Tom no sabía qué debía sentir, por un lado se alegraba de que alguien estuviera dispuesto a ayudarle a conseguir un cuerpo de nuevo. Tan dispuesto como para pedirle ayuda a un Ser Primordial.
Pero también le hizo preguntarse con qué tipo de persona se iba a encontrar. Qué clase de persona sería el futuro Maestro de la Muerte, capaz de pedir lo que quisiera a Lord Muerte.
Una parte de él esperaba que fuera alguien dispuesto a estar con el Lado Oscuro, y a ayudarles a conquistar la parte de su comunidad que era suya por derecho, antes de que el dogma de Dumbledore empezara a inclinar la balanza hacia el otro lado.
Casi podía sentirse arrastrado en demasiadas direcciones, antes de que todo se detuviera y abriera los ojos, que ni siquiera era consciente de haber cerrado. Parpadeando un par de veces, reconoció una habitación de la posada, ya que se había alojado allí bastante tiempo, sobre todo cuando trabajaba en Borges y Burkes.
Pero saber que el nigromante que lo había traído de vuelta era un habitual del lugar, o alguien que vivía aquí a tiempo completo, lo tranquilizó un poco. Se llevaba muy bien con Fenrir y Dimitriv; saber que estaban cuidando a este nigromante novato significaba que ya era partidario del Lado Oscuro, y como tal un aliado potencial.
En cuanto la habitación dejó de girar, la puerta se abrió de golpe, y los hombres en los que había estado pensando se encontraban allí. Ambos asombrados al verlo de nuevo, lo cual era algo que podía entender, no queriendo pensar en las mentiras que Dumbledore le decía a la comunidad.
-Mi Señor-.
Mientras se inclinaban ligeramente, asintió: -Fenrir, Dimitriv-.
El vampiro de los dos miraba a alguien detrás de Tom, alguien que ni siquiera debía percibir.
-Y a ti, pensé que te habíamos mandado a la cama para que pudieras descansar-.
Una voz joven vino de detrás de él, haciendo que se girara y mirara fijamente al nigromante cuando habló, -¡esto no es totalmente mi culpa! Lord Muerte me pidió ayuda, y bueno, sabía que las cosas tomarían un giro para mejor con el Señor Oscuro entre nosotros, otra vez-.
Dimitriv suspiró cuando Tom se giró completamente para mirar al adolescente que estaba de pie detrás de él, el pelo oscuro y los vivos ojos verdes delataban quién era el que estaba aquí. Lo único que no recordaba que el chico tuviera cuando era un bebé era la muy obvia marca de nigromante en su frente y sien.
-Harry Potter-.
Harry asintió, -Mi Señor-.
Tom esbozó una sonrisa sombría, -ya sabes...-
Harry asintió; -sobre mis padres, sí lo sé. Nada de lo que ocurrió aquella noche fue culpa suya, milord, sino de Dumbledore. Es una de las razones por las que sabía que te necesitábamos de nuevo entre nosotros-.
Tom miró al adolescente de forma interrogativa, -¿a qué te refieres?-.
-Bueno, nunca me mostré en Hogwarts, él seguirá buscando. No puede permitir que su pequeña arma se desvíe del camino que me puso-.
Puso los ojos en blanco ante eso, haciendo que Fenrir y Dimitriv resoplaran también, una especie de broma interna entonces.
-Además, está perdiendo a algunos de sus jugadores clave con el tío Remus, el tío Sev y el tío Sirius aquí, en lugar de donde puede vigilarlos. Está perdiendo poco a poco a los que quiere mantener cerca, y las consecuencias de eso se verán pronto-.
Dimitriv resopló ante eso, -y porque pusiste a Tedrick a informar a Amelia Bones de que la mayoría de la gente en Azkaban fue puesta allí por declaraciones falsas, o porque Dumbledore necesitaba que estuvieran fuera de la vista y de su pelo-.
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THE INNKEEPER
FanfictionDimitriv había sido el guardián de la posada durante varios años, sin encontrar nunca un heredero que tomara el relevo, dejándole a él -con su vida inmortal- la vigilancia de la posada y de las criaturas que se acercaban en busca de santuario, comid...