CAPÍTULO 5

21 5 0
                                    





Ahora soy escocés








POL











- Esta será tu habitación, Florecitas. Por favor, no la manches mucho, ni hagas cosas extrañas, ¿vale? Mi madre va a hacer la cena, te encantará. Porque ella hace las mejores comidas del mundo. Y cámbiate esa ropa... Bueno... Espera... No tienes otra, ¿cierto?

La miraba mientras que ella hablaba apoyada en el umbral de la puerta. Me hallaba sentado en una cama muy cómoda y blandita. Todavía tenía en las manos la tierra con la flor.

- Te daré ropa vieja de mi padre, la que todavía guarda en el trastero. Y te estoy diciendo que es obligatorio que te cambies porque mi padre no sabe nada de ti, solo mi hermana pequeña y mi madre. Hay que darle buena impresión o si no te echarán de casa. Por cierto, también te daré una maceta para eso. Y, que no se me olvide, ¿qué quieres ser? ¿Un chico extranjero mudo que viene de Escocia o el novio de Hugo que viene de Escocia y que no tiene ningún sitio donde quedarse?

Se quedó mirándome durante unos cuantos segundos, hasta que al final dijo:

- Es verdad, no quieres hablar, o no sabes, o no sé qué te pasa. Vale. Alza un dedo si es la primera opción, alza dos dedos si es la segunda.

Alcé un dedo, confuso. Me encogí de hombros.

- ¿No sería mejor la segunda? Es que sería más creíble y creo que si eres alguien importante para una persona que ellos conocen bien como lo es Hugo, pues hay más probabilidades de que te dejen quedarte aquí - soltó asintiendo-. Aunque si te resulta incómodo puedo decir que eres un primo lejano suyo o uno de sus mejores amigos. A lo mejor me he pasado con lo de ser su pareja. Perdona.

No tenía ni idea de qué significaba "novio". Había muchas lagunas en mi cabeza con respecto al lenguaje, pero podía entender bien lo que me contaba exceptuando algunas palabras, que podían ser sencillas o no. Y tampoco me entraba en la cabeza por qué tenía que ser escocés. 

- Vale- dijo con gesto de cansancio-. Después de cenar: clases de lengua, o de habla, o de algo, porque no podemos seguir así, Florecitas.

Asentí. Ella suspiró y salió de la habitación.

La ventana estaba abierta, y las cortinas ondearon en el momento en que una ráfaga de viento entró por ella. Otra vez, algo o alguien me susurró al oído:

"No confíes."

Di un brinco sobre la cama, la situación me inquietaba y me estaba revolviendo las tripas. Además, ya estaba anocheciendo y la oscuridad me comenzó a poner nervioso.

Cris no tardó en traerme ropa de su padre y volvió a irse por donde había venido. Yo hice lo que me dijo: cambiarme. El espray verde se me pegaba a la piel y no lo soportaba. No estaba dispuesto a pasar otra vez por ello. Me puse una camiseta en la que ponía: The Beatles. No sabía qué o quiénes eran, pero... era muy extraño: lo comprendía, habría sabido traducirlo (excepto Beatles. ¿Qué era eso? ¿Escarabajos?) y entendí que no era la misma lengua con la que Cris me hablaba. Era tan raro... Me puse también unos vaqueros piratas y me quedé sentado con la flor otra vez en mis manos. Supuse que todas aquellas preguntas que se me venían a la cabeza acabaría por responderlas más adelante.

Al poco, me llamaron para cenar.

Llegué el último a la mesa y me senté en la silla, copiando todos los movimientos de Cris. "No confíes", me había dicho alguien... pero, ¿en qué? ¿En quién?

Me quedé observando el plato, el cual tenía una especie de estructura verde y hojas, con trozos de algo rojo y naranja. Mi boca se convirtió en una mueca de asco. Alcé la mirada y me encontré con tres rostros mirándome fijamente.

QUIEN HACE CRECER LAS FLORES || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora