Capítulo 18

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Ya habían pasado casi diez años, diez años de estar sin cuerpo, sin una forma de continuar con su propósito y, lo que es más importante, diez años en los que Dumbledore tenía vía libre para hacer lo que quisiera, sin importar que las consecuencias fueran nefastas para el mundo mágico.

Había pensado que los Potter habían conseguido hacer un montaje, que habían estado trabajando con Dumbledore todo el tiempo, y que las "charlas" que habían solicitado no eran más que artimañas para que bajara la guardia.

Eso fue hasta que recordó la mirada de James Potter y la forma en que se había interpuesto entre su mujer y su hijo, en el momento en que la varita de Dumbledore se dirigió a ellos. La forma en que Lily Potter, de soltera Evans, le había mirado, como preguntando qué tenía que hacer antes de que le dijera que cogiera al bebé y huyera, mientras él y James le retenían.

Pero no había servido de nada, Albus Dumbledore, tal y como había llegado a esperar del viejo chiflado, había venido preparado. Cerrando la casa que había colocado bajo el Fidelius -para proteger a los Potter- con la forma en que su magia se entrelazaba con los pabellones, haciendo que ninguno de ellos pudiera escapar. También recordaba haber visto la mirada del anciano mientras succionaba la magia del Señor Potter a través de los pabellones, matándolo poco después.

En un momento de debilidad, para un joven padre que había querido hacer lo mejor para su familia, y sus amigos, que había perdido la vida -como tantos antes que él- por la codicia y los delirios de un Anciano, había sido golpeado por un hechizo y expulsado de su cuerpo. Su cuerpo se convirtió en cenizas, sin duda para asegurarse de que nadie pudiera ver qué hechizo se había utilizado para hacerlo. Después de todo, el gran Albus Dumbledore no podía ser visto usando Hechizos Oscuros.

No sabía cómo le había ido a Lily Potter, pero según los rumores que había oído, ella también había perecido ante la varita de Albus Dumbledore, dejando a su hijo huérfano, que se criaría -sin duda- escuchando a la gente predicar sobre la grandeza de Albus Dumbledore.

Sacudió la cabeza, en la forma en que un espíritu podía hacerlo, pensando en lo que sin duda debió haber sucedido después. Cómo Dumbledore habría podido arrebatar aún más poder a su facción, y a los extremistas que le seguían. Una parte de él tenía miedo de saber cómo temía la población inclinada a la Oscuridad en el Reino Unido, y si existía siquiera tal comunidad.

-Tom-.

Mirando a su familiar, sólo se alegró de que Nagini, la inteligente serpiente que era hubiera sido capaz de encontrarlo sin ayuda, poco después de que todo esto hubiera ocurrido también. Ella había sido capaz de protegerlo cuando él estaba tratando de recomponerse. Tratando de tirar de sus Horrocruxes, las astillas de alma que eran, para poder formar una forma espiritual. Estaría atrapado así por un tiempo más. Al menos hasta que estuviera seguro de tener a alguien capaz de proporcionarle un nuevo cuerpo.

Eso en sí mismo le había llevado cerca de diez años, ya que sólo ahora podía responder a Nagini.

-¿Sí, Nagini?-.

Ella le sonrió, en cierto modo, -¿has conseguido rehacerte entonces?-.

Tom asintió, -eso hice, pero odio el tiempo que me llevó lograrlo. Si se hubiera corrido la voz de que estaba aquí, palabra que llegó a la gente equivocada, no quiero pensar en lo que habría pasado-.

Nagini suspiró, -pero no fue así, no ha habido nadie que viniera a buscarte, nadie excepto yo, y no estoy en condiciones de decírselo a nadie más-.

Tom también suspiró, -soy consciente, pero eso no quita el miedo a que ocurra de todos modos. Si Dumbledore o cualquiera de sus extremistas se enteran de que sigo vivo, no se detendrá ante nada para matarme. Para asegurarse de que su visión perfecta del mundo se lleve a cabo, malditos sean los que no encajen en ella-.

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