33. La cosa più bella (La cosa más bella)

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―Hoy voy a cenar con Gabi. No tengo ni idea de por qué me ha dicho que sí, será que ha visto que tú no le haces caso y ha decidido conformarse con el segundo plato.

Miré a Claudio mientras se colocaba la corbata y se ponía la americana del traje.

―No es eso, creo que tu paciencia y perseverancia al final han dado sus frutos.

―Yo no estoy tan seguro ―suspiró―. Bueno, ¿estoy bien?

Paola se echó a reír a mi espalda.

―¿Todavía estás así, hermano?

―Es que estoy nervioso, no sé si he escogido la corbata adecuada.

―Yo creo que sí ―se acercó Paola y ayudó a colocársela.

―Estoy de acuerdo ―confirmé―. ¿Dónde la vas a llevar?

―A un sitio que no se espera. Vamos a cenar en el museo, lo tengo todo preparado.

―¿Capodimonte?

―Sí ―confirmó.

Tragué saliva, ese lugar también me traía recuerdos a mí.

―Le va a encantar ―dijo Paola apretando las mejillas de Claudio―, si es que cuando te lo propones puedes ser muy romántico.

―Nunca me había esmerado tanto para agradar a una mujer, tengo miedo de meter la pata.

―¿Miedo tú? ―reí de lo absurdo.

―No digas nada, por favor, ni yo mismo me reconozco.

―Es tan bonito... ―Paola se agarró a mi brazo y apoyó la cabeza sobre mi hombro sin dejar de mirar a Claudio―, nunca imaginé que los rompecorazones de mis hermanos pudieran enamorarse realmente de una mujer. Sois la prueba de que a veces los milagros existen.

―No creo que amor sea la palabra correcta para definir mis sentimientos, pero se le acerca bastante ―Claudio sonrió de medio lado y se acercó para besar la frente de Paola―, os resumiré qué tal ha ido.

―No, no, no, queremos todos los detalles.

Claudio sonrió.

―Por cierto, ¿cómo te va por el paraíso? Hace siglos que no vienes a vernos, será que Flavio te tiene muy ocupada ―sonrió con picardía.

―Oh, es un amor. Está todo el día pendiente de mí, proponiendo planes para hacer juntos y... ―suspiró―, es el amor de mi vida.

―¿Entonces por qué habéis aplazado la boda? Creía que era porque te lo estabas pensando ―me interesé.

―No exactamente. Estoy segura de mis sentimientos y sé que él me quiere muchísimo, pero quiero celebrar la mejor boda del mundo y eso lleva tiempo.

―Miedo me da... ―dijo Claudio mientras acababa de peinarse.

―No lo entiendo ―negué con la cabeza―, ¿qué más necesitas para que sea la mejor boda del mundo?

―Pues en realidad solo necesito una cosa... ―miró a Claudio y luego a mí―, no pienso celebrar mi boda hasta que vosotros dos no seáis completamente felices. Quiero que en mi boda se respire amor... me encantaría que Ingrid y Gabi fueran mis damas de honor y vuestras parejas oficiales, eso lo haría todo perfecto.

IngridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora