CAPÍTULO 8

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Pasa algo extraño





POL








Nos adentramos en un bosque después de haber aparcado en la carretera. Rodeamos la muralla de Teruel y seguimos andando por un largo sendero rodeado de vegetación, un bosque. Había un río justo al lado de nosotros, del cual se oía su murmullo y daba la sensación de que nos seguía.

Yo andaba con algo de dificultad. Técnicamente había nacido esa mañana, y ya me estaban llevando a hacer un tour por el sendero con más agujeros y raíces asesinas que había visto en todo mi despertar. Además de que no se veía nada. Estaba muy oscuro y la única iluminación que había era la que desprendían aquellos cachivaches rectangulares en los que había podido ver al tsunami en acción y a los que llamaban movules o máviles o algo así. La verdad, no me hacía mucha ilusión encontrarme con alguien como aquella chica demoníaca y menos luchar. Me crecía alguna que otra flor en el pelo, pero no podía hacer crecer una rama con la mirada. Iba muy mal.

Resoplé.

-          Tranquilo, pronto podrás descansar, Florecitas- me apremió Cris, quien iba al lado de mí. El no poder decirle que no había hecho eso por estar cansado tampoco era un punto a mi favor.

-          Bien dicho, Cris. Acampemos ahí- dijo Hugo, señalando un sitio en la oscuridad donde los árboles habían dejado un hueco.

Anduvimos hasta llegar adonde se dijo y empezaron a prepararlo todo. Yo me tiré al suelo, exhausto.

Vianey formó esferas de luz cegadora flotantes, las cuales quedaban a mi altura. Me enderecé y corrí a ver una. Fijé la mirada en esos colores rojos y naranjas que ardían, fascinado. Sonreí y elevé un dedo para tocarlo. Inmediatamente alguien me pegó en el dorso de la mano.

-          ¡Au! – grité.

-          Más daño te habrías hecho si hubieras tocado eso, Florecitas- me aseguró Cris, mirándome con ojos desafiantes-. Es fuego, y el fuego no se toca, ¿entendido?

Afirmé con energía.

-          Bien- contestó Cris, no muy convencida. Y comenzó a sacar cosas de sus bolsillos, repartiéndoselas a todos: eran barritas energéticas. Yo me quedé observando a la luz ardiente lo roja que me había dejado la piel del manotazo que me había dado en la mano.

Tras terminar de preparar nuestro pequeño lugar de acampada, nos sentamos en círculo.

-          Debemos dejar claras unas cuantas cosas- empezó diciendo Félix-. ¿Qué vamos a hacer primero, y qué después?

-          Yo soy más sabia que todos vosotros, debido a mis años de antigüedad y...- comenzó a decir Vianey. No paraba de cambiar de posición. Parecía estar siempre inquieta, como si no soportara estar sin hacer nada.

-          Pero si tienes diecinueve años mínimo- se rio Hugo, observándola mientras se comía su barrita.

-          El ser sabio no viene cogido de la mano con la apariencia de alguien, humano. Solo me he despertado en este cuerpo. No significa que mi mente sea igual de ingenua que la tuya- le espetó ella. Hugo se calló-. Bien, ¿por dónde iba? Ah, sí. Propongo reunir a todas las estaciones, antes de combatir al Jefe. Así que lo primero que deberíamos hacer es encontrar al otoño y salvar al invierno. Luego, nos dirigiremos hacia la guarida de quien me despertó, de donde me escapé hace tiempo y lucharemos contra él.

-          Florecitas aún no ha desarrollado sus poderes, ¿cómo vamos a hacer todo eso? Podemos darle algo de tiempo- comentó Cris.

-          Pol puede ir aprendiendo a usar sus poderes por el camino. Sé dónde está Indra- se aclaró la garganta y sacudió la cabeza-. Quiero decir: el invierno, pero debéis seguirme. No quiero decirlo en voz alta, porque está por todas partes.

QUIEN HACE CRECER LAS FLORES || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora