El reencuentro de dos corazones intocables
AARÓN
Mis ojos se abrieron y el atardecer que iluminaba el cielo de diferentes colores cálidos fue lo primero que vi.
Fruncí el ceño.
Me intenté enderezar y conseguí quedarme sentado. El cuerpo ya no me temblaba. Sin embargo, había algo que me preocupaba aún más. Estaba atardeciendo... ¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente?
- Aarón- dijo alguien a mi lado. Giré la cabeza para encontrarme con Vianey, sentada y apoyada en la puerta que daba entrada al techo del edificio en el que nos hallábamos.
Me arrastré hasta poder posar mi espalda en la puerta, al lado de Vianey.
- ¿Dónde está Nora? – pregunté.
- Durmiendo... Supongo que nunca viene mal descansar un poco. ¿Cómo has dormido tú? – me respondió en voz baja. Las luces de la ciudad eran lejanas y el ruido de los coches inundaba nuestro alrededor.
- ¿Yo? Bien... Bueno, me he desmayado.
- ¿Notas algo diferente?
- ... ¿No? ¿Qué debería notar?
- Nora te ha hecho unos arreglillos en el pelo. Lo tenías demasiado largo para su gusto.
- ¿Qué? – arrugué la nariz y me llevé las manos al pelo-. Yo no lo tengo largo, si no me llega ni a la mitad del cuello.
- No, no, si te queda bien. Pero a Nora le pareció que te vendría bien recogértelo y que así no te chocaras con nada, por si volvieramos a hacer la tontería de hace una media hora.
- Oh...
Noté que el flequillo me lo había recogido en una pequeña coleta, con algunas horquillas. Iba a quitármelo, pero Vianey dijo:
- Como lo hagas, no te perdonará.
- No necesito el perdón de nadie- le espeté.
- Yo creo que la niña tiene razón, ¿no te molesta ni se te mete el pelo en los ojos? Porque a mí sí. Por eso también me ha hecho unas trenzas hacia atrás.
- Perfecto- contesté con sarcasmo. Opté por no deshacer lo que Nora me había hecho en el pelo y resoplé, echando la cabeza hacia atrás para observar el cielo.
Pasamos un rato en silencio. Hasta que Vianey lo rompió con un susurro:
- ¿Cómo...? ¿Cómo me has encontrado? ¿Dónde has estado?
- Bueno... Ehm... Mejor te lo cuento desde el principio... Llevaba uno o dos meses en un bosque con Tobías y Oni y luego se nos ocurrió meternos a unos túneles que, ¡adivina!, eran los Túneles de Caín. Un día o dos después nos topamos con un humano que decía haber despertado a la primavera y, otro día más tarde, nos encontramos una caverna en la que cada uno de nosotros teníamos un templo. Supusimos que allí nos despertaron. Era todo muy extraño. Había sangre en los templos y, encima, fue un viejo al que le había salido sangre supernegra (que indicaba que era claramente un secuaz de Caín) quien nos engatusó y nos dirigió por esos túneles... Vimos que habíamos caído en una trampa. Así que decidieron enviarme a mí en busca de ayuda porque la única salida que había era un túnel por el que solo cabía yo. De verdad, no querría haber visto a Tobías intentar entrar por ahí. Ahora lo tendré grabado en mis recuerdos para siempre. Pasaré vergüenza ajena todas las noches antes de irme a dormir hasta el fin de mi despertar- me dio un escalofrío.
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QUIEN HACE CRECER LAS FLORES || TERMINADA
FantasíaCuatro estaciones. Cuatro elementos de la naturaleza. Un mundo contaminado y una humanidad en vías de extinción. Un ser misterioso que se esconde tras las sombras. El reloj gira en dirección contraria y se acaba el tiempo, pero ¿son ellos los que e...