Capítulo 37

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Matsuri llegó un poco tarde a casa aquella tarde, después de pasar el rato con Gaara, no había notado que se le pasaba la hora, pero pensando en que su madre volvería de noche, como siempre, no le dio demasiada importancia al asunto; sin embargo, casi se le sale el corazón por la boca cuando se dio cuenta de que la mujer estaba esperándola en la sala, cruzada de brazos y piernas.

—M-mamá...

—Hija —dijo su madre, sonriendo ladina—. ¿Se puede saber a dónde estuviste hasta esta hora? Son las ocho de la noche, que yo sepa, tú sales a las cuatro de la escuela.

La menor no sabía qué decir, claramente, no tenía justificación alguna y no era nada buena mintiendo.

—Eh, y-yo... bueno, verás... —se mordió el labio inferior, asustada.

Ayako arqueó una ceja, ver la reacción de Matsuri le hizo pensar en sólo una alternativa, no podía ser de otro modo.

—Así que... ¿estabas con tu novio?

La castaña alzó la cabeza casi de forma automática al escuchar la pregunta, mientras su cara se ponía totalmente roja —¿N-novio?

Su madre abrió sus ojos un poco, poniéndose de pie de un salto.

—Oh, por dios, mi pequeña bebé tiene novio —dijo en tono escandaloso, cubriéndose la boca con una mano—. ¿Por qué no me lo habías contado, Matsuri?

Ella sabía que había sido descubierta, no tenía caso que negara su relación, quizá no importaba tanto que su mamá supiera que ella tenía novio, siempre y cuando no le dijera quién era, no imaginaba el tipo de reacción que ésta podría tener al saber que ella estaba saliendo con el que pronto sería su hermano.

—Es que llevamos poco tiempo... —explicó, todavía no se había sacado la mochila de la espalda, apenas se había quitado los zapatos, así que dejó la mochila sobre el sofá y se sentó, avergonzada, no pensó nunca en hablarle a su madre sobre su relación—. Él es un chico muy lindo, es muy atento y me trata muy bien.

La mayor sonrió, Matsuri sonaba como ella cuando era menor, cuando conoció a su padre y se enamoró de él, claro, que su historia de amor había resultado no ser tan linda, pero eso no venía al caso ahora.

—Entonces —Ayako caminó hasta pararse frente a su hija, en donde se acuclilló, tomándole las dos manos entre las suyas—. ¿Estás feliz, hija?

Matsuri asintió con la cabeza, de sólo pensar en Gaara, sentía una enorme calidez que se apoderaba de su pecho, estar a su lado le daba paz, era tal y como él se lo dijo, cuando estaban juntos, podía hacer lo que sea.

—Me alegra mucho —dijo la mayor, sonriendo—. Pero Matsuri —hizo una pausa, frunciendo ligeramente el ceño—. No he hablado mucho de esto porque nunca habías salido con nadie, pero eres una chica grande y madura y espero que te estés cuidando, soy joven para ser abuela y tú aún debes estudiar.

Al inicio, Matsuri no había captado del todo las palabras de su mamá, pero sólo le bastaron unos segundos para que se diera cuenta, lo que provocó que su cara se pusiera completamente roja, como un tomate.

—¡M-mamá, él y yo no hacemos esas cosas! —exclamó, completamente avergonzada.

No podía creer que su madre tocara un tema como ese con tanta desfachatez, se preguntaba si cuando ella fuera adulta, también iba a ser así.

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Al llegar a casa, lo primero que hizo Hinata fue darse un baño. En cuanto estuviera listo su nuevo sencillo, comenzaría a promocionar en giras y en la televisión, tendría menos tiempo para pasarlo en la escuela y, por ende, vería menos a sus pocos amigos, en especial, a Naruto. Todavía no dejaba de pensar en lo sucedido mientras ensayaban para el festival, ella quería decirle a Naruto que le gustaba mucho, que su beso había sido lo mejor que le pasó, pero él solamente decidió cambiar de tema, así como así, tan tajantemente.

Pasión por la MúsicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora