Capítulo 17

91 7 2
                                    

Noah vuelve a regalarme un largo silencio mientras parece dudar, como si estuviese teniendo una especie de lucha interna en este preciso momento. Giro lentamente mi cabeza hasta apoyar la mejilla sobre la almohada y puedo ver como su brazo cuelga por el lado de la cama. Su respiración es fuerte pero lenta.

—Siento mucho haberte tratado de esa manera. Yo no... Lo que quiero decir es que no era mi intención hacerte daño—. Las palabras salen de su boca de forma atropellada.

—Ya, bueno, eso ya está en el pasado— murmuro y me muerdo el labio inferior tratando de gestionar mis nervios después de pronunciar esas palabras— así que está todo bien. Si es eso lo que te perturba, puedes olvidarlo.

—Olvidarlo, ya— farfulla con aire desanimado.

Los muelles de la cama rechinan cuando Noah se levanta para ponerse a caminar dando vueltas por la habitación. Incorporo un poco mi espalda apoyando mi peso en mis antebrazos mientras lo observo deambular por todo mi cuarto. Se detiene frente a mi escritorio, que ahora mismo está hecho un desastre, y apoya sus manos dejando caer la cabeza hacia delante. Yo me mantengo en silencio, cediéndole el tiempo y el espacio que parece necesitar, mientras trato de esperar pacientemente a que continúe hablando.

—Ni siquiera sé qué hago aquí, no tendría que haber venido— resopla llevando la mano hasta su cazadora y la coge de forma brusca antes de darme la espalda para irse.

—Espera, ¿te vas?—  pregunto de forma molesta y de manera casi instintiva mi cuerpo sale de la cama de un brinco y siento como todos mis músculos se tensan mientras veo como se aleja —Todavía no me has dicho lo que se supone que venías a decirme.

—Olvídalo Violet—. Su voz se vuelve brusca y algo molesta.

—¿En serio Noah? Porque esto es lo que tú haces ¿no? Juegas con las personas y después simplemente las apartas. Vienes a disculparte por hacerme daño pero un segundo después no te importa volver a hacerlo—. Mi voz se eleva con cada palabra que pronuncian mis labios de forma que consigo captar de nuevo su atención y sé que mi mirada refleja lo furiosa que me hace sentir, una vez más.

—Sí Violet, eso es lo que hago. Es lo único que se hacer. Utilizar a las personas para tratar de sentirme un poco mejor— la voz de Noah parece que va a quebrarse en cualquier momento y su mirada parece triste, pero también furiosa. Resopla apretando los puños en un intento por controlar la ira —no sé que estoy haciendo ¿vale? No consigo entender esto—. Nos señala a ambos apuntando con el dedo de forma intensa y con el ceño fruncido.

—¡Oh, perdona Noah! ¿Tú estás hecho un lío?— suelto una carcajada de forma algo teatral acompañándola de los ojos en blanco —Eres tú el que no hace más que confundirme. Eres tú, maldito idiota, el que está jugando conmigo y yo no sé por qué te lo sigo permitiendo —cruzo la habitación en su dirección apuntando con mi dedo a su pecho —eres tú, tú, Noah. Eres tú el que se trae este maldito tira y afloja que va a volverme loca—. Clavo mi dedo índice un par de veces en el centro de su pecho de la misma forma que mi mirada se clava en sus ojos, que bajo la tenue luz de mi cuarto casi llegan a parecer de un color marrón.

Hoy son sus ojos los que no son capaces de sostenerme la mirada, recorriendo inquietos cada parte de mi rostro. Se lleva las manos a la cara y asciende con ellas hasta su pelo al mismo tiempo que suelta una gran bocanada de aire. Su respiración es fuerte y agitada, y casi puedo sentir como su pecho asciende y desciende con rapidez y brusquedad. Baja las manos a la altura de mis caderas y parece dudar, apretando los puños con fuerza y un gruñido escapa entre sus dientes. Mi respiración se acompasa a la suya, notando como cada vez mis inspiraciones son más cortas y frecuentes, recorro cada rincón de sus ojos con los míos tratando de comprender lo que siente en este instante, pero como siempre que se trata de él, todo es confuso. Da un paso hacia mí anulando la distancia que nos separa y yo trato de retroceder para recuperarla, pero sus dedos rodean mi muñeca y me sostienen contra él.

Tan fácil como decir te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora