Buen chico
INDRA
Fuimos lo más lejos que pudimos para que los camareros del restaurante no pudieran seguirnos el paso. Sin embargo, sentía que nos seguían. Era un sentimiento que no dejaba de lado, porque desde hacía unas horas sentía los ojos de alguien clavados en mi nuca.
Anduvimos por las calles de aquel sitio. Acis llevaba ahora una gran botella de agua en la mano y yo la bolsa de los medicamentos, los cuales se estaban acabando.
Miré a los lados, buscando a alguien. Después de unos segundos volví a hacer lo mismo. Acis iba dándome un discurso sobre las maravillas arquitectónicas de los humanos y el arte que eran capaces de crear. Aún más estaba impresionado por su "inquietante y asombrosa gastronomía que es digna de grandes premios y halagos", palabras textuales de él mismo, después de haber comido en aquel restaurante y habernos hecho un simpa. Sin embargo, no tardó en darse cuenta de mi extraño comportamiento.
- ¿Qué sucede? – preguntó Acis, preocupado. Posó su mano sobre mi espalda y noté un agradable, pero a la vez terrorífico cosquilleo. Arqueé un poco la espalda y él se llevó la mano al hombro de la quemadura, casi con torpeza. No. No, él no.
- Nada- sacudí la cabeza.
- No. Estás nerviosa. ¿Por qué? – me inquirió. Él también miró a los lados y se puso detrás de mí, escondiéndose. Puse los ojos en blanco.
- Porque hay alguien que nos sigue.
- ¿Desde cuándo?
- No lo sé. Creo que desde que hemos salido del restaurante.
- A lo mejor es un camarero enfadado.
- ¿No estamos muy lejos ya para que sea eso?
Acis suspiró con elegancia.
- Cuánto trabajo. ¿Ahora hay que cazar a alguien? La pereza que me consume dice...- farfulló, cuando de repente lo interrumpí al ver unos ojos que nos observaban tras la esquina de una casa.
- ¡Ahí! – grité, cuando vi que la sombra se metía rápidamente en una calle después de saber que había sido descubierta.
El hielo creció bajo mis pies y salí disparada bajo una pasarela congelada. Acis tardó en reaccionar, pero pronto me siguió volando.
Entré en la calle a toda velocidad. Maldije para mis adentros cuando no pude distinguir completamente a la persona porque se había convertido en un humo gris difuso que, como una nube, huyó rápidamente y desapareció de mi vista.
- Oh... Lo sabía- murmuré, apretando los dientes-. ¡Vamos, Acis! ¡Mueve el culo que se nos escapa!
- ¡Voy, voy! – gritó él a mi espalda.
Seguí el camino de aquella nube gris. Giramos esquinas, calles, esquivamos coches, a Acis casi se lo lleva un camión. Con todas mis fuerzas subí de velocidad, hasta ir tan rápido que cuando ya estaba a unos pocos metros de aquella nube gris, hice crecer una muralla de hielo ante sus narices que la hizo chocar, convertirse en un ser físico y caer de espaldas al suelo con un golpe ensordecedor.
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QUIEN HACE CRECER LAS FLORES || TERMINADA
FantasyCuatro estaciones. Cuatro elementos de la naturaleza. Un mundo contaminado y una humanidad en vías de extinción. Un ser misterioso que se esconde tras las sombras. El reloj gira en dirección contraria y se acaba el tiempo, pero ¿son ellos los que e...