Durante las últimas semanas mi vida ha dado un giro de ciento ochenta grados haciendo que cada día que paso aquí me sienta más cómoda en mi nuevo ambiente: estoy integrada en un grupo, adoro las clases, mi compañera de cuarto es mi nueva mejor amiga y... Bueno, también está Noah. La verdad, adoro mi vida en este momento.
Como cada mañana el despertador me saca a la fuerza de la cama, preparo mi bolsa con lo necesario para las clases y me tomo unos minutos para elegir la ropa de ese día mientras el sol se va abriendo paso entre las cortinas de la ventana que hay junto a mi cama. Saco de las perchas de madera unos vaqueros desgastados y un jersey verde menta y dejo las prendas bien colocadas sobre la cama antes de asearme.
—¡Bueeenos días!— la voz chillona de Sophie me hace frenar en seco nada más cruzar la puerta del baño.
—¿Sabes Sophie? Todavía no me acostumbro a tanta energía a estas horas— murmuro con una sonrisa mientras me froto los ojos arrastrando los pies hacia el lavabo. Puedo ver en el espejo como Sophie sonríe haciendo que se le escape un poco de pasta de dientes por una de las comisuras. —Yo necesito un café antes de ser persona.
—Yo lo que necesito es uno de esos bollos recién horneados de Richmond Hill. Uno de crema. Uff... O de mermelada de arándanos con cobertura de chocolate. Madre mía se me hace la boca agua solo de pensar en ello.
—Bien, en ese caso vamos a vestirnos y a tomarnos un buen desayuno ya que no se me ocurre una mejor forma de empezar este día.
De camino a nuestra cafetería ya habitual, el fuerte ruido del motor de un coche a nuestras espaldas hace que me vuelva.
—Hola guapas. ¿Os llevo a algún sitio?— la voz de Oliver se mezcla con el ruido del motor mientras asoma la cabeza por la ventanilla del coche.
Sophie le dedica una sonrisa con esa cara de enamorada que se le pone siempre que él está cerca y yo me limito a observarlos cuando el ruido de otro motor nos interrumpe. Este lo reconozco a la perfección. Levanto la vista viendo como la moto de Noah se detiene junto al coche de su amigo y me doy cuenta de que ahora soy yo la que sonríe como una tonta.
—¡Eh, capullo! Te dije que no te largaras sin mí—. Da un par de golpes con el puño sobre el techo del coche y ambos se echan a reír.
Noah se saca el casco y se revuelve la maraña de pelo oscuro y algo apelmazada mientras sus ojos se encuentran con los míos, los cuales rápidamente se desvían hacia Sophie viendo como me planta para correr hacia el coche de su novio, inclinándose sobre la ventanilla para besarlo. Cuando la cosa se pone demasiado incómoda para seguir mirando, vuelvo de nuevo la vista hacia Noah y él ladea su cabeza con una bonita sonrisa en sus labios. Interpreto ese gesto como una invitación y camino hacia él sin poder disimular mis ganas de tenerlo cerca. Su brazo me rodea por la cintura de forma inmediata y me acerca a él al mismo tiempo que se inclina sobre mi rostro, yo elevo levemente mi cabeza a la vez que mis labios se entreabren según se acercan a los suyos y me dejo llevar por un beso lento y apasionado rodeando su cuello con mis brazos.
—¡Venga tortolitos! Que no tenemos todo el día—. La voz de Oliver junto con el sonido del claxon de su coche hace que nuestros labios se separen y puedo ver como Noah pone los ojos en blanco justo antes de que yo resguarde mi cara en su pecho.
—Déjalos Oli, ¿no ves que están en ese punto?— Sophie sale en nuestra defensa dándole un manotazo en el pecho y se vuelve, examinándonos con detalle.
—Bueno, sí. Monísimos. Pero no puedo llegar tarde, tengo examen en veinte minutos. ¿Te vienes o qué?—La mirada de Oliver oscila entre Sophie y nosotros dos, para terminar deteniéndose en Noah cuando formula la pregunta al mismo tiempo que hace un gesto con su cabeza.
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Tan fácil como decir te quiero.
RomansaElla es una chica introvertida y llena de inseguridades, viviendo una vida que no desea con alguien a quien ya no ama. Él es un chico borde, temperamental y distante que ha decido no dejar entrar a nadie en su vida. Pero cuando sus caminos se cruzan...