Mientras esperamos en la fila a que llegue nuestro turno no puedo dejar de examinar el hipnótico vaivén de las barcas flotando sobre el agua. No parecen muy seguras, por lo menos no lo suficiente para calmar mi inquietud. Desde muy pequeña convivo con un miedo irracional al agua. Da igual que se trate de piscinas, lagos, mares o ríos, si existe la posibilidad de que mis pies no toquen en tierra firme me entra el pánico.
De forma disimulada me inclino ligeramente hacia el borde de la pasarela de madera en la que nos encontramos de pie, tratando de calcular la profundidad que tiene el agua. Mala idea. El agua clara deja ver perfectamente el fondo del lago y puedo confirmar mis sospechas, demasiado hondo para alguien que ni siquiera se acerca al metro setenta.
El tacto de la mano de Noah sobre las mías me hace percatarme de que nos movemos y los nervios se apoderan por completo de mí. Ni siquiera sé como demonios tengo que subirme en esa cosa. <<¿Y si se mueve? Dios mío ¿y si en cuanto ponga el primer pie se separa de la plataforma y me caigo al agua?>> El pánico me invade, haciéndome creer que no podré hacerlo, cuando la voz de Noah me trae de vuelta con él. No sé en que momento ha ocurrido, pero ahí se encuentra, de pie sobre el suelo de madera de la inestable y vieja barca, con su brazo extendido hacia mí.
—Vamos, ¿es que te da miedo un poco de agua?— El tono burlón de su pregunta hace que me avergüence de mi estúpido miedo y me obliga a armarme de valor.
Me limito a agarrar su mano con fuerza, como si mi vida dependiese de ello, y lentamente acerco el primer pie al borde para tantear la estabilidad del pequeño bote de madera. Este se mece con mi leve contacto y yo trato de tragarme todos mis miedos mientras avanzo hasta apoyarlo de forma firme en el interior. Un cosquilleo recorre mi estomago al mismo tiempo que el otro pie repite el movimiento del primero. Noah me sujeta con su mano por la cintura mientras yo todavía le sostengo la otra con firmeza. Siento que se me va a salir el corazón del pecho.
Una vez ya sentada y a salvo decido liberar la mano de Noah, tratando de aparentar serenidad. Él se sienta al frente, haciéndose cargo de los remos mientras yo hago el intento de no pensar demasiado. Apoyo las manos sobre el banco, a los lados de mis piernas, elevando el mentón hacia el cielo azul y cojo una gran bocanada de aire al mismo tiempo que fijo mi mirada en las pequeñas nubes que tengo sobre mí, tratando de darles forma en mi imaginación. El sonido del agua junto con el lento desplazamiento de las nubes sobre mi cabeza y el sol calentando mis mejillas hacen que por un momento me olvide de donde me encuentro. Al cabo de un rato ya no nos movemos y tampoco escucho el sonido de los remos empujando la superficie del agua. Al volver la mirada al frente me percato de que nos encontramos en el medio del gran lago y lo único que nos rodea son metros y más metros de agua dulce. Por un momento siento la necesidad de pedirle que volvamos a la orilla pero descarto automáticamente esa idea, no pienso reconocer mi miedo ante él después de haberse burlado. En su lugar centro por completo mi atención en toda la belleza que me rodea, consiguiendo obviar el hecho de que sigo flotando sobre una superficie de más de dos metros de profundidad. Una bandada de pájaros sobrevuela nuestras cabezas hasta ocultarse tras la densa arboleda que tenemos frente a nosotros, en la colina varios grupos de personas comparten algunos alimentos y unos cuanto niños corretean volando unas cometas mientras un pequeño perro de pelo blanco corre tras ellos.
—De haberlo sabido, no habría dejado mi cuaderno en la habitación—. Vuelvo mis ojos hacia Noah y observo como su cuerpo se desliza hasta sentarse sobre el suelo con los brazos estirados a lo largo del saliente de madera color azul que bordea toda la barca. —¿Ya te has cansado de remar, marinero?
—Tenemos papel— responde al mismo tiempo que dirige su mirada hacia la bolsa de papel donde se encuentra nuestro almuerzo—solo te falta el lápiz.
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Tan fácil como decir te quiero.
RomantikElla es una chica introvertida y llena de inseguridades, viviendo una vida que no desea con alguien a quien ya no ama. Él es un chico borde, temperamental y distante que ha decido no dejar entrar a nadie en su vida. Pero cuando sus caminos se cruzan...