Capítulo 35

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Realmente no era una buena idea salir a la calle bajo tan impetuosa lluvia, pero debido a que su mano no había dejado de temblar desde hace rato, a Kakashi se le hacía imposible prepararse algo para cenar y en serio tenía muchísima hambre, ya que se había saltado el almuerzo. De todos modos, llevaba un paraguas para resguardarse de las gotas de agua y estaba bien abrigado. El local de ramen donde solía comer cuando estaba apurado, quedaba cerca de su edificio, así que no le costó llegar caminando, ingresó al puesto y tomó asiento.

—¡Buenas tardes! —saludó la chica que trabajaba en el lugar, una jovencita de cabello castaño, que le cubría hasta media espalda y una sonrisa amplia y risueña—. Oh, Kakashi-san, tenía tiempo de no venir por aquí.

El hombre alzó su mano enfundada en un guante negro para saludar.

—He tenido muchas ocupaciones, ¿cómo estás, Ayame-chan? —contestó amablemente, solía llevarse bien con esa chica y su padre, el señor Teuchi—. ¿Uh? ¿Tu padre no está?

La castaña negó con la cabeza, bajando la mirada en medio de una expresión desalentadora.

—Yo estoy bien, pero mi padre está muy enfermo —respondió, se podía notar en sus ojos aquella tristeza—. Aunque ahora mismo se encuentra recibiendo tratamiento...

Kakashi, bastante sorprendido de oír la noticia, no dudó en indagar un poco más al respecto.

—¿Qué es lo que tiene? —se atrevió a preguntar—. Lamento mucho oír eso, Teuchi-san es un gran hombre —a pesar de que casi todo su rostro estaba cubierto, su único ojo visible reflejaba descontento—. Espero que pronto pueda mejorar, cualquier cosa, pueden contar conmigo.

Ayame dibujó una suave sonrisa en su rostro.

—Papá tiene cáncer —dijo con seriedad—. Creímos que no podríamos salir adelante, su tratamiento es muy caro, pero gracias al cielo, una persona nos está ayudando.

—Ya veo, eso es fantástico —el peli plateado se vio un poco animado al oír la buena noticia—. Veo que todavía existe gente buena en el mundo.

—Así es —dijo la chica, asintiendo con la cabeza—. Bueno, Kakashi-san, ¿qué va a pedir?

Mientras Kakashi hacía su orden, un segundo cliente ingresó al local, se trataba de nada más y nada menos que el más frecuente de todos, ya que Ichiraku era su lugar favorito, donde preparaban el ramen más delicioso.

—¡Buenas! —saludó alegremente Naruto, pero se sorprendió un poco al ver a su maestro sentado frente al mostrador—. ¿Kakashi-sensei? —cuestionó, ubicándose a un lado de él—. ¿Qué hace aquí? Jamás lo había visto en Ichiraku.

—Ah, Naruto —dijo Kakashi, que esperaba no toparse con nadie conocido ese día, no tenía demasiados ánimos—. ¿Por qué estás aquí a estas horas? ¿No deberías estar en casa?

—¡Pues porque tenía hambre! —exclamó, mirando a Ayame—. Lo mismo de siempre, por favor.

—Claro —respondió la castaña—. Enseguida traigo sus dos órdenes —comentó antes de marcharse hacia la cocina para preparar los dos tazones de ramen, perdiéndose de la vista de ambos.

—¿Cómo está tu padre, Naruto? —preguntó Kakashi, apoyando uno de sus codos sobre la mesa del mostrador, para recostar su cabeza sobre la mano—. He oído que el trabajo va bien.

El rubio se encogió de hombros.

—Ya sabe, mi padre siempre está ocupado, pero está de mejor humor que de costumbre —entrecerró la mirada—. Espero que no ande viendo una novia secreta por ahí.

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