47. Clan Castelli

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―La he buscado por todas partes, he llamado a su teléfono varias veces y nada...

Pasé las manos por mi cabeza con desesperación. Estaba teniendo una sensación de déjà vu horrible y me estaba poniendo otra vez en lo peor.

―No te preocupes, Marcello, seguro que solo ha salido a despejarse.

―No entiendo cómo ha podido desaparecer una segunda vez. ¿Cómo puede haberse ido sin más...? ¿Nadie la vio salir? ¿Nadie vigilaba sus pasos?

―Hijo, debes entender que Ingrid no está en una cárcel. Es prácticamente imposible que alguien entre aquí, pero salir... si ha querido burlar la vigilancia y hacerlo, es una mujer libre y...

―¡Vamos padre! Sabíamos que tramaba algo, solo era cuestión de tiempo que actuara así.

Caminé como un león enjaulado, de un lado a otro.

―Si esta vez le pasa algo, yo...

Patrizio se sentó a mi lado.

―Vamos a pensar, ¿qué pasos ha podido dar y con qué fin?

Paola se mordió el labio inferior y se acercó con decisión a mí.

―Hace unos días, cuando estuve en tu casa descubrí algo, pensaba decírtelo llegado el momento o actuar por mi cuenta, pero todavía es algo pronto para eso y por eso no entiendo por qué...

―¿De qué estás hablando, Paola?

―Incité a Ingrid para que se diera un baño relajante y aproveché para rebuscar entre sus cosas. Sabía que ocultaba algo y quise indagar un poco. Entre su ropa encontré un sobre y examiné el contenido; había su historial médico, papeleo sobre la casa de las afueras y... la reserva de un billete de avión.

―¿Cómo dices? ―la miré extrañado.

―Había sacado un vuelo a Edimburgo, pero el vuelo es dentro de dos días, por eso no entiendo cómo... Mira ―Paola se levantó, corrió a la habitación y trajo el sobre que había encontrado días antes, en él no había rastro del billete de avión―. ¡No está! ¡Se lo ha llevado!

Negué con la cabeza.

―Es imposible.

―¡Pero yo lo vi! ―insistió.

―No me cabe ninguna duda de que lo viste, Paola, pero Ingrid no ocultaría las pruebas de su huída entre la ropa del armario, en mi propia casa. Se trata de una pista falsa.

―¿Qué?

Sonreí y miré a mi familia.

―Tú misma lo dijiste, Paola, ¿no te acuerdas? Soy demasiado previsible, era obvio que no pararía hasta encontrar alguna prueba que me revelara el secreto que escondía, así que puso ese sobre ahí estratégicamente para despistarme, solo que en esta ocasión decidí seguir tu consejo y dejar de ser previsible. La dejé hacer y busqué respuestas por otros medios.

―¿Crees que ella ha puesto ese billete ahí adrede?

―Creo que lo ha puesto ahí pensando que yo lo encontraría, pero jamás ha sido su intención ir a Edimburgo.

Suspiré con hastío.

―De todas formas enviaremos un hombre al aeropuerto para cerciorarnos que no va en ese vuelo, pero te garantizo que no encontraremos nada.

IngridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora