Capítulo 13

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No llevamos ni quince minutos caminando y los piés ya me están matando, sin embargo Sophie se contonea caminando sin dificultad, como si llevara zapatillas. Yo no puedo dejar de mirarla con asombro mientras me lamento por mi dolor de pies y la maldigo por alentarme a llevar estos zapatos. Yo quería que esta noche fuera perfecta pero empiezo a pensar que con este dolor de pies solo querré que llegue la hora de volver a nuestro cuarto. Ella trata de animarme con su característica sonrisa cargada de optimismo y me ofrece su brazo para que me apoye al caminar, el cual acepto sin rechistar. El hecho de habernos tomado unos tragos antes de salir empiezo a creer que no ha sido una gran idea teniendo en cuenta que, incluso en mi estado natural, no se caminar con esto en los pies.

—Tendría que haber traído mis Converse, ¿todavía está muy lejos?— Reviso con la mirada todo lo que nos rodea y lo único que consigo ver, entre la oscuridad de la noche, es la maldita calle por la que llevamos vagando más de quince minutos, árboles y más árboles. Obtengo una carcajada como respuesta a mi voz quejumbrosa y yo pongo los ojos en blanco de forma bastante teatral.

—Ya estamos cerca. Venga... En cuanto bebas un poco más el dolor de piés se te olvidará por completo. Te lo dice una que sabe de lo que habla.

—Siento que después de esta noche tendré que pasarme el resto del fin de semana con los pies en agua fría para poder salvarlos—. Bufo al mismo tiempo que trato de enderezarme y me bajo un poco el vestido, forzándolo a cubrir un poco más mis muslos. De nuevo mi comentario le hace gracia, soltando otra risotada y yo no puedo evitar reír levemente. No es que yo sea graciosa, es que el ron está haciendo su efecto y cualquier cosa nos parece un gran motivo para reír.

—Créeme. Además, estás espectacular. Te ves... sexy y empoderada—. Sus palabras me suben el ánimo haciendo que me las crea. Sophie tiene la capacidad de contagiarme su seguridad y entusiasmo por la vida. Por primera vez tengo ganas de ir a una fiesta y ya no me molesta el hecho de vestir con tan poca ropa. <<¿Estará Noah en la fiesta? Y de ser así, ¿qué pensará de mi nuevo yo?>> Como si estuviera leyendo mis pensamientos, Sophie me trae de nuevo de vuelta al mundo real.

-Cuando Noah te vea le llegará el mentón al suelo. Te aseguro que ese gilipollas se arrepentirá de haberse comportado como un capullo. Estúpido Noah...— Murmura con el ceño ligeramente fruncido, lo que le da un aspecto bastante cómico y poco amenazador. Yo, por supuesto, agradezco su apoyo incondicional a pesar de que Noah estaba mucho antes.

El sonido de la música hace que levante mi cabeza hacia el frente con una sensación de alivio dibujada en el rostro. Puedo distinguir, entre un grupo de casas exactamente iguales, que una de ellas tiene el jardín abarrotado de gente. Automáticamente trato de estirar mi espalda adoptando una postura erguida y anulando por completo de mi mente el dolor de pies. Mi actitud cambia de forma drástica hasta el punto de llegar a no reconocerme. Me siento tranquila y confiaza en este ambiente festivo, a pesar de no conocer a nadie. Sophie me agarra la mano y noto un ligero apretón. Atravesamos el jardín y puedo ver como un par de chicos nos miran de arriba a abajo cuando pasamos por su lado. No me creo que esta chica sea yo.

—¿Lista?— Sophie se para frente a la puerta clavando sus ojos en mi rostro. Asiento decidida y le muestro una gran sonrisa, esta vez nada fingida.

Avanzamos con dificultad entre la multitud. La música está demasiado alta y la gente está bailando por todas partes, hay parejas besándose en cualquier rincón de la casa y el suelo ya está cubierto de vasos de plástico que me resultan complicados de esquivar con estos tacones. La encimera de la cocina está llena de botellas con distintos tipos de alcohol y junto a la nevera se encuentra uno de tantos barriles de cerveza que hay desperdigados por la casa. Sophie me pasa dos vasos y yo los sostengo mientras ella nos sirve algo de beber. No puedo evitar recorrer la estancia con la mirada en busca de Noah, pero ni rastro de él.

Tan fácil como decir te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora