Capítulo 29

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—Rous, sólo pido que me escuches.

—No hay nada que escuchar.

—Yo te quiero y lo sabes, somos amigos desde la infancia ¿acaso prefieres la opinión de alguien a quien apenas conociste por meses, en lugar de escucharme? —pregunta, sé que se refiere a Maykol.

—Él es diferente.

—No lo es ¿por qué no está contigo en un día tan triste para ti? Sé que estás aquí por tu madre, y te entiendo perfectamente porque yo también acabo de perderla.

—Alexis, vete.

—¿Por qué él no está contigo?

—Deja de meter a Maykol en el tema.

—¿Por qué no me dejas hablar contigo? Somos humanos, todos cometemos errores y yo lo hice, pero quiero rectificarme, por favor, quiero hacerlo, por mi madre.

Su mirada apática me convence.

—Bien.

—Yo...estoy arrepentido, lo juro, estos meses pasaron tantas cosas y entre ellas, también perdí a mi madre hace días, vine a visitarla a ella, fue una señal para encontrarte ¿no crees?

—¿Y tu padre?

Él suspira—, parece que estamos solos en esto, nadie vino a acompañarnos, me hubiera gustado no decepcionarla. Pero ahora ella...se fue —hace un ademán que querer soltar algunas lágrimas.

Me acerco a él y pogo una mano en su hombro para apoyarlo.

—No pido que me perdones ahora, pero haré lo posible por volver a recuperar tu amistad, lo prometo.

—No es necesario.

—Claro que lo es, sé que cometí muchos errores y ahora pienso mejorar, especialmente contigo.

—Todo estará bien.

—Lo sé —pone una mano en mi mejilla y me mira directamente a los ojos. Su expresión me dice que verdaderamente quiere cambiar...

—Lía —escucho una voz detrás de mí.

Me separo al instante de Alexis, él tiene los ojos clavados detrás mío, no me atrevo a voltear.

—Hace mucho tiempo que no te veía, Maykol.

Demonios.

—Lía ¿qué haces aquí?

Idiota.

¿Acaso no sabe a qué se viene a un cementerio?

Doy la vuelta y al mirar a Maykol se me eriza la piel, él luce molesto.

—Fue un placer hablar contigo, nos vemos luego Rous —comunica Alexis a punto de irse cuando Maykol se lo impide.

—¿Qué hacías con ella?

—La estaba acompañando ya que su supuesto novio no lo hace en una fecha muy triste para ella —añade y se aleja.

Ese fue un gran cambio.

—Lía ¿no dirás nada? ¿acaso te hizo algo?

—Estoy bien.

—¿Qué fue lo que te dijo? Soy capaz de golpearlo ahora mismo...

—¡Dije que estoy bien! —exclamo y paso por su lado.

—¿Esa es tu respuesta? Un simple, estoy bien —imita mi voz siguiéndome.

Volteo de golpe y con el dedo índice apunto a su rostro.

—Ahora sabes lo que se siente cuando te responden así, Maykol.

El Veneno De La Cruel EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora