Capítulo 23

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El ambiente se ha vuelto demasiado tenso y violento en cuestión de un minuto. Connor lo reta manteniendo esa actitud pasota y chulesca, como si todo esto le pareciera incluso algo divertido. Al contrario que él, Noah está cada vez más furioso y no le quita las manos ni los ojos de encima en ningún momento, clavando su mirada amenazante en su rostro. Cuanto más parece divertirle a Connor todo esto más se acelera la respiración de Noah. Sus manos aprietan con tanta fuerza la sudadera de Connor que han empezado a ponerse ligeramente moradas y las venas de su cuello se marcan bajo su piel debido a la fuerte tensión de su mandíbula.

Miro a mi alrededor sin saber que hacer para frenarlo antes de que vaya a más pero él ni siquiera me ve y mis palabras parecen no llegarle. A pesar de que ya lo vi pelearse una vez está es la primera que lo veo cargando con tanto odio y violencia.

—Noah, por favor. Déjalo y vámonos de aquí— mi voz se quiebra mientras trato de contener las lágrimas que están a punto de brotar de mis ojos. No quiero sentirme vulnerable otra vez.

Puedo ver como me mira de refilón por un breve instante antes de volver a clavar su mirada en Connor. Duda, pero finalmente resopla aflojando las manos que todavía sostenían su ropa y le da un pequeño empujón para alejarlo de él. Vuelvo a respirar aliviada esperando que se vuelva hacia mí para marcharnos.

—Venga tío, hazle caso y lárgate— Connor se atreve a darle un par de palmadas sobre el hombro dibujando una sonrisa burlona en sus labios.

Justo cuando creía que había conseguido calmar la situación un gruñido escapa de las profundidades de la garganta de Noah y sus puños vuelven a apretarse con más fuerza que antes. Un impulso hace que mi mano agarre su brazo con la intención de mantenerlo a mi lado cuando él trata de volver hacia él.

—Quiero irme de aquí. Por favor...— susurro en un intento por calmarlo.

Para mi sorpresa Noah afloja sus manos y asiente ante mi súplica, no sin antes dedicarle una última mirada cargada de desprecio. Deslizo la mano por su antebrazo hasta llegar a la suya y sus dedos se entrelazan con los míos con un fuerte apretón. Tiro de él caminando tan deprisa como me permiten mis piernas, queriendo alejarlo de allí lo antes posible. Mi corazón todavía late con fuerza y una mezcla de enfado, miedo y tristeza me invade mientras atravesamos los largos pasillos de la facultad en silencio.

En cuanto cruzamos la puerta del edificio automáticamente aflojo mi mano separándome de él y camino hasta las escaleras de piedra con la mirada perdida en los jardines del campus. Froto mis manos sudadas contra la tela de mis vaqueros y respiro hondo tratando de recuperar el aliento. Me siento en una de las escaleras evitando mirar a Noah, quien todavía se mantiene unos pasos por detrás de mí.

—¿Estás bien?

—Sí—. Miento respondiendo de manera escueta. No me siento con fuerzas ni ganas de hablar con él en este momento. No responde. Todo se queda en absoluto silencio mientras yo empiezo a recrear todo lo ocurrido en mi mente, en un intento por comprender la reacción tan desmesurada de Noah pero por más que trato no consigo ponerme en su piel. <<¿Es que acaso interpretó algo de manera incorrecta? O simplemente le enfureció la sola idea de que otro hombre estuviese a solas conmigo.>>

Noah se sienta a mi lado, apoyando los antebrazos sobre sus piernas y resopla antes de mirarme. Yo mantengo la mirada perdida mientras procuro mitigar ese cóctel de emociones que me atacó nada más cruzar la puerta del taller. <<¿Pero qué me pasa? Es que siempre voy a terminar eligiendo al chico conflictivo. ¿Qué clase de problema tengo para tropezar una y otra vez con la misma piedra? Primero Marcus y ahora él. ¿Por qué no pude simplemente elegir a Daniel? ¿Por qué tuve que rendirme ante los estúpidos encantos de Noah a pesar de tener al chico bueno para mí? Con Daniel es imposible que algo como esto llegara a ocurrir, él es alegre y amistoso, no como Noah que parece necesitar la violencia casi tanto como el oxígeno para vivir.>>

—Estás enfadada. Vale. ¿Pero qué querías que hiciera? Ese tío te estaba dando la mano y tú no parecías ni un poco molesta con eso. ¿Se supone que no tenía que hacer nada y quedar como un gilipollas? Si no llego a aparecer ahí en ese momento quien sabe lo que estaría pasando ahora mismo.

Las palabras de Noah parecen cada vez más lejanas según mi atención se va disipando cuando empiezo a revivir en mi mente todo lo ocurrido una vez más.

—Violet, ¿me estás escuchando? Estoy tratando de que entiendas— deja de hablar en cuanto vuelvo mi rostro hacia él y me mira con lo que intuyo es un ligero atisbo de arrepentimiento.

—Ni siquiera lo conozco ¿sabes?— aclaro de manera apática volviendo a mirar hacia el frente. —Pero aunque ese no fuera el caso, nada te da derecho a comportarte así. No puedes perder los papeles y liarte a puñetazos con alguien cada vez que algo no sea de tu agrado. En serio, ¿cómo crees que me hace sentir eso?

—¿A tí? Joder Violet, pero si eras tú la que estaba dejándose agarrar por un tío que acabas de admitir que ni siquiera conoces. No pretendas que me quede a un lado, esperando a que terminéis con vuestro tonteo como un maldito gilipollas. Ese chaval estaba disfrutando con todo eso, podía verlo en su cara. No pienso dejar que un tipo cualquiera me pase por encima, no a mí.

—Bien... En ese caso creo que todo esto ha sido un error. Quédate disfrutando de tu frágil masculinidad, yo me marcho—. Me levanto tratando de conservar algo de mi dignidad y bajo las escaleras alejándome de Noah cuando él se levanta de golpe al ver como me alejo.

—¿Qué? ¿A qué te refieres con que ha sido un error? Violet, espera. Vamos a hablar, esta conversación no se ha terminado— Noah me alcanza y una de sus manos me sujeta por el brazo deteniendo mi huida.

—De hecho, yo creo que sí— respondo con frialdad mientras mis ojos miran fijamente los suyos esperando su réplica, pero no dice absolutamente nada —y ahora suéltame, por favor.

Bajo la mirada a su mano esperando que haga caso a mis palabras y tras unos segundos de duda la presión de sus dedos sobre mi piel desciende hasta que su mano cae a uno de los lados de su cuerpo. Inspiro hondo llevando la mirada fugazmente a  su rostro una última vez antes de continuar mi camino.

—Violet yo...—la voz de Noah pronunciando mi nombre a mi espalda hace que se me forme un nudo en el estómago.

—Márchate Noah—. Consigo interrumpirlo justo antes de que mis lágrimas inunden mis mejillas de forma descontrolada. Sé que si me quedo aquí un segundo más, si lo sigo escuchando, volveré a él. También sé que eso sería una decisión estúpida. Así que me alejo tratando de escapar de él, de lo que me hace sentir y de las ganas que tengo de perdonar sus errores.

Camino de vuelta a mi habitación en lo que a mi parecer es el trayecto más largo de mi vida y agradezco que Sophie tenga por costumbre pasar más tiempo en el apartamento de Oliver que en nuestro propio cuarto. Ahora mismo lo último que necesito es que ella me acose a preguntas ya que no creo que pueda articular más de dos palabras sin derrumbarme. Necesito tiempo; tiempo para mí, para tratar de asimilar lo ocurrido el día de hoy y para acostumbrarme a la ausencia de Noah. Trato de convencerme de que probablemente mantenerme lejos de él sea la decisión más sensata y, aunque ahora no sea capaz de verlo, también será lo mejor para mi bienestar. Pero si todo esto es cierto, si de verdad esto es lo mejor para mí, ¿por qué siento como si algo en mí acabara de romperse?

Tan fácil como decir te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora