Capítulo 1

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—¡Violet, date prisa. Quiero estar de vuelta antes de que anochezca!

Entorno los ojos al escuchar a mi madre y mi vista recorre todo mi cuarto, el suelo está lleno de cajas y hay montones de ropa por toda la cama. Odio hacer maletas. Me recojo mi media melena castaña en una coleta y resoplo para apartar un pequeño mechón de pelo que me cae sobre la frente. << Manos a la obra>>.

—¡Estoy en ello mamá! Solo dame media hora...— grito asomando la cabeza por la puerta de la habitación antes de ponerme en los oídos los auriculares inalámbricos. Necesito un poco de paz para poner orden a mi vida. Selecciono mis prendas favoritas y las doblo de la mejor forma que sé colocándolas en su sitio, en el interior de la maleta. Todo lo que no me llevo lo guardo de forma desastrosa dentro del armario cruzando los dedos para que cuando mi madre se de cuenta yo ya esté lejos de casa. Estoy demasiado cansada y nerviosa como para perder mi tiempo con nimiedades.

Mañana es mi primer día de universidad y, aunque solamente me voy a tres horas de casa, los nervios me pueden. Tratando de ser optimista, lo bueno de todo esto es que ahora estaré más cerca de Marcus y quizá con suerte acortar distancia nos ayude a que nuestra relación mejore un poco.

Estos últimos meses no hemos estado pasando por nuestro mejor momento, supongo que puedo culpar a la distancia. Él es demasiado protector conmigo y aunque me fastidia admitirlo, bastante celoso, estamos trabajando en eso, y el hecho de no vernos ha estado afectando a lo que teníamos: discutimos casi cada vez que hablamos y las pocas veces que nos hemos visto desde que se marchó a trabajar a Londres, hace seis meses, han sido para empeorar las cosas. Todavía no entiendo como no me he dado por vencida. ¿Cuántas peleas y humillaciones puede aguantar una chica antes de mandar a su novio a la mierda? A veces pienso que soy idiota por tolerar esos comportamientos.

Me sobresalto cuando, al girarme hacia la puerta, veo a mi madre demasiado cerca. Tiene esa maldita costumbre de entrar en la habitación sin llamar. Da un par de golpecitos sobre su reloj de muñeca con el único fin de meterme prisa y yo resoplo centrandome en llenar la última caja. Coge un par de las cajas que ya están cerradas y las baja para guardarlas en el maletero del coche. Yo cierro mi maleta y la bajo de la cama dejándola caer de golpe contra el suelo. <<¡Cómo pesa! Espero no estar volviéndome loca y llevar demasiadas cosas...>> Hago un repaso mental de todo lo que llevo y niego con una pequeña sonrisa.

—No, lo necesito absolutamente todo—. Me digo de forma rotunda a mí misma al mismo tiempo que cojo el asa de la maleta y la arrastro, frenándola con mi cuerpo para que no se lance escaleras abajo.

Mi madre mete las últimas cajas en el coche y yo entro una última vez para coger mi cazadora vaquera y mi bolso. Echo un vistazo a esas cuatro paredes que han sido mi casa durante diecisiete años y noto como se forma un nudo en mi garganta. Ya es oficial, me voy a la universidad.

Yo, como de costumbre, ya estoy dormida poco después de dejar Bristol. Mi madre siempre me echa en cara la mala compañía que soy para los viajes en carretera y yo no se lo discuto porque sé que tiene toda la razón. Me despierto un par de veces cuando hay cambios de luz y según nos vamos adentrando en la ciudad de Londres me doy cuenta de que las tres horas de viaje no me han servido para calmar los nervios cuando estos invaden mi estómago. Es la primera vez que voy a vivir de forma independiente, que voy a "abandonar el nido" como dice mi madre y me entristece pensar en lo sola que va a estar ahora que yo estaré viviendo tan lejos de casa.

—Mira Violet, ahí está—. La voz de mi madre me despierta, señalando con la cabeza hacia el grupo de grandes edificios  que tenemos cada vez más cerca. Separo la cabeza del cristal de la ventanilla y abro los ojos para mirar hacia donde ella señala. Tienen un aspecto bastante antiguo pero el acabado en piedra y  las columnas les dan un aire refinado.

—Ahí está... Mi nuevo hogar durante los próximos años—. Los nervios de mi estómago hacen que me entren ganas de vomitar al pronunciar en voz alta esas palabras. No me había parado a pensar en lo real que es esto hasta este preciso momento, mi vida ya no volverá a ser la misma, dejo de estar bajo el ala de mi madre para empezar mi vida adulta. Cuanto más lo pienso mi estómago va a peor. No entiendo por qué estoy tan nerviosa, solamente es la universidad.

Miento. En realidad sí que lo entiendo. Nunca he sido una chica muy sociable, por así decirlo. Me cuesta mucho entablar relaciones con otras personas y abrirme a ellas, es por eso que la idea de mudarme a tres horas de mi madre, a un sitio donde todos son extraños y compartir habitación con alguna desconocida hace que se me erice la piel solo de pensarlo.

Sin darme cuenta los minutos pasan como segundos y mi madre ya está estacionada en el aparcamiento de mi residencia y ya ha sacado las llaves. Salgo de mi burbuja de pensamientos a la vez que me bajo del coche contemplando mi futuro hogar. Me falta un poco el aire. <<Respira Violet, respira... Todo va a ir como la seda>>

Tan fácil como decir te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora