Capítulo 24

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Despierto luego de algunas horas, no puedo moverme del todo. Los brazos de Maykol me rodean desde atrás con gentileza, no quiero despertarlo así que finjo seguir durmiendo. Es raro que los supuestos espías de mi padre no hayan venido, mejor aún para nosotros.

Intento safarme de Maykol pero él solo pone más fuerza.

—¿A dónde vas? —dice entre sueños.

—Es tarde, no podemos quedarnos así todo el día.

—Si que podemos, es año nuevo, no creo que nadie nos moleste —juega con un mechón de mi cabello.

—Tu familia...

—Ya me ocupe, les dije que estaría contigo todo el día.

—¿Qué?, no, ellos también tienen derecho a pasar este día contigo...

—Stendhal, no me iré a pesar de lo que digas.

—Maykol, déjame ahora mismo.

—No —él se aferra más a mí. Intento moverme pero no lo logro, casi puedo ver su sonrisa de satisfacción.

Vuelvo a intentarlo y logro quedar boca arriba, al instante Maykol se coloca sobre mí con sus manos apoyadas alrededor de mis hombros y una rodilla entre mis piernas mientras que la otra a la derecha; aún tiene los ojos cerrados, da un suspiro y junto a una sonrisa los va abriendo lentamente.

—No puedes ganarme en fuerza Stendhal.

—Pero si puedo lograr hacer que caigas con una patada en...

—Ni lo intentes.

—¿Acaso tienes miedo?

—Eso te lo debería preguntar yo —su mirada recorre mis labios y mi cuello; se inclina para darme un beso de los buenos días hasta que no lo logra porque somos interrumpidos por su celular.

Él, con molestia, se levanta y contesta.

—¿Qué quieres? —habla él.

Al otro lado de la línea parecen estar hablando por largo tiempo.

—Estaba ocupado, no creo que podamos...—Maykol suelta un suspiro —, bien, nos vemos en dos horas.

—¿Quién era? —pregunto con curiosidad.

—Diego, quiere que vayamos a comer algo, también irá Eri.

—Genial, vamos.

—Pero yo quería quedarme...

—Ni lo pienses, tomaré una ducha; puedes ir a casa para arreglarte un poco.

—No necesito arreglarme.

—Claro que sí, las personas hablan mal del aspecto de otras ¿sabes?

—Me vale lo que piensen los demás, pero ya que lo pides, iré a arreglarme un poco al cuarto de visitas, te espero abajo.

Tomo una ducha y me pongo un suéter junto a unos pantalones apegados, prefiero tener el cabello suelto por hoy; bajo y Maykol está como si nada jugando con sus manos.

—Estoy lista —menciono y sale de su fantasía.

—¿Quieres ir caminando o en un carruaje de princesa?

—Creo que prefiero la primera opción.

—¿En serio no quieres ir en un carruaje de princesa?

—No ¿para que ser princesa si soy la heroína aventurera?

—Entonces yo soy el príncipe que es recatado por la heroína, me agrada la idea.

Voy a abrir la puerta, Maykol sigue mis pasos desde atrás, salimos y empezamos a caminar.

El Veneno De La Cruel EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora