Capítulo 13

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Harry sabía que la reacción de Remus sería severa, pero no había esperado que el hombre adulto se pusiera a llorar y se desmoronara en sus manos. Se alegró de que Fenrir y Dimitriv estuvieran cerca, cogiendo al hombre adulto y manteniéndolo erguido mientras no soltaba a Harry.

Aunque la posición no era la mejor, sabía que Remus necesitaba esto, necesitaba estar seguro de que él, como su cachorro, estaba bien. Que lo que sea que Dumbledore le había hecho al hombre lobo no lo había fastidiado.

Cuando sintió que el hombre dejaba de temblar y los sollozos disminuían hasta detenerse, le soltó, sintiendo que Remus hacía lo mismo lentamente. Aunque el hombre le cogió la mano y no parecía dispuesto a soltarle. No es que le importara, puede que no conociera demasiado bien a ese hombre, pero se trataba de una de las personas elegidas por sus padres para cuidar de él en caso de que les ocurriera algo.

-¿Remus?-.

El hombre moqueó, -No sé cómo pude olvidarte, cómo pude olvidar a Sirius, o pensar que Sirius estaría dispuesto o sería capaz de traicionar a James y Lily de esa manera-.

Harry negó con la cabeza: -Sirius no hizo nada, y Peter tampoco. Si quieres culpar a alguien, culpa a Dumbledore, él es el causante de la mayoría de las cosas con las que estamos lidiando ahora-.

Remus volvió a moquear, notando que la gente lo sostenía, al levantar la vista se encontró con un hombre de cabello oscuro, que olía a vampiro a su lado derecho. El pelo negro y largo del hombre estaba retirado de su cara, permitiendo que sus ojos plateados antinaturales brillaran aún más. El colmillo que asomaba en la comisura de la boca le hizo saber a Remus que se trataba efectivamente de un vampiro, pero uno viejo, si no se equivocaba.

Al mirar hacia el otro lado, se congeló por un momento, reconociendo al hombre que lo sostenía por ese lado, desde que le habían mostrado una foto cuando era pequeño, diciéndole que ese era el hombre, o el hombre lobo, que lo había mordido. 

Al igual que en la foto de entonces, unos mechones rubios oscuros y salvajes enmarcaban un rostro anguloso, con una nariz pesada y unos labios carnosos, todo ello enmarcando unos ojos dorados que le devolvían la mirada con algo que no esperaba ver en los ojos de alguien a quien el lado luminoso tildaba de pervertido y asesino de niños.

Suspiró y se relajó, sintiendo que los dos hombres aflojaban su agarre sobre él mientras conseguía las fuerzas para sostenerse de nuevo. Sin embargo, notó que ninguno de los dos hombres se alejaba mucho. Fenrir se mantuvo a su espalda, sin acercarse, pero con una presencia notable.

El vampiro se acercó a la espalda de Harry y se sentó en una silla mirándole con unos ojos plateados muy entendidos, con una pequeña sonrisa en los labios.

-Yo... Hola Harry-.

Harry resopló, -hola Remus, ¿o prefieres que te llame tío Moony?-.

Remus jadeó, -cualquiera de los dos está bien, siempre que me llames de alguna manera. No sabía qué pensar cuando recibí tu carta-.

Tragó saliva, -incluso pensé que era una trampa, y tampoco me hubiera importado, ya que me llevaría de vuelta con la gente que quiero-.

Una voz gruñó detrás de él, -¿has estado solo los últimos diez años?-.

Remus se volvió hacia el hombre que lo había convertido y asintió, -Yo... nadie sabía que era un hombre lobo, excepto los que me enseñaron y Albus Dumbledore. Yo... intenté conseguir su custodia, pero en cuanto lo intentaba, recibía una carta educadamente redactada diciendo que sería una pena que el mundo se enterara de lo que era.

Nunca traté de pensar en ello, y seguí intentándolo de otras maneras. Hasta que Dumbledore vino a visitarme. No recuerdo mucho de después, sólo que me aseguró que estabas bien y que estaba bien dondequiera que estuvieras. Ni siquiera lo cuestioné-.

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