕𝒐 ❞

—Jason Statham

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La presencia del tal Emmet Claw se alargaba, semana a semana, hasta que alguien aseguró que no aparecería en la escuela hasta que llegáramos a septiembre. 

Según las malas lenguas, aquellas que hablan de muchas cosas al mismo tiempo y sin saber quién iniciaba la cháchara, aseguraban que era tan inteligente y encantador que era capaz de engatusar al profesorado, por eso de recibir meses de vacaciones para visitar a su familia en el extranjero. Europa, decían unos; Asia, afirmaban otros. Al parecer, todos conocían a ese chico tanto dentro como fuera de la escuela; e incluso la propia Eliana tuvo buenas palabras sobre él: «Es un joven interesante, poco frecuente entre tanto hombre imbécil».

Que ella hablara así de él, sin ese arrojo distante o aborrecido... me enfadaba.

Para sorpresa de algunos, en base a la opinión de Eliana sobre ese niño provocó que en verano las cosas comenzaran a cambiar. Una pequeña parte de mi personalidad se fue metamorfoseando hasta dar paso a comportamientos extraños, incluso para mí mismo. Pensé que los cambios desencadenarían a un nuevo yo jamás visto, uno que provocaría cambios en la actitud de Eliana conmigo y su forma de tratarme. 

El cambio fue mínimo, a duras penas perceptible. Aun así, durante este tiempo, me di cuenta que podía sacar ciertos resquicios de carácter que antes me daba miedo mostrar abiertamente.

Obviamente no fue únicamente mérito propio, Hellfang también tuvo mucha influencia para llevarme poco a poco hasta ese punto. Las charlas podían ser tan intensas que me hacían llorar, y otras parecían ser forzadas entre gruñidos de irritabilidad. Hellfang tenía poca paciencia, y yo era demasiado sensible a la crudeza. Sin embargo... no fue las exigencias de Eliana lo que me hizo cambiar del todo, tampoco la implacable honestidad del lobo, sino el hecho de que Sam había dejado de visitarme sin siquiera darme una explicación.

Verano también sirvió para darme lecciones que aplicaba en mi día a día: me camuflaba entre los humanos cuando Eliana me llevaba a la ciudad; el hecho de mentir se me daba mucho mejor, pero mi honestidad parecía darme más resultados; y también a estudiar a la gente que me rodeaba con ojo crítico. Me volví más analítico, un poco más fuerte físicamente aunque no se notara en exceso y cogí algo de peso. Quizá estos últimos cambios fueron lo que hicieron que Eliana me viera con otros ojos, aunque eso también quería decir que los entrenamientos físicos iban a ser mucho más duros; y lo fueron. Los arañazos y los moratones estaban asegurados día sí y día también. 


Por desgracia, pese a que comencé a ver el mundo de un modo diferente y de tener una autopercepción mucho mejor, algo emergió en mi pecho hasta quemarme cuando llegó septiembre. Todo el mundo hablaba de Emmet Claw como si fuera una celebridad: buen estudiante, buen atleta pese a ser tan joven, encantador, popular, querido, hermoso, elegante, inteligente... endiosado. Lejos de sentirme bien por saber que estudiaría con alguien con bastantes buenas referencias, lo cierto era que sentí envidia. Una mala, venenosa y extraña.

 —¡Oh, por Dios, es hoy! —exclama Ruby conforme nosotros la miramos—. Emmet hoy estará en clase con nosotros, aunque seguro que ya lo habéis escuchado. Todos hablan de él —se sonroja como una tonta, y yo pongo los ojos en blanco—. Es taaaan guapo y listo... Oh, sí, Conri. Debes de saber que Emmet siempre saca algún defecto, así que no te lo tomes como algo personal; él es así. 

𝓗𝚎𝚕𝚕𝚏𝚊𝚗𝚐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora