37. Disintossicazione (Desintoxicación)

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―Y entonces se va con ese enorme idiota ―golpeé el saco con todas mis fuerzas―. Me dejó tirado ―asesté un último golpe y Patrizio, que estaba aguantando el saco de boxeo, dio un salto hacia atrás y con las manos me indicó "tiempo muerto".

―Tienes que tranquilizarte, Marcello, te lo he dicho muchas veces; eres demasiado impaciente y temperamental, para ti las cosas tienen que ser "ya", y todo proceso lleva su tiempo.

―Lo he intentado, he intentado por todos los medios coger aire y ser paciente, pero saber que está con ese tipo me nubla el entendimiento por completo. ¡Necesito que se quede conmigo más tiempo, no quiero compartirla con nadie!

Puso los ojos en blanco y me lanzó una toalla mientras se apoyaba contra las cuerdas del ring.

―En lugar de estar satisfecho con todo lo que has conseguido en tan poco tiempo, estás frustrado porque ella no lo ha dejado todo para irse contigo.

―¡Pues claro que sí! ¡Es lo que debería hacer, venir conmigo y olvidarse de todos los demás! Nadie la quiere como yo.

Patrizio se echó a reír y yo le carbonicé con la mirada.

―Para bien o para mal lleva tres años con esa persona, no puede dejarlo todo sin más, pero como te dije has hecho lo más importante de todo: sembrar la duda en su cabeza. No tardará en darse cuenta de la clase de persona que es Vincenzo y cuando lo haga y salga a la luz su historia, se sentirá libre para iniciar algo contigo.

―Llegó a decir que yo podría estar manipulándola, ¿te lo puedes creer? Y ahora tengo miedo de que Vincenzo aproveche su confusión para tirarme tierra encima, después de todo él tiene ventaja; vive con ella, eso le da muchas horas para meter mierda en su cabeza.

―¿Crees que Ingrid es la clase de mujer que se conforma con lo que le dicen sin comprobar si eso es cierto o no?

―Hasta ahora ha sido así.

―Tú lo has dicho: hasta ahora. Estaba lejos, no conocía a nadie, se sentía perdida y él era su única seguridad. Ahora sabe que no está sola, estás tú, está esa fotografía, está la casa a su nombre... hay pruebas de que existe algo más de lo que le han contado y no parará hasta descubrir todo el pastel; así que por favor, no la presiones, espera y vendrá a ti.

Negué con la cabeza; después de lo mal que acabamos el día anterior tenía dudas de que quisiera volver a verme.

―Y cambiando de tema... ¿qué pasa con tu madre?

Arqueé las cejas.

―¿Qué pasa con ella?

―¿Habéis hecho las paces?

Bufé indignado.

―No pienso volver a mirarla a los ojos, todavía siento resentimiento por todo lo que me hizo.

―¿Sabes que tu actitud la está haciendo sufrir?

―Por eso la evito y no quiero encontrarme con ella; cuanto menos nos veamos, mejor.

―¿Y crees que esa es la solución? Hizo mal al ocultarte la información que tenía, pero lo hizo porque pensaba que eso era lo mejor para ti.

―Eso no la exime de culpa ―giré el rostro, todavía estaba dolido por lo mal que actuó―. Odio que quiera entrometerse en todo, incluso en nuestros sentimientos; no tiene ningún derecho a hacer eso.

IngridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora