Capítulo 21

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No me detuve, lo acabo de dejar solo, soy tan cobarde que lo único que hago es huir por las calles desoladas mientras la nieve comienza a caer; soy una mierda de persona, no me imaginé que eso pasaría, pero ahora todas las cosas encajan. Su mala resistencia física, el color pálido de su rostro en ocasiones, los dolores que tuvo en el pecho ¡No eran simples cosas! Eran señal de que algo andaba mal, y aun así no le preste atención, creí ser la que más sufría cuando Maykol se desmoronaba por dentro. ¿Cuánto dolor sentiste en cada instante? ¿Es por eso que intentaste alejarte de mí? Maldición, no puedo con esto, esta horrible sensación que me está consumiendo.

Llego a mi casa prácticamente arrastrando los pies, me duele alrededor de los ojos; ingreso y mi padre está ahí, sentando en el sillón con la mirada frívola.

-Hija, espero que te haya ido bien -. Te ves mal, supongo que te diste cuenta de que el tal Maykol es mala persona.

¿Por qué dice eso? ¿Acaso sabía lo que Maykol me iba a decir? Es extraño que él esté en casa temprano.

-¿Lo sabías? -le cuestiono.

-No entiendo de qué hablas.

-¡¿Sabías sobre la enfermedad de Maykol?!

-Veo que ya te enteraste.

-¡No sabías y no me lo dijiste! -me paro frente a él y lo enfrento con la mirada.

-Te lo advertí desde un principio Rose.

-¡Pero no lo dijiste! -lo empujo y subo a encerrarme en mí habitación-. ¡Ah! -grito para desahogarme. ¿Por...por qué tiene que ser tan difícil?. Yo...tengo que hacerlo...¿Dónde... dónde está el pedazo de vidrio? Es la única manera, debo hacerlo...¿Don... dónde está?. Rápido, busquemos algo parecido, tal vez una hoja de papel, o una tijera sería buena opción. Estoy buscando cualquier cosa para lograr mi objetivo hasta que me detengo a observar una imagen de reojo. «¿Hasta cuándo te piensas seguir lastimando?», lo que él pinto, la montaña. Sus palabras vienen a mi mente, y es tan doloroso recordarlo. Tomo gran cantidad de aire y respiro profundamente pero lo único que logro es que más lágrimas salgan, me recuesto en la cama ocultas mi rostro en la sábana.

Hoy supe tu verdad, Maykol, en el frío de este invierno lo descubrí; lo siento, aparentabas estar tan bien que no pude verlo, tu sonrisa me dejó cegada, supongo que es mi turno sufrir nuevamente. Soy una infeliz ¿Qué haré ahora?.

Despierto al siguiente amanecer, Maykol no vino por mi y tampoco lo hará, lo único que quiere en estos momentos es alejarse y lo dejaré hacerlo, aún llevo puesto el vestido que me regaló pero ahora luce fatal en mi cuerpo. Voy bajando las escaleras, mi padre ya no está; repentinamente escucho sonar el teléfono de casa, contesto e intento estar calmada.

-¿Si?

-Roo, que bien que contestas, quería decirte que... -el sonido de la puerta lo interrumpe. ¿Acaso es Maykol? Dejo el teléfono y corro a recibirlo con alegría, sin embargo, está se desvanece cuando veo a la persona del otro lado.

-¿A qué viniste? -intento lucir tranquila.

- A apoyarte, tu padre me informo lo sucedido -maldito viejo-, y quise apoyarte.

- ¿No lo entendiste? ¡No quiero volverte a ver jamás Alexis! ¡Vete! -trato de empujarlo pero no puedo, él ingresa a la casa.

-No me iré hasta que me escuches -me sujeta de los brazos.

-¡Solo vete!

-¡No! Ahora Maykol ya no está para protegerte y tampoco lo estará -es cierto, rompí nuestros vínculos cuando lo deje solo.

El Veneno De La Cruel EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora