Capítulo 26

171 19 14
                                    

Me quedé dormida luego de decir que lo nuestro fue un error, no volví a escuchar a Maykol insistir ni hablar así que supongo que se debe haber ido. Fue lo mejor.

Solo quieres convencerte a ti misma de ello.

No, seguramente él se dió cuenta de que nuestra relación no funcionaba, además, era lo único que quería al principio, sin mi estará mucho mejor.

La cabeza me duele, es por lo de anoche, tomo una ducha y me pongo a lo que suelo llamar «la pijama de la depresión», la uso para casos en los cuales estoy demasiado triste, el polo pijama es de color verde con flores estampadas, solo lo acompaño con unos shorts des mismo color; no solo eso, también incluye unas pantuflas con diseño de gato, color rosa. Un gran conjunto para expresar la mentalidad de niña que tengo.

Salgo de cuarto de baño haciendo estiramientos, miro de reojo el cuadro que Maykol me dió, el pensar en que se esforzó para dibujar ese corazón con árboles me hace sonreír.

La casa está muy silenciosa, si las cosas hubieran marchado bien lo más probable es que estaría durmiendo en mi cama junto a él.

No hay marcha atrás.

Me preparo para abrir la puerta y me quedo estupefacta cuando veo que Maykol está durmiendo en el suelo abrazándose a sí mismo.

Pobrecito, hay que dejarlo dormir con nosotras.

Te recuerdo que tú opinión no cuenta querida conciencia, decidí dejarlo por su beneficio, así podrá afrontar de mejor manera sus problemas, le pondrá más atención a su enfermedad que a mí y podrá mejorar, es por su bien.

¿Y qué hay de nuestro bien? ¿Acaso estos sentimientos no importan?

Ya no importan si es por la felicidad de Maykol, sé que me lo va a agradecer algún día.

—Mierda, me quedé dormido —se levanta susurrando y frotando sus ojos sin ver que estoy junto a él.

—¿Se puede saber qué diablos haces aquí?

—Oh, esperaba a que salgas —me observa detalladamente—, te traeré una pastilla para el dolor de cabeza, ahora vuelvo —comunica y se va sin dejarme hablar.

Alguna vez dijo que no podíamos librarnos tan fácil de él.

¡Ah! Lo acabo de dejar para que esté mejor de salud, para que cuide mejor su cuerpo y lo que hace es dormir en el suelo en plena noche con el frío.

Vuelvo a ingresar a mi habitación y ahora cierro la puerta con seguro, así no podrá usar su truco de magia o lo que sea.

Al cabo de un rato tocan la puerta.

—¿Quién es? —pregunto molesta.

—Soy yo.

—Te dije que te fueras, es por tu vida.

—No puede haber felicidad en mi vida si no estás tú Lía.

—¿Acaso no entiendes? Esto es lo mejor para los dos.

—No lo es, no me cansaré hasta poder hablar contigo verdaderamente sin que te ocultes, y si no es posible, volveré a intentar que esto funcione, pasamos mucho para llegar a estar juntos y no quiero estropearlo así.

—No hay un nosotros Maykol —intento convencerme a mí misma.

—Claro que lo hay, es solo que no quieres aceptarlo, me voy a esforzar, lo juro —casi puedo ver qué sonríe—, te estoy dejando un medicamento para que mejores y...también el desayuno, volveré luego.

El Veneno De La Cruel EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora