❝ 𝑳𝒐𝒔 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒅é𝒊𝒔 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒂 𝒔𝒆𝒓 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒂𝒏𝒊𝒎𝒂𝒍𝒆𝒔: 𝑰𝒓𝒓𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂𝒍𝒆𝒔, 𝒕𝒆𝒎𝒑𝒆𝒓𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔 𝒆 𝒊𝒏𝒔𝒖𝒇𝒓𝒊𝒃𝒍𝒆𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒆𝒏𝒄𝒂𝒏𝒕𝒂𝒅𝒐𝒓𝒆𝒔 ❞
—Eliana
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Eliana se desternilla en su asiento con tanto vigor que me ha dejado ojiplático. Nunca la había visto reírse de esa manera y mucho menos sobre un tema que no es realmente para reírse, así que su reacción me ha pillado desprevenido. Bueno, no solamente a mí sino también a Emma, quien está ahora mismo observando con expresión incrédula mientras teje en su mecedora, preparándome una bufanda para cuando llegue el invierno. Supongo que ella también tiene la cualidad de reír, pero son tan pocas las veces en la que pillo a la morena de buen humor que esto tiene el mismo impacto que ver un asteroide cruzar el cielo cada muchos años.
Ahora ya no sé si ha sido buena idea contarle a Eliana mi incidente de la semana pasada con Emmet, y no sé si realmente después de esa carcajada lloverán gritos o palabras crudas para enderezarme. En realidad espero que se enfade, frunza el ceño como hace siempre, y luego lance alguna frase que se me clave en el tórax como una flecha lanzada con saña. Pero no llega. Ella para de reírse durante unos segundos y luego lo vuelve a hacer. No sé qué pensar exactamente por esto; es errático.
—A ver que yo lo entienda... —inicia, quitándose una lágrima del ojo e intentando recobrar las compostura—. Emmet Claw ha vuelto a clase, te ha molestado, y le has pegado un puñetazo que lo has lanzado de una punta a otra del pasillo. ¿Eso es lo qué has dicho?
—S-sí... —murmuro medio encogido.
—¡Qué ridiculez! —exclama, volviendo a carcajearse con fuerza antes de que Emma le siga al no poder soportarlo.
Me arde la cara de inmediato, sintiéndome súper tonto por haber dicho eso. ¿Por qué es una ridiculez? ¿Qué es exactamente lo que considera ridículo?
—¡¿Por qué os reís?! ¡Lo digo enserio! ¡No es mentira! —grito un tanto molesto. Ahora mismo no estoy muy seguro si estoy sonando ridículo, si ella lo cree imposible, o que considera esa trifulca como algo para nada sorprendente. De hecho, cuando más la escucho reírse, peor me siento—. ¡Eh! ¡No os riais!
—Tú... pegar tremendo puñetazo... —dice Eliana entre risas—. Y encima a Emmet. Ese crío que más que un lobo parece una cría de toro de lo fuerte que está... —Vuelve a desternillarse, tanto que sus ojos no dejan de supurar lágrimas sin parar.
Me siento tan... ¿Enfadado? No, no lo estoy. Es peor que eso: La palabra correcta es colérico.
Escucharlas reírse de esa forma me está provocando que todo mi torrente deje de ser sangre para intercambiarla por gasolina u alcohol, provocando que estas llamas que están iniciándose dentro de mi estómago salgan disparadas tan rápidas como fuego artificiales. Siento que la piel arderme con tanta intensidad que podría pasar por pirexia, desde la cabeza hasta la punta de los dedos de los pies; mi piel abandona la claridad natural hasta tomar prestado un rojo suave, similar a un rubor; la respiración poco deja de ser suave y calmara, para iniciar a ser pesada y ardiente; las manos se me cierran en puños hasta que las uñas se me clavan en la carne... Siento que mi juicio se nubla entre nubarrones negros, avecinando una violenta descarga eléctrica que atronará hasta lanzar el primer rayo; seguido de muchos más.
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𝓗𝚎𝚕𝚕𝚏𝚊𝚗𝚐
Loup-garou«𝑻𝒐𝒅𝒐 𝒃𝒖𝒆𝒏 𝒉𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆 𝒂 𝒖𝒏 𝒅𝒊𝒂𝒃𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒆 𝒔𝒖𝒔𝒖𝒓𝒓𝒂 𝒂𝒍 𝒐í𝒅𝒐» Aunque eso sea lo que dicen las malas lenguas, lo que ellos nunca te dicen es por qué el propio diablo te elige a ti. Tampoco te explican si se...