[24] Lección 2 del cazador: Véngate.

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❝ 𝑬𝒍 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 𝒅𝒆 𝒗𝒆𝒏𝒈𝒂𝒏𝒛𝒂 𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒐 ❞

Ángeles Goyanes

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—¡Ay, mi niño, qué atrevido se está volviendo! —exclama Emma muy divertida en medio del desayuno. Les he preguntado sobre si está mal darle un beso en la mejilla a una chica como signo de amistad, pero la rubia se ha puesto como loca. Me sentí en la obligación e hacerlo, ya que les estaba pareciendo raro que últimamente Briana ya no se colaba en mi ventana para despertarme por sorpresa o llamar a la puerta—. ¿No crees qué Conri está creciendo muy rápido en muchas cosas, cariño? 

—Tiene catorce años. —Se encoge de hombros, desentendiéndose pese haber sonado un tanto seca en su respuesta—. Ya le queda poco para adoptar la estupidez masculina que todos los lobos machos toman en su adolescencia. 

—Trece, Eliana, tengo trece años. —La corrijo, y ella me mira bastante confusa por mi respuesta—. Los catorce los cumplo a principios de marzo. Este año. No olvides que llegué aquí a los doce.

La morena masculla algo por lo bajo y yo prefiero no prestarle atención, no ahora que Emma tiene alguna idea en la cabeza que no estoy muy seguro de si realmente lo quiero saber. Está muy contenta. Desde que la conozco puedo afirmar con rotundidad  que esa mujer tiene que haber nacido con una sonrisa tatuada en la boca, pues es algo que se le caracteriza al instante cuando la conoces, y muy raras veces adopta un rostro que no muestre algo más que felicidad eterna. Es como si viviera constantemente en primavera y fuera una flor que se siente agradecida por el clima y el agua de la época.

Nuestra conversación no sigue por demasiado tiempo sino que se reinicia muy de vez en cuando. Emma hace alusiones constantes de que pronto seré un chico grande, con mis probables dudas y conflictos internos que todos han tenido alguna vez al alcanzan los quince años, pero no estoy muy seguro con lo que quiere decir con ello; Selene a veces parece comunicarse con las mujeres en su silencio y, éstas, asienten constantemente mientras les siguen sus respuestas.

—¿Cómo puede comunicarse Selene si es muda? ¿Tiene poderes mágicos para comunicarse con los ojos? —pregunto, provocando que Eliana se atragante con el pan con mantequilla. Tose muy fuerte, haciendo muchísimo ruido, y después de beber un largo trago de agua que le ofrece Emma me mira ceñuda—. Qué. ¿Estoy equivocado? 

—Selene no es muda, es sólo que no puede comunicarse como la gente corriente. ¿Y qué es esa tontería de utilizar como ejemplo los supuestos poderes mágicos? —masculla su pregunta de mala gana, tanto como si la simple idea le resultara estúpida—. Joder, somos lobas, no brujas; y al menos nosotras existimos.

—¿No es muda? —expreso sorprendido—. Yo lo pregunta porque parece que siempre sabéis lo que quiere decir aunque ella no mueva la boca, porque yo aunque lo intente no siempre puedo hacerlo —frunzo el ceño, enfrentándome a la mirada de la morena. 

Emma se ríe un poco y bebe de su zumo hasta dejarlo por la mitad.

—Sabes que los lobos se comunican por vía mental, ¿verdad? —me dice, y yo asiento a modo de respuesta. Es de las primeras cosas que se me explicaron, así que hasta ahí puedo llegar—. Selene, desde que era una niña, era muy buena comunicándose con los demás y también cantaba muy bonito. Lo que pasa es que el destino a veces es un poco cruel y a ella le tocó vivir una cosa muy mala. —Emma mira su hermana y estira el brazo para que Selene se tome de la mano. Ambas sonríen con este toque tan suyo, como si la simpe existencia de la una con la otra fuera razón necesaria para sonreír cada día—. Por esa razón nosotras podemos contarnos prácticamente cualquier cosa. Aunque... siéndote sincera, Conri, a veces también es puramente instintivo por todos los años que vivimos juntas.

𝓗𝚎𝚕𝚕𝚏𝚊𝚗𝚐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora