Capítulo 3

160 15 1
                                    

En cuanto pongo un pie fuera del coche de Oliver empiezo a escuchar la música y los gritos y risas de la gente, no deben de estar lejos. Oliver coge la mano de Sophie y ella hace lo mismo conmigo. Me alegra no quedarme atrás, aunque ir de carabina tampoco me parece la mejor idea del mundo. Caminamos unos par de minutos, esquivando los distintos grupos de gente que se han acomodado alrededor del montón de leña que se encuentra en el centro del claro del bosque y observo como Oliver levanta la mirada por encima de las cabezas, como si tratara de encontrar a alguien.

—Allí están, por aquí—. Oliver señala a lo lejos con la mano que le queda libre y yo dirijo la mirada hacia allí. <<¿Están?>> Me empiezo a sentir algo nerviosa al empezar a cavilar.

Llegamos junto a un grupo de gente que está sentada en el suelo, sobre una gran manta junto a la hoguera. En el centro hay amontonadas varias botellas de ron y algunos vasos de plástico. Él saluda chocando algunas manos y dando algún que otro empujón a un par de chicos que le hacen bromas con Sophie. Trato de aparentar serenidad cuando escucho mi nombre.

—Ella es Violet, compañera de Sophie. Sed majos con ella eh—. En ese momento siento como Sophie me da un ligero empujón con el hombro para que dé un paso al frente y automáticamente levanto la mano acompañada de una sonrisa a modo saludo, estoy muerta de vergüenza. Siento que todos los ojos están sobre mi persona, y lo odio. Observo como salvo por dos chicas, además de Sophie y yo, los demás son todos chicos. Todos tienen el mismo estilo de Oliver, visten ropa oscura, pantalones rotos o desgastados y cazadoras de cuero. Por no hablar de los tatuajes y piercings que cubren sus cuerpos. Veo como todos levantan el brazo o hacen un leve movimiento de cabeza en forma de saludo mientras me examinan de arriba a abajo y mi mente ya empieza a mandarme mensajes de alerta. No puedo evitarlo, cada vez que alguien se queda mirándome tiendo a pensar que será por algo negativo y eso hace que quiera salir corriendo. Inspiro despacio tratando de aparentar naturalidad y suelto el aire poco a poco hasta vaciar mis pulmones.

 Me siento junto a Sophie y otro chico. Noto como me observa con curiosidad y cuando le devuelvo la mirada me sonríe. Lleva el pelo muy corto y un aro en la parte superior de la oreja, por no hablar de los esos ojos negros con los que analiza mi rostro. Cuando empieza a hablar me percato de que también tiene un piercing plateado en la lengua. Es guapo y sonríe de cierta forma que me hace sentir cómoda.

—Así que Violet... Yo soy Daniel, o Dan. Puedes llamarme como a ti más te guste—. Sonríe de medio lado y se muerde ligeramente la lengua. Sus ojos negros son realmente hipnóticos y por unos segundos me quedo embobada viendo como el fuego de la hoguera se refleja en ellos mientras habla. —¿Es que te ha comido la lengua el gato?

Siento que mis mejillas se sonrojan y me entra un leve calor por todo el cuerpo. Niego rápidamente tratando de centrar mi atención en la conversación del grupo. Él me pasa su botella a modo de invitación.

—¿Vodka?— Asiento cogiendo la botella de cristal y llevándola a los labios, necesito beber un poco para soltarme y ser una persona más sociable. Doy un par de pequeños tragos y aprieto los ojos con fuerza a la vez que me estremezco notando como el ardor del alcohol desciende por mi garganta. —¿Está fuerte eh...?— Ríe. Tiene una risa suave y agradable y no parece que se esté burlando de mí.  Afirmo con la cabeza y le devuelvo la botella, él le da un trago bastante más largo que el mío, sacude la cabeza  y echa otro trago, esta vez más corto que el anterior.

Todos hablan y bromean mientras se pasan las botellas y rellenan algunos vasos. Nunca me he sentido tan fuera de lugar como en este momento... Bueno, en realidad estoy exagerando. Esto me pasa demasiado a menudo... Debería estar ya acostumbrada a esta sensación. Los observo manteniéndome al margen, mirando a cada uno de ellos mientras se cuentan anécdotas del verano y trato de adivinar su personalidad simplemente por lo que puedo percibir en este momento. Mi espalda se pone rígida y automáticamente vuelvo la mirada al frente cuando me encuentro con un par de ojos que me están observando, acerco el vaso a mis labios y bebo hasta casi terminarme el contenido esperando que esto calme mis nervios. Él se encuentra sentado un par de personas más allá,  ligeramente recostado y apoyando su peso sobre sus manos. Está demasiado oscuro y toda su ropa es negra,  así que no consigo ver mucho más que ese par de ojos verdes analizando cada pequeña parte de mí.

Tan fácil como decir te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora