Capítulo 8

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La calle se encuentra en silencio y apenas nos cruzamos con un par de personas. Noah y yo caminamos bastante cerca uno del otro de forma que nuestras manos casi pueden sentirse en ciertos momentos. A esta hora el metro ya no está funcionando y hay muy pocos autobuses, frunzo los labios y dejo escapar un leve suspiro entre ellos al pensar en lo caro que me va a salir coger un taxi por la noche. En estos momentos el dinero tampoco me sobra, de hecho de no ser por la beca que me han concedido no creo que mi madre pudiese afrontar el coste real que conlleva estudiar en Londres.

—Cogeré un taxi de vuelta a la residencia— digo levantando la mirada hacia lo lejos, intentando encontrar alguna lucecita amarilla en la parte superior de los pocos vehículos que circulan por la carretera.

—Si no te importa caminar un poco podemos acercarnos hasta mi apartamento para coger las llaves de la moto y te acerco. Te saldrá gratis— bromea y me alegra que se haya ofrecido, aunque no quiero ser un incordio. La noche anterior ya me llevó de vuelta a la residencia, esta noche me ha invitado a la cena y ahora de nuevo se ofrece a llevarme.

—¿En serio? ¿De verdad que no te importa? No tienes por que hacerlo, de verdad que puedo coger un taxi. En cuanto aparezca alguno—. Vuelvo a echar otro vistazo y nada, ni una sola luz que indique la posición de un taxi libre.

Finalmente decido aceptar su propuesta. Nos adentramos en una calle estrecha, está oscuro y en silencio haciendo que lo único que puedo escuchar son nuestros pasos sobre el asfalto.<< Ahora que lo pienso, este atractivo chico de ojos verdes y personalidad misteriosa y reservada podría no ser tan bueno como yo quiero creer, y yo estoy en un callejón oscuro a solas con él.>> Noto que me sudan las manos y siento que estoy haciendo una locura al pasar esta noche con un total desconocido. La verdad es que nunca he sido de hacer este tipo de cosas, siempre he sido bastante precavida. Las primeras citas que tuve con Marcus siempre fueron en grupo, de hecho no fue hasta poco antes de empezar a salir que empezamos a vernos a solas para ir a cenar o al cine. <<Madre mía, y ahora me voy a meter con él en su apartamento. Es que se lo estoy poniendo en bandeja.>> Trago saliva, manteniendo un par de escaleras de separación entre él y yo. La puerta del apartamento se abre y el pasa dejando la llave sobre la mesa de la entrada. Yo me limito a quedarme de pie en el recibidor.

—Pasa, Oliver seguirá por ahí con Sophie así que puedes ponerte cómoda. Voy a coger las llaves y vuelvo en un momento.

—¿Oliver?— me limito a preguntar extrañada al no entender por qué lo nombra.

—Sí. Él y yo compartimos los gastos del apartamento— me aclara y al escuchar su respuesta recuerdo que Sophie había dicho que pasó la noche en casa de Oliver.

—Ah, sí. Sophie me había comentado algo sobre un apartamento oero en ningún momento llegue a pensar que tú y él fueseis compañeros— hablo mientras recorro toda la sala de estar y la cocina abierta que está más al fondo. Es un lugar muy acogedor, con un estilo industrial muy chulo: pared de ladrillo, mucha madera natural e hierro.

—Bueno, ¿cómo ibas a saberlo, Violet?— Vuelve a tener esa sonrisa casi imperceptible pero adorable que me provoca de nuevo el cosquilleo en la boca del estómago. Nunca me había gustado tanto mi nombre como ahora que es él el que me llama.

Doy una vuelta por el salón viéndolo todo con más detalle mientras él desaparece tras una puerta. Lo escucho hablar con alguien y mi cabeza empieza a maquinar sin previo aviso. <<¿Tiene a alguien ahí dentro? ¿En serio se ha ido de cita conmigo mientras su novia lo espera en la cama? No puede ser de esos. Ahora me presentará como su amiga y yo quedaré como la mayor idiota.>> Me siento engañada y un poco estúpida. La puerta se abre y veo como se guarda el móvil en el pantalón.

Tan fácil como decir te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora