V I G É S I M O Q U I N T O

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No debió responder esa llamada, bien dice el dicho que la curiosidad mató al gato.  Su humor fue en picada desde que escucho aquella voz.

"- Que bueno que contestas, no quería tomarme la molestia de ir a visitarte

- Te dije que no llamaras

- Necesito un favor

- No me interesa lo que necesites ¿Cuando lo vas a entender? - Su voz estaba plagada de furia

- Ah entonces supongo que debí llamar a Clara, creo que está de viaje ¿No? - el hombre mantenía su voz calmada y en un tono bajo - Tengo algunos amigos en Europa ¿Te acuerdas de mi socio del Mediterráneo?

Yoongi suspiró exasperado, solo escucharlo sacaba todo lo peor de él.

- ¿Que es lo que quieres ahora?

- Sabía que entenderías, eres un niño muy inteligente

- Solo cállate y dime lo que quieres

- Lo mismo de la última vez, pero agrégale tres ceros

- ¡¿Estas loco?! ¿Crees que tengo alguna obligación de darte algo? - Escupió con odio - Puedes irte al mismo infierno si quieres

- Ni se te ocurra colgar niño. O tendré que ir a visitar a Clara y su estúpido alfa, tan solo una llamada mía y ella recordará porque debe ayudarme

Yoongi se alejó del teléfono apretando el aparato casi al punto de romperlo.

- Te enviaré la cuenta a la que debes depositar. Hazlo en dos horas o ya no volveré a llamarte ... A ti."

Desde entonces había pasado media hora ya, recibió en un mensaje de texto con un número de cuenta. Había sido un buen día, bastante productivo a su parecer, todo hasta ese momento. Después no podía concentrarse en nada estaba muy susceptible, casi le gruñe al secretario Lee.

Hizo una llamada al banco para agendar una cita y realizar la transferencia, por la cantidad era necesario hacer el trámite personalmente.

Su mirada amenazante intimidaba a cualquiera que lo veía ya fuera en su empresa o en el banco, por fortuna su asesor personal era un hombre de entereza que conocía a Yoongi en esos momentos y en otros, si lo vieras solamente en esos instante sería muy intimidante. Él no sabía los detalles pero sabía que había días en los que era una persona muy amable y otros en los que no debía molestarlo, ese era uno de ellos.

Con celeridad y eficacia hizo todo el trámite y terminó en quince minutos, después de eso el secretario Lee lo llevó a su casa.

Estaba viendo rojo, no sabía qué hora era apenas y notaba que estaba en casa así que instintivamente fue a su estudio y cerró con llave. Se quitó el saco y empezó a caminar cual tigre enjaulado, estaba harto. Harto de terminar haciendo lo que él le decía, harto de no poder romper ese lazo que aún los unía. Se sentía de lo peor por ayudarlo cuando sabía que no lo merecía y sobre todo porque sabía en que usaría ese dinero. Se sentía enfermo y como cada vez que sucedía aquello Yoongi destrozó todo lo que estaba a su alcance, su escritorio, su sofá, las cortinas de la ventana, los documentos volaron cual hojas al viento, su teléfono terminó hecho trizas así como quería hacerlo desde que descolgó aquella nefasta llamada.

Tenía que dejar salir su odio de algún modo, estaba exhausto, cansado y dolido. Gritaba como si su dolor fuera a escapar de su cuerpo con cada grito, gritó hasta que estuvo satisfecho, hasta que tanto él como su lobo ya no podían más, hasta que por fin cayó en el suelo en un profundo sueño.

T R A S H - [Y O O N M I N]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora